› Por Kiko Veneno
Me junto con toda clase de delincuentes
a veces comen en frío y otras en caliente.
Roban todos los días dos coches
uno por la mañana y otro por la noche.
Me es muy familiar su ternura
y la facilidad con que divisan la basura.
Al final me buscan una ruina
y me venden como una lata de sardinas.
Me son también conocidos los traficantes
los que llevan camino de doctores y los almirantes.
Llaman a las puertas de mi casa
vendedores de cadenas y también de alhajas.
Yo por mi parte miro por el agujero
pero alguien tapa el cristalito con el dedo.
He reconocido sus huellas
esta noche dormiré con Estrella.
Se me han olvidado todas las oraciones
los lamentos de los curas y predicadores.
Me miro en el espejo por las mañanas
y me asombro de tener aún la misma cara.
Pregunto quién es aquí el más fuerte
me estiro las orejas y me cuento los dientes.
En los carteles van los importantes
este carro sólo lleva comediantes.
Me quiero asegurar
que mi sombrero está bien roto y así los rayos
pueden entrar en mi cabeza.
Te quiero conquistar
con el suave viento gratis y fresco
de mi abanico de cristal.
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