TARAS > EL FUROR ANTITABACO HACE NUEVOS PAPELONES EN FRANCIA
› Por Eduardo Febbro
¿Qué tienen en común Lucky Luke, Jacques Tati y su personaje Monsieur Hulot, Jean-Paul Sartre, André Malraux, Simenon o Coco Chanel? Todos eran fumadores empedernidos, pero sólo uno de ellos dejó de fumar voluntariamente. Los demás fueron “saneados” muchos años después de su muerte para que sus imágenes públicas los mostraran sin los cigarrillos o las pipas que, de una u otra manera, son parte de su leyenda. En 1988, la Organización Mundial de la Salud, OMS, premió al creador de Lucky Luke por haber decidido que su héroe dejara de fumar. El 7 de abril de ese año, día mundial sin cigarrillo, Morris recibió en Ginebra una distinción por haber mostrado el buen ejemplo. Lucky Luke ya no exhibiría más un cigarrillo pegado en la comisura de los labios sino un ramo de paja. El acto de Morris fue voluntario. Las pinceladas de lo “políticamente correcto” no corrigieron a posteriori el trazo de su personaje sino que fue él mismo quien decidió que Lucky Luke se volviera un ex fumador. Lucky Luke tuvo más suerte que el filósofo Sartre, que Malraux y Simenon, Tati y Coco Chanel. Estos cinco personajes del mundo cultural francés fueron retocados por el pincel numérico a fin de extraer de sus dedos o sus labios el cigarrillo o la pipa.
Dos ejemplos recientes se agregaron a los ya célebres casos de Malraux y Jean-Paul Sartre. En el mismo mes, Jacques Tati y Coco Chanel fueron despojados del humo. No hay nada más inseparable al personaje de Tati, Monsieur Hulot, que su pipa. Sin embargo, en los afiches que aparecieron en el Métro de París para promocionar la exposición y la retrospectiva que le consagra la Cinémathèque Française, la pipa fue reemplazada por un ridículo molino de viento amarillo. Hay así dos Monsieur Hulot: el de los afiches de la Cinémathèque, con pipa, y el del Métro y los autobuses de París, sin ella. Coco Chanel ha corrido la misma suerte. La película sobre su vida, Coco avant Chanel, está sustentada por dos campañas de afichaje: con cigarrillo entre los dedos de la mano derecha, y sin nada, en los autobuses y el Métro. “Patético”, “delirante”, “estúpido”, los calificativos de las reacciones a esta modificación de la imágenes han sido, en Francia, subidos de tono. El motivo oficial invocado son las disposiciones de una ley, la ley Evin, que prohíbe la publicidad de los cigarrillos. Pero ocurre que la interpretación que hace la empresa que administra la publicidad de dicha ley, Métrosbus, es altamente restrictiva. Como lo señala el organismo encargado de apelar a la Justicia en caso de infracción a la ley, el Comité Nacional contra el Tabaquismo, CNCT, “no hay falta alguna. Se hace la promoción de un acontecimiento cultural y no la del acto de fumar. No es porque se vea a Monsieur Hulot con su moto, su sombrero y su pipa que uno va a tener ganas de fumar”. Hasta el mismo autor de la ley, Claude Evin, reaccionó contra la sustitución de los afiches: “Luchar por la salud pública no significa caer en el ridículo”.
Al lado de sus afiches, otras publicidades de poderosos autos contaminantes, de productos nocivos y de ingeniosas mezclas que aniquilan poco a poco el planeta se burlan de esa moral sanitaria que censura los objetos culturales y deja a los objetos industriales expandir su onda destructora.
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