CINE > EL GUIóN INéDITO DE GLADIADOR 2 QUE ESCRIBIó NICK CAVE
En 2006, Nick Cave debutó como guionista con un excelente western, Propuesta de muerte. Por esa misma época su compatriota y amigo Russell Crowe le hizo llegar una idea extraña: hacer la segunda parte de Gladiador, otra vez con Ridley Scott. El único problema: Maximus, el guerrero, estaba muerto, así que había que encontrarle la vuelta a la resucitación. Cave aceptó. A Hollywood le pareció demasiado y nunca llegó a realizarse. Y el guión ni siquiera se conocía hasta que la semana pasada se filtró una sinopsis que da idea de la oscuridad y de la locura que los estudios no se atrevieron a desencadenar.
› Por Javier Alcacer
Es probable que mientras Russell Crowe subía a recibir el Oscar a mejor actor por Gladiador se haya acordado de las peleas que tuvo con los guionistas, cuyas líneas de diálogo se negaba a leer porque le parecían, según dijeron los propios escritores, “una mierda”. Crowe insistió en reescribir a su personaje, Maximus, porque, a su juicio, le faltaba humanidad. Gladiador fue un éxito de taquilla en todo el mundo, acumuló cuatro estatuillas más una para su director, Ridley Scott, rescatándolo del ostracismo, y volvió a poner de moda el “peplum” (la épica con espadas y sandalias).
Ante este panorama, los productores decidieron hacer una secuela. Pero había un detalle a tener en cuenta: al final de Gladiador Maximus moría. Este tipo de cosas no suelen detener a Hollywood: la muerte durante el rodaje del actor Oliver Reed no había impedido terminar la primera película entonces, para la segunda la ausencia de un personaje ficticio no sería un problema. En un principio, se habló de una precuela que narrase las historias de Marco Aurelio (Richard Harris) y Quinto (Reed), pero la idea fue abandonada y se optó por realizar una secuela protagonizada por Lucio, el hijo de Lucilla (Connie Nielsen), hermana de Cómodo (Joaquin Phoenix) y viejo amor de Maximus en la original. Esta idea tampoco prosperó: no podía haber Gladiador sin Maximus; mejor dicho, no podía haber Gladiador sin Crowe. Por supuesto, él estaba de acuerdo y propuso resucitar al personaje. Durante su próxima película dirigido por Scott, la inexplicable Un buen año (2006), actor y director tuvieron una idea. Crowe llamó a su compatriota y amigo Nick Cave, quien por entonces había debutado como guionista con un western excelente: Propuesta de muerte (The Proposition, injustamente relegado al dvd en el 2007). Crowe le garantizó a Cave libertad creativa.
Más allá de un comentario de Cave para Variety, según el cual el guión “terminaba con una secuencia de guerra de veinte minutos que llegaba hasta Vietnam y, de ahí, hasta el Pentágono, con Russell como un guerrero eterno cargado de ira”, no se conocía detalle alguno de la historia. Hasta la semana pasada, cuando apareció una sinopsis. El guión empieza con Maximus en el inframundo, el cual Cave describe con imaginería digna de la obra de Gustave Doré. Su intento por reencontrarse con su familia lo lleva ante los dioses romanos, quienes ocupan un templo en decadencia. Aquí Cave se cita a sí mismo y toma el conflicto de Propuesta de muerte: para poder volver a Roma, los dioses le piden a Maximus que asesine a su hermano Hefestión, que armó un ejército para derrocarlos. En la búsqueda, Maximus tiene una visión: se le aparece un ciervo muriendo atrapado en una zarza; le pide que lo ayude. El verdadero conflicto, y la marca autoral de Cave, aparece bien clara cuando Maximus llega hasta Hefestión y éste le dice que el tiempo de los dioses romanos ha terminado. Que ahora sólo hay un verdadero Dios.
Vale la pena recordar que Cave fue criado anglicano, empezó a cantar en el coro de la iglesia y, a lo largo de toda su carrera, tanto en sus letras como en su única novela (Y el asno vio el ángel, que toma el título de un versículo del Libro de los Números), pueden encontrarse motivos religiosos, problemas de fe y personaje bíblicos. El conflicto entre paganismo y cristianismo es el motor que motivó a Cave a aceptar el encargo y a volverlo personal. Maximus llega a Roma veinte años después de su muerte; Lucio es el emperador romano y culpa por las desgracias del imperio a los cristianos, a los que persigue, tortura y asesina. En el bando de los cristianos está el hijo de Maximus, Marius (que resucitó, gracias al sacrificio de su madre, que fue al infierno por él). Eventualmente, el gladiador termina organizando la resistencia cristiana, que lo compara con Saulo/Pablo, aquel santo que los apedreaba hasta tener una epifanía camino a Damasco.
El guión se permite sugerir secuencias de acción grandilocuentes, dignas del género, como un combate en barcos en un Coliseo inundado, con cocodrilos y arqueros que disparan flechas de fuego. Todo desemboca en una gran batalla en el bosque en la que Maximus y Marius se arrepienten por su resistencia violenta. Pero ya es demasiado tarde. Los cielos se nublan. Empieza a llover. Maximus vuelve a ver el ciervo agonizando en la zarza. El montaje se acelera: se ve a Maximus pelear en las cruzadas; nada puede lastimarlo, luego está desembarcando en Normandía, después peleando en la selva contra el Vietcong..., hasta que aparece en un baño, vestido de traje. Se lava la cara, sale del baño y se suma a una reunión en un cuarto de guerra. Fin.
Es probable que esta breve descripción del argumento sea suficiente para comprender los motivos por los cuales el estudio le bajó el pulgar, pese al entusiasmo de Scott y Crowe. Demasiado oscuro, demasiado violento y demasiado reflexivo para los estándares de Hollywood. Al ser el guión una extensión coherente de su obra, la experiencia dejó un mal sabor en Cave: “Lo último que quería era involucrarme con Hollywood. Funciona así: la gente tiene la idea de que tal vez podrías hacer algo, pero hay una posibilidad en cien de que eso pueda llegar a concretarse. Es una puta pérdida de tiempo. Y tengo montones de cosas por hacer”.
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