CINE > WINONA RYDER EN STAR TREK, TAN HERMOSA COMO SIEMPRE
› Por Mariano Kairuz
Qué hace Winona Ryder en la nueva Star Trek? Hace de la madre del vulcano orejudo Spock, nada menos, y si se busca un poco en Internet puede encontrarse por ahí una entrevista de hace unos años en la que ella –puesta a hablar de su belleza y de su rareza, como es inevitable— aparece diciendo algo acerca de cómo sus orejas un poco puntiagudas siempre la hicieron parecer una alienígena. Aquel mismo comentario disparaba el recuerdo de los primeros guiones que le ofrecieron, al iniciar su carrera a los 17, a fines de los ’80, que por alguna razón tendían a describir a sus personajes como “patitos feos”, adolescentes varoniles o criaturas que parecían surgidas de la macabra imaginación de Edward Gorey. Una percepción sobre ella que, después de todo, no le vino tan mal: le abrió las puertas para convertirse en la freak y darkie más hermosa de Hollywood, de la mano de Tim Burton en el cine y de la de Johnny Depp a ambos lados de la pantalla. En esa etapa hizo de la novia del chico que asesina a las chicas chetas del colegio en una pequeña obra maestra llamada Heathers; de hija de Cher y hermana de Christina Ricci; de prima y esposa de 13 años de Jerry Lee Lewis. Su siguiente etapa fue, no menos oscura, como protagonista de dramas de época (La edad de la inocencia, Mujercitas, el Drácula de Coppola). Sus papeles siguientes ya no fueron lo que eran —no era otra cosa que locura ordinaria lo de Inocencia interrumpida, un proyecto largamente impulsado por ella y alimentado en parte de los ataques de pánico que había sufrido como resultado de demasiada exposición pública— y apenas después de cumplir 30 tuvo lugar su pequeño gran escándalo público, cuando intentó robar 4 mil dólares en ropa de la tienda Saks de la neoyorquina Quinta Avenida. Y entonces empezó a desaparecer de las películas. “Era ese momento –dijo–, en que uno ya no sabe si siente dolor o no, pero sigue tomando las pastillas sin prescripción.”
Ahora que parece estar de regreso —con su cameo en Star Trek, con la comedia negra Adictos al sexo, que acaba de llegar al dvd y donde es una vengadora sexual y asesina serial que seduce y mata; con otra comedia inédita llamada The Ten, sobre los diez mandamientos entre los que a ella le tocó No robarás; y con las inminentes La vida privada de Pippa Lee, de Rebecca Miller, y The Informers, sobre libro de Easton Ellis— vale recordar que su historia personal antes de Hollywood ya era un poco marciana y un poco lisérgica. Empezando por el detalle de que su padrino era Timothy Leary, quien frecuentaba a su familia, al igual que Ginsberg, Ferlinghetti y Philip K. Dick. Y siguiendo por el dato de que cuando tenía siete años sus padres se la llevaron a vivir a una comunidad rural sin agua corriente ni electricidad junto con otras siete familias. De aquellos años, que Winona no recuerda con particular afecto, sí rescata que su padre la llevó a ver a Los Ramones y a los Sex Pistols. Y que, a falta de otras distracciones, leyó mucho y se enamoró de Salinger, al punto de que unos años atrás —cuando ya era famosa y millonaria— participó de la subasta por las infames cartas de Joyce Maynard, ex amante del autor de El cazador oculto, con la única intención de restituírselas al escritor. Hoy, cuando le preguntan si no le gustaría llevar a Salinger al cine e interpretar ella misma a Franny Glass, la respuesta a una cosa y otra es que no, que habría que quemar el set si alguien lo intentara y que, por supuesto, ¡yo soy Franny!
Salinger escribió: “Había semicírculos debajo de sus ojos, y otros signos más sutiles que marcan a una chica agudamente perturbada, pero de cualquier manera nadie podría haber dejado de notar que se trataba de una belleza de primera clase”. Lo escribió precisamente sobre Franny Glass, pero bien podría repetirse palabra a palabra para describir a Winona. Ahora las películas son más chicas, los papeles menos protagónicos; pero ahí está ella, unos pocos minutos en el estreno más multitudinario del momento. Algo avejentada por el maquillaje, pero hermosa como siempre y con un detalle sugestivo de su lado: el hecho no menor de que la madre de Spock, ese vulcano mestizo que es el orejudo, es humana. Es decir, que ella les aportó a sus genes no la parte de las orejas y del raciocinio sin fisuras, sino la de las emociones. Y se la ve bien a la hermosa freak: su belleza intacta, su sentido del humor afinado. Es cierto que tuvo su derrape en público, pero eso sólo la hace más humana; alienígenas (y alienados) serán los demás.
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