Las ardillas son animales inteligentes, con muchos recursos, y se pueden domesticar con un poquito de paciencia. “Powerpig”, un diseñador gráfico de la costa este de Canadá, cuenta que en la casa de sus padres, en el patio trasero, viven unas ardillas silvestres.
Utilizando “ciertas técnicas” que no revela, “Powerpig” (ese es el nombre que usa en el servicio online Flickr) fue capaz de socializar con las ardillas, a tal punto que acudían cuando las llamaba con silbidos.
De ahí a que modelaran para él, en estas fotos, fue apenas un pequeño paso, y así es como estas ardillas canadienses entraron al mundo de Star Wars.
Saturday Night Live, el famoso show cómico de la televisión de Nueva York, abrió una sucursal en España, en la cadena Cuatro. Un equipo de doce guionistas, encabezados por Amando Cabrero (famoso por Crónicas Marcianas, un programa de panelistas), se encargan de adaptar algunos de los guiones más famosos de la serie original y también de hacer nuevas creaciones.
No faltaron los invitados, como en el SNL original. La primera temporada, que terminó hace poco, tuvo el honor de contar con Victoria Abril, Rafaella Carrá y el inmejorable Santiago Segura.
Fue una creación del SNL español la que anduvo dando vueltas por Facebook esta última semana: un aviso de mentira pregonando las virtudes de Derechil, el primer comprimido “indicado específicamente para los desórdenes ideológicos provocados por el exceso de bienestar”.
“Empezás con unas inocentes clases de paddle en un club de unos amigos y terminás aterrorizada dentro de tu 4x4 pensando que un rumano que vende toallitas en un semáforo va a matar a tu familia”, dice una de las afectadas por este trastorno.
Viene en dos variedades: Derechil y Derechil Forte. Y no debe faltar mucho para que un importador vea el filón de satisfacer la demanda en este país.
“Tocarse, el contacto físico, es un terreno muy peligroso”, dice Noreen Hajinlian, el director de la secundaria George G. White, en Hillsdale, New Jersey. Noreen prohibió los abrazos en su escuela hace ya dos años. “Eran abrazos innecesarios, sucedían en los pasillos antes de ir a otra clase. No era un saludo. Sucedía todo el día.”
Los norteamericanos han sido tradicionalmente huidizos al contacto físico, pero según The New York Times, ahora se puso de moda el abrazo entre los adolescentes.
“No hay manera de darse cuenta de si se conocían de antes”, escribe Beth J. Harpaz, hablando del abrazo como saludo adolescente en su libro Los 13 son los nuevos 18. “No hay un hola, ni una sonrisa, ni un saludo con la mano; sólo el abrazo”.
El ritual se está esparciendo tan rápido en los colegios norteamericanos que ya hay algunos estudiantes quejándose de la presión de sus pares. “Si alguien nunca abraza a nadie, los demás piensan que son bichos raros”, dice Gabrielle Brown, alumna de una escuela secundaria de Manhattan.
En esta nueva era de acoso sexual y abusos de menores, las escuelas norteamericanas no han encontrado otra forma de responder que no sea prohibiendo los abrazos, como hizo el director Hajinlian, o bien imponiendo límites de tres segundos. ¿Habrá preceptores con cronómetros recorriendo los pasillos?
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