Dom 09.08.2009
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VICIOS > CUANDO DANIEL CRAIG NO ES BOND

Esa rubia bestialidad

› Por Mariana Enriquez

Hay algo en Daniel Craig que transpira peligro, pero no se trata de la amenaza de músculos, fierros y escenas de acción a las que está asociado hoy después de tener la gran corona varonera: interpretar a James Bond, ¡y hacerlo bien! Que se entienda: Daniel Craig (inglés, 41 años, más petiso de lo que parece, criado en Liverpool) está increíble en las Bond, cuando anda de torso desnudo casi no se puede mirar la pantalla, tiene ojos diabólicos, transparentes, como ciegos; está rubio y frío como el sol de invierno. Ahora mismo se estrena otra con Daniel –dan ganas de llamarlo por el nombre, aunque probablemente en su presencia cualquiera ensayaría un tartamudo “Mr. Craig” y después se arrastraría hasta un pozo para morir–. Esta película nueva se llama Defiance y es la historia de los hermanos Bielski, que en la Bielorrusia invadida por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial salvaron a más de mil judíos escondiéndolos en un campamento en los bosques, y también luchando con los alemanes, armados, resistiendo. Es una historia de voluntad y supervivencia admirable y conmovedora, pero la película es mediocre; la dirige Edward Zwick con todos los clichés posibles, y algunos nuevos. Daniel Mr. Craig es Tuvia Bielski, el hermano mayor, el que decide hacerse cargo de los refugiados, un ex contrabandista medio bestia, que dispara si tiene que hacerlo pero es un gran tipo. A Daniel el personaje le queda bien (a pesar de que es ridículo que hable mitad en inglés mitad en ruso, como hacen todos los otros personajes: hay que encontrarle una solución a este dilema del idioma) pero mejor le queda la chaqueta de cuero marrón y la boina; ni hablar cuando se agarra tifus y anda tosiendo, y después se duerme afiebrado y despierta pálido, ¡qué brillo en esos ojos eléctricos! Es un escándalo apuntar estas frivolidades con una película de tema tan serio y canónico, pero no es culpa del espectador, es de Zwick, que es un director penoso (dirigió Diamante de sangre, no hay mucho más que decir).

Entonces, centrándonos en Daniel, hay algo en Defiance que se repite y no es grato: es su nuevo personaje de héroe de acción, a los tiros y dando patadas (anticipado por su participación en Lara Croft: Tomb Raider, donde hace de ex novio de la heroína). Le sale porque es talentoso, pero no le sienta. Había otro Daniel Craig antes, y era mucho mejor. Mucho menos famoso también, pero tanto más interesante, aunque probablemente por ese camino no saldría del indie. El ojo entrenado lo habrá bichado por primera vez en El amor es el diablo (1998), donde hacía del novio chorro de Francis Bacon. Una hermosura toda sucia y callejera, inolvidable la escena de la bañera (un desnudo tremendo: a Craig el agua le queda extraordinaria), qué ganas de tirarle con algo por la cabeza a Derek Jarman, que está pérfido y maligno como Bacon, qué injusticia arruinarle la vida a Daniel, ladronzuelo de alma atormentada que al final se suicida para tratar de devolverle algo del daño al señor pintor. Poco después hizo de Ted Hughes en la fallida Sylvia, biopic sobre Plath y el Poeta Laureado de 2003 donde ella es Gwyneth Paltrow. Y a ella no le da, pero Daniel como Ted está perfecto: arrogante, talentoso, hermoso en su saco de tweed, peligroso –porque ella, celosa y depresiva, no puede lidiar con un amor turbulento– y compasivo con Hughes, que desde el suicidio de Sylvia fue nominado como poco menos que el asesino. Además, tiene una melena castaña, y es inexplicable lo bien que le sienta la oscuridad allí. También hay escena marina, y hay que decir que para Casino Royale se puso más grandote, pero ya tenía un cuerpo increíble, cosa aún más evidente cuando está desnudo después del sexo en un sillón, hacia el final.

Otro secreto de Craig: Infamous de 2006, la otra película sobre Truman Capote y A sangre fría, donde hace de Perry y el homoerotismo se desparrama. Además, es mejor película que la de Philip Seymor Hoffman, y el actor Toby Jones haciendo de Capote enamorado es una maravilla. Aunque hay que decir que el Perry real no se parecía a esa cosa hermosa tras las rejas que es Daniel Craig.

Lo próximo para Daniel, parece, es más Bond. Y bueno. Nadie reniega de la bestia rubia, eh, es un gusto. Sólo que dan ganas de ver otra vez un poquito de aquella misteriosa oscuridad.

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