FAN > UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA
› Por Tata Cedrón
Hay muchísimas canciones que me gustan, pero con ésta se dio un caso en estos días. Recibí un instrumento de regalo, una guitarrita chiquita que me dio mi hijo mayor, Román, que es luthier de instrumentos de madera. Me lo regaló para mi cumpleaños de 70, porque sabía que me gustaba mucho. Hace un tiempo, cuando estuve en Francia tocando con él y el Cuarteto, él ya lo había hecho y nos paseábamos con el instrumento por todos lados. Me agarré un metejón con ese instrumento tan dulce, tocaba canciones mías y de otros, y me salió un bolero, “El reloj”, de Roberto Cantoral. Con ese instrumento queda muy lindo porque es medio metálico el sonido, un poco como el sonido del reloj, me encanta. Es un poco cursilería y contradictorio esto que digo, porque, bueno, hay una frase de González Tuñón que siempre cito: “Detesto las teorías absolutas”. El dice eso, detesto, detesto, detesto. Yo comparto esa frase, por eso siento que podría hablar sobre esta canción pero también sobre muchas.
Es un tema sentimental, una canción de los ’50, un bolero hermoso que me remonta a la época en que salió. Cuando se empezó a cantar era mi juventud, la cosa romántica de uno que está vigente y que es válida. En ese sentido me reconozco en la cosa cursi y romántica, estar enamorado de una chica o muchas chicas, sentir el amor, digamos, cuando uno es adolescente, que uno está enamorado de todo. Uno está a flor de piel.
Recuerdo especialmente cómo la tocaban Los Panchos. Unas versiones extraordinarias hacían esos músicos que eran de una gran calidad y autenticidad. Eran canciones que se vendían muchísimo pero que no se hacían para vender. La gente las adoptaba y nosotros nos hacíamos de estas canciones.
Desde el punto de vista musical es una estructura con una progresión de acordes muy de los boleros pero muy personal también. Después de tanto guitarrear –hablar en serio de las cosas me da gracia–, si vamos a profundizar, el tema de la canción es el tiempo, “El reloj” está hablando de eso, no sé si habrá algo filosófico más rotundo que el tiempo. Yo tenía un amigo cantante, Manduca, que hacía canciones en los años ’60 y escuchaba a Gardel en el tango “Soledad” y cuando dice: “En la plateada esfera del reloj las horas que agonizan se niegan a pasar”, el brasileño decía es “El tiempo, es el tiempo... ¡dez pontos!”. Le ponía diez puntos al verso.
Volviendo a la frase de Tuñón: “Detesto las teorías absolutas”. Por eso elijo esta canción, para certificar que la canción es una cosa abierta, larguísima, que abarca muchas cosas. A uno le tocó vivir una época especial, no digamos difícil, sino simplemente especial, y hemos participado en la vida social y política de nuestra época, y seguimos haciéndolo porque no estamos muertos. Entonces, a lo mejor estuvimos tildados de música comprometida, y parafraseando a Borges cuando se afilió al Partido Conservador, que dijo “con esta elección demuestro mi escepticismo”, yo con este bolero demuestro mi escepticismo hacia la música comprometida.
Insisto: “detesto las teorías absolutas”.
Reloj, no marques las horas
porque voy a enloquecer,
ella se irá para siempre
cuando amanezca otra vez.
No más nos queda esta noche
para vivir nuestro amor,
y tu tic-tac me recuerda
mi irremediable dolor.
Reloj, detén tu camino
porque mi vida se apaga,
ella es la estrella que alumbra mi ser
yo sin su amor no soy nada.
Detén el tiempo en tus manos,
haz esta noche perpetua,
para que nunca se vaya de mí,
para que nunca amanezca.
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