Dom 12.01.2003
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PICARDíAS

Adorable Mentiroso

Ex jefe del Partido Conservador británico, ungido Lord por Margaret Thatcher, Jeffrey Archer lleva preso dos años, condenado por haber fraguado testigos en un juicio por difamación contra un periódico, pero no pierde el tiempo ni las mañas. Violando la ley que prohíbe a los presos hacer dinero desde la cárcel, Archer acaba de sacar su novela número once, Sons of Fortune, por la que recibió un anticipo millonario y donde sigue practicando su deporte favorito: la falacia.

Por Andrew Graham-Yooll, desde Londres

Jeffrey Archer salió temprano. Es decir, salió en tapas duras, porque aún no ha salido de la cárcel abierta de Hollesley Bay, en Suffolk, al sur de Londres, donde purga una sentencia de cuatro años por mentiroso y encubridor.
Pero si bien la nueva novela de Lord Archer, Sons of Fortune (“Hijos de la fortuna”) sale en condiciones dudosas –a los presos se les prohíbe comerciar en beneficio propio desde la cárcel, y el lanzamiento del libro se preparó con apuro para aprovechar las ventas de fin de año–, hay algo de lo que es absolutamente insospechable: de ser literatura.
El libro está plagado de errores que la nueva editor de Jeffrey Howard Archer (1940), María Rejt, de la empresa editora Macmillan, de propiedad alemana, no supo corregir. La mudanza de Lord Archer de la editorial Hodder & Stoughton (donde tenía por editor al hábil Richard Cohen) y Harper-Collins (donde los errores y horrores eran salvados por Stuart Proffitt) le ha significado una caída en su gramática y un ascenso en sus finanzas: sus agentes literarios –la empresa Curtis Brown de Londres– negociaron un paquete de 11 millones de libras esterlinas (algo así como 17 millones de dólares) por tres novelas y una trilogía de Memorias de la cárcel, cuya primera entrega apareció en octubre del 2002.
Mientras las grandes editoriales se preguntan cómo el Lord mentiroso logró negociar semejante paquete y sacar de entre las rejas su novela número once (la negociación del autor y sus agentes con Macmillan comenzó en la cárcel abierta North Sea Camp, en el norte del reino), es casi seguro que Macmillan tendrá que corregir la segunda edición que habrá de lanzarse en Estados Unidos, dado que las ventas anticipadas en términos de pedidos confirmados son de 500 mil ejemplares.
Richard Charkin, CEO de Macmillan, defendió a su autor: “La novela refleja la decisión de continuar con su profesión de escritor a pesar de sus extrañas y difíciles circunstancias”, declaró. Pero es evidente que a sus lectores no les va a causar gracia que Archer sea la única persona en el mundo capaz de creer que el autor de Ain’t Misbehavin es Cole Porter y no Fats Waller y Andy Razaf, sus autores reales. ¿Será que entre chorros no importa a quién se le roba?
Las autoridades de la cárcel demoraron la entrega de ejemplares de Sons of Fortune, pero no fue para revisar el texto sino para confirmar que no había drogas escondidas entre las tapas duras, un “uso que algunos internados les dan a los libros”, según aclaró un funcionario.
Por lo tanto, no pudieron ver lo que se les había escapado a los correctores de Macmillan. No vieron, por ejemplo, que a uno de los personajes principales se lo pondera por su astucia política cuando en 1976 recomienda vender pesetas españolas debido a la presencia de un “gobierno de izquierda”. En el ‘76, en realidad, apenas se habían enfriado los huesos del tiranosaurio Francisco Franco (1892-1975); en 1977, España realizó elecciones libres y recién en 1982 Felipe González y el PSOE llegaron al gobierno. Henry Kissinger aparece como asesor de seguridad de Lyndon Baines Johnson (1908-73), cuando en realidad el conocido Dr. K. fue nombrado por Richard Nixon en 1969. Archer logra atribuirle la autoría de Viñas de ira (1939) a William Faulkner (1897-1962) en vez de al Premio Nobel 1962 John Steinbeck (1902-68). Además, Archer confunde palabras como pragmatismo y cinismo e incurre en otros cambios patológicamente sospechosos.
No vaya a pensar el lector que uno lee a Archer por lo que escribe. Vaya fantasía. Uno lo lee para buscar sus errores.
La nueva historia de Archer es muy parecida a otras con las que ya tuvo éxito. Vuelve aquí su fórmula favorita de los mellizos Nat y Fletcher, separados a poco de nacer en un hospital de Nueva Inglaterra en 1949, hombres de fortuna y éxito en las finanzas y la política que en 1992compiten con ferocidad en una elección primaria por una gobernación estadual en Estados Unidos.
Archer tiene la costumbre de insertar escenas de su propia, curiosa existencia, que arranca en la universidad de Oxford. De allí se fue para lograr, entre 1969 y 1974, la banca en la Cámara de los Comunes que tuvo que dejar cuando se declaró su quiebra. Para pagar sus deudas, Archer decidió hacer fortuna como escritor de gruesas novelas de aeropuerto. La primera fue Not a Penny More, Not a Penny Less (1975), algo así como “Ni un centavo más, ni un centavo menos”, basada en su propia experiencia. Satisfizo su interés por los escenarios con una obra de intriga policial y comprándose su propio teatro. Volvió a la política y llegó a ser jefe del Partido Conservador con Margaret Thatcher, que lo hizo Lord y por lo tanto miembro de la Cámara alta. Impulsó y ganó una famosa causa por difamación contra un periódico que lo descubrió con una prostituta; hace dos años, cuando los testigos que había reclutado confesaron haber mentido, Archer el querellante se convirtió en Archer el encausado. Ahí está hoy: su único crimen, según la clase dirigente que lo rodea, es haber dejado al descubierto sus pecados.

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