MúSICA > SANTIAGO BARRIONUEVO, EL LíDER DE EL MATó A UN POLICíA MOTORIZADO
Autodidacta musical, es el cantante, letrista y alma mater de una de las revelaciones de la escena independiente: El Mató a un Policía Motorizado, una banda de espíritu punk, alma romántica y canciones pegadizas. En esta entrevista habla del largo camino que los llevó a la revelación, pero también de dos peculiaridades notables: su faceta de dibujante (incluido un libro para niños) y su cualidad de platense al que no le gustan los Redonditos de Ricota.
› Por Mercedes Halfon
Es fácil imaginarse a algún fanático de El Mató a un Policía Motorizado francamente desorientado al enterarse de que el líder de la banda había sacado un libro de cuentos infantiles. Era raro. Santiago Barrionuevo, o Motorizado, o el Chango a secas, el morocho que aúlla canciones sobre muertos al mando de esa banda poderosa e hipnótica que es El Mató... ilustraba un libro llamado Rita viaja al cosmos con Mariano, editado por Planta Editora. Pero no era tan raro en realidad. El cuento pertenecía a Fabián Casas y en sus páginas parecía haber fundido el universo retro-infantil que vive al lado de su obra narrativa y poética desde siempre, con la psicodelia imaginativa que caracteriza a las bandas del sello platense Laptra. Nadie mejor que Santiago Motorizado entonces para hacer esos dibujos donde aparecen personajes volando por la galaxia en canastas propulsadas a chorros de soda, nenes pelirrojos que habitan Marte, o figuritas de fútbol inhallables y motivadoras de ese viaje espacial comandado por Mariano y su perra Rita. “Lo que yo hago en El Mató... los flyers, o los dibujos para los discos, es un poco comic en algún punto y un poco infantil en otro. Así que había una relación. Pero concretamente dibujos infantiles, no había hecho nunca. Sí me acuerdo de algunos que me gustaban mucho de chico, como uno de Andersen que tenía unos dibujos pintados de una forma increíble, unos leones con unos ojos grandotes y detallados, que me asustaban mucho. Y ese miedo me generaba atracción, no rechazo. Algo de esa psicodelia y de ese dibujo medio clásico quise recuperar en los dibujos del libro.”
Pintaron las canciones
En tren de seguir explicando esa rareza debe decirse que el Chango –nombre que adquirió en su mayoría de edad cuando dejó de ser Changuito, apócope del apodo de su padre– viene de una formación académica en plástica y autodidáctica en música. He ahí una clave de la particularidad de El Mató... y de Santiago mismo, responsable de las letras y de la estética de esta banda especialista en crear munditos personales y cerrados que se elevan hacia el cielo como globos de gas. Una banda que sería impensable en otro lugar que no fuera esa ciudad-pueblo-chico-que-huele-a-espíritu-adolescente como es La Plata.
El Chango cuenta que después de tener varios grupos que se disolvían al momento de o justo después de grabar el disco, cuando formó El Mató... con amistades de la infancia y el secundario, decidió que la clave estaba en grabar antes que nada. Incluso antes de tener terminadas las canciones. “Acudimos a un chico que tenía un estudio casero, teníamos doce o quince temas sin letra. Y me mandé a hacerlas ahí, en el estudio, y fue un momento bastante complicado porque lo más difícil de todo son las letras, lo más concreto a nivel de expresión artística. Fueron saliendo, las ensayamos y las grabamos. Y recién cuando estábamos mezclando, empezamos a tocar. Algunos meses después, sacamos el disco.”
Así nació El mató a un policía motorizado (2003), el primer disco de la banda, donde ya se distingue su sello característico: guitarras distorsionadas y bases minimalistas, en temas pegadizos donde brilla la economía de acordes y palabras. Rock conurbano que sin embargo no le teme a la lírica emocionada en una canción como “Guitarra comunista”, donde un ruidoso riff es el colchón donde desplegar palabras como éstas: “Ella escucha otra vez/mientras esconde el cable y la TV/tan perfecta que sé/con su guitarra roja ella podría ver que/nadie la merece/ni yo que soy el mejor”.
Trilogia de la vida zombie
Después de eso, como si en la estructura de las canciones de El Mató... –arranque, repetición y estallido noise– estuviera todo, Santiago pergeñó una trilogía que iba a desarrollar esa misma idea: tres discos que incluirían uno de Navidad (Navidad de reserva, 2005), uno sobre la vida en general (el más ecléctico Un millón de euros, 2006) y uno sobre el Apocalipsis y la muerte, (Día de los muertos, 2008). “Fantaseaba con el disco conceptual. Una idea que nos guste mucho y a partir de eso hacer más fácil el ejercicio de la composición, como un disparador que ayuda a crear. El disco de Navidad me gusta: en ese momento había bajado un montón de discos, de los Beach Boys, de Elvis, discos más comerciales de Navidad, pero que nos sirvieron de inspiración para nuestro disco de Navidad bonaerense, una Navidad cruda. Cuando les conté a los chicos estábamos en octubre, y la idea era sacarlo en diciembre. Y salió, lo armamos muy rápido. Fue un buen momento ése, muy inspirado.”
Claro que entre el arrebato del primer EP y la síntesis del último, pasaron los años y medió la experiencia. De tardar dos semanas en grabar Navidad de reserva pasaron a tomarse un año para componer, registrar y arreglar Día de los muertos. “Nos pusimos muy quisquillosos en la producción. Discutíamos todos cada detalle”, explica Santiago. En el medio, a partir de Un millón de euros, que incluyó los hits “Amigo Piedra” y “Chica rutera”, El Mató... empezó a tocar muchísimo más seguido, y a ocupar el lugar de la banda indie revelación, en revistas de rock y suplementos jóvenes. Algo que por fuerza de producción y originalidad, se tenían merecido. Con Día de los muertos, el más radical, la banda llegó a un punto de madurez muy personal. Da cuenta de eso un tema como “Mi próximo movimiento”, canción pegadiza si las hay, himno conceptual y futbolero: “Voy a subir al techo a ver/admiraré el desastre/bajo la luz/de la luna gigante/ ellos lloran abajo del árbol, arriba del árbol, detrás del árbol/tuve miedo pero ya se fue/ahora estoy arriba de mi casa con un rifle”.
No era de justicia por mano propia de lo que hablaban, sino, sencillamente, del fin del mundo. “Un día fui a la casa de Willy que había alquilado El amanecer de los muertos, de Zack Snyder. Hay mil películas sobre muertos vivos en la que los muertos vivos van caminando despacio, arrastrándose, y lo que planteaba el director acá es que los muertos vivos directamente corren. Ese era el único cambio que hacía. Flasheamos. Esa violencia planteaba un fin del mundo inmediato.” La obsesión por este tema siguió con investigaciones sobre las profecías mayas, esas que dicen que en el 2012 el mundo podría estallar. “Lo que plantean no es un fin del mundo tan destructivo, sino un cambio en la conciencia del ser humano, un derrumbe de ciertas estructuras que hay ahora, para pasar a otra cosa. Está bueno, porque es optimista lo que dicen.”
Entre la violencia anárquica de los zombies veloces y el tono bucólico de los augurios mayas, se encuentra el tono del EP. Como en la hermosa “El día del huracán”, que dice: “Paseando por el cielo azul/esperando el armagedon/vos y yo”. Romántica y febril.
El cosmos musical
En su cosmogonía personal, Santiago Motorizado no tiene lugar para la fija platense: Los Redonditos de Ricota. “No entiendo cómo a alguien pueden gustarle”, exagera, y ubica en un lugar central al punk cuadrado y sentimental de los también locales Embajada Boliviana. Una banda que le enseñó de adolescente la esencia del indie. “Estábamos en primer año del secundario. El cassette de la banda lo vendía el padre del bajista en una agencia de autos, había que ir ahí y comprarlo. Era una banda punk ramonera, era muy desprolijo y el cantante cantaba con mucho corazón. Toda esa combinación me volvió loco y me llevó a un lugar de rock artesanal. Fue un aprendizaje respecto del arte. De cómo algo hecho de modo urgente y casero podía ser tan genial como algo con una súper producción profesional. Nos hicimos muy fanáticos y con una banda anterior que tuvimos llegamos a tocar con ellos, algo que para nosotros fue como tocar con Los Ramones.”
Esa espontánea desprolijidad es parte del encanto de El Mató... De hecho Santiago reivindica ese sonido hasta un punto extremo: “Está bien la búsqueda de tocar los instrumentos bien, de que el disco suene lo mejor posible, pero sabemos que no vamos a llegar a la perfección, y a mí me gusta así, me gusta la desprolijidad natural. Ver a una banda que suena como sesionistas me resulta horrendo. Tengo una teoría que es que en la Argentina hay muchos cantantes malos. Malos técnicamente, me refiero, y que son geniales para mí y muy populares. Fito Páez, El Bahiano, Ciro Pertusi, Cucho –el cantante de los Decadentes–, Bochatón, Fidel Nadal. Son mis cantantes favoritos, bueno, Bahiano y Ciro no, pero el de los Decadentes, por ejemplo, canta remal y sin embargo para mí es extraordinario. Me gusta que cante como él puede, y me parece que motiva a la gente a hacer arte, a que cualquiera pueda cantar, que no es un impedimento no tener un conocimiento académico. Para mí eso es lo más valioso.”
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