Dom 26.01.2003
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PERSONAJES

Yo quiero tener un millón de amigos

Ya son seis las veces que visitó a Bush Jr. en la Casa Blanca. La reina Isabel lo recibió a mediados de los ochenta. Hugo Banzer le pidió un millón de ejemplares del Nuevo Testamento para ponerles la banderita boliviana y repartirlos en los colegios. Y ahora tiene agendado un encuentro con Duhalde. ¿Quién es Luis Palau, el argentino que desde hace 30 años es el predicador estrella del evangelismo hispano y que el fin de semana que viene quiere juntar un millón de fieles en el Monumento a los Españoles?

POR ALEJANDRO SESELOVSKY

Ahí está, sonriendo desde el afiche, súbito como una aparición, beato y luminoso como los jubilados de photoshop en los que nos vamos a convertir si elegimos la AFJP correcta. Ahí está la cara que a puro cola y pegatina inundó Buenos Aires y que parece estar diciéndonos: Hijo, tengo el secreto de tu felicidad, ven por él... Ahí está, se llama Luis Palau, nació hace 68 años en Ingeniero Maschwitz, provincia de Buenos Aires, hace unos 30 que vive en Portland, Oregon, y es, sin vueltas, el predicador evangélico estrella del mundo hispano.

RECUERDOS DE PROVINCIA
Palau era un niño rico de la manera en la que se es un niño rico en un pueblo periférico de la década del cuarenta: papá comerciante, proveedor de la creciente industria de la construcción; mamá con pasado de organista en una iglesia católica, apellido con fuerte presencia local, etcétera. Los Palau habían recibido el Evangelio directamente de manos de un inglés ejecutivo de la Esso que en sus ratos libres salía a misionar y que había golpeado la puerta de la familia en Maschwitz para ofrecerles Biblia, fe evangélica y conversión inmediata. A los 10, después de la repentina muerte de su padre y una sostenida mala administración de los bienes familiares, Palau comienza a convertirse en un niño no tan rico, lo que derivará en el éxodo familiar hacia Córdoba capital.
Fue bancario, después bancario y predicador, después predicador. En 1957 produjo en radio los primeros experimentos mass media de la oración. Para el año ‘67, cuando arrancó con “Luis Palau responde por Radio Colonia” (su hito mediático consagratorio, digamos), ya había encontrado la cuerda de su retórica: un discurso directo que hacía foco sobre la familia y el abordaje de un tema demasiado resbaloso para la época: el sexo. “Sólo tenía 12 años, pero me sentía todo un hombre. Un día estaba ayudando a entregar una carga de bolsas de cemento. El conductor del camión me dijo: ‘Luisito, te estás convirtiendo en un hombrecito, pero no tienes papá, de modo que necesitas que alguien te hable acerca de las verdades de la vida’. Pero en vez de decirme nada, el conductor simplemente abrió una revista mientras yo, incrédulo, observaba fotografías de hombres y mujeres desnudos. Estaba en shock y asqueado. Antes había sido curioso, pero siempre había resistido a la tentación de mirar tales revistas. Era repulsivo. No fue sino hasta que cumplí los 23 que un hombre me habló sobre el sexo según la Biblia. Yo me sorprendí de lo mucho que la Palabra de Dios dice en cuanto al sexo”, escribió Palau en una de sus “disciplinas libertadoras”, columnas devocionales de publicación semanal en el site de su asociación.

CORDEROS VIP
Lo que viene después es vertiginoso, pero previsible: más prédica, algunos viajes, el ingreso al Servicio Evangelizador para Latinoamérica (Sepal), su primera campaña o cruzada o festival en Bogotá, la presidencia de la Sepal y, en el año ‘78, el sueño de la multiorganización internacional con presencia planetaria propia hecho realidad: la Asociación Evangélica Luis Palau y el Instituto Bíblico Luis Palau reparten por la Argentina, Canadá, Estados Unidos, Guatemala e Inglaterra unos 100 integrantes.
Pero no todo es salvar a corderos anónimos agolpados en estadios y parques. Luis Palau lleva seis visitas hechas al atribulado Bush Jr. en plena Casa Blanca, incluyendo su soporte espiritual post-11/9. La reina Isabel lo recibió a mediados de los ochenta, cuando el humo negro de Malvinas aún no se había disuelto en el aire. Hugo Banzer le pidió un millón de ejemplares del Nuevo Testamento para ponerles la banderita boliviana y repartirlos en los colegios. Y el miércoles 29, a las 10 de la mañana, Eduardo Duhalde lo estará esperando para hablar de tanta Argentina ensimismada. “Luis D’Elía prometió que se venía de Porto Alegre sólo paraencontrarse con Palau y también está en la agenda una reunión con Víctor De Gennaro”, informa Rubén Proietti, pastor de la Iglesia Bautista de Olivos e integrante del equipo Palau en Buenos Aires.
Puede ser Letonia, Shangai o Jamaica, preferentemente delante de multitudes, que lo ponen cómodo. Y en ningún lugar olvida los dispositivos esenciales para un montaje eficaz de la escena. “No sólo predica; también es un experto en sonido e iluminación. Es capaz de dejar el púlpito y meter los dedos en la consola para arreglar un rebote o un acople”, cuenta Proietti.

PERDIENDO IMAGEN A TU LADO
El Festival Palau 2003, que se llevará a cabo en el Monumento a los Españoles el próximo viernes y sábado, va a contar con la presencia de Juan Luis Guerra y Yuri, cantante mexicana rescatada por el verbo de Cristo de la tapa de Playboy y otros escaños de la vida porno soft. “Algunos dirán que me zarpo, pero esperamos un piso de 700 mil personas... de piso, eh”, dice Proietti.
Hay algo de fiebre iniciática en la puesta a punto del festival. Todo el aparato evangélico nacional está encolumnado detrás de una organización por lo menos compleja cuyo anhelo secreto (y en off) es despegar finalmente de algunos lastres de imagen pública, como los pastores escandalizantes de intimidad mediática o los brasileños milagreros que venden en Lavalle la salvación en frasco, y ver si alguien alguna vez les atribuye algo más que un vociferante combo de aleluyas y sanaciones. Por eso, desde diciembre, 6 mil voluntarios viven literalmente con la camiseta puesta y funcionan como carteles humanos con la información sobre el pecho, ambulatorios, esperando ser interrogados en los trabajos, en las universidades, o por donde les toque caminar. Por eso se imprimieron seis millones de volantes, se negociaron espacios en Radio El Mundo y en Canal 7. Por eso también se reclutaron colaboradores (el nombre técnico es “amigos del festival”) cuya tarea es “tejer la gran red que se usará para la pesca de hombres y mujeres con sed de Cristo”, según dice el envío de prensa; finalmente se organizó un sensible Té de Damas en el Salón Libertador del Hotel Sheraton donde Palau será, otra vez, esa presencia a mitad de camino entre la epifanía y su ilusión.

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