Dom 18.04.2010
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CINE > FURIA DE TITANES Y RAY HARRYHAUSEN, EL REY DE LAS PELICULAS MITOLOGICAS

Monstruos eran los de antes

El estreno de Furia de titanes resucita vía el 3D uno de los géneros más difíciles y menos transitados por Hollywood: el de la mitología clásica. Y en ese rubro Ray Harryhausen fue el rey. Alfredo García lo recuerda a él y a esos alucinantes monstruos que hacía sin mouse pero con pelo, goma y corazón.

› Por Alfredo Garcia

Furia de titanes vuelve a traer a la pantalla grande el tipo de aventuras fantásticas con dioses de la mitología clásica griega, y todos los seres legendarios muchas veces realmente monstruosos que tan bien recreaban los films con efectos especiales de Ray Harryhausen.

Justamente esta superproducción en 3D y con los más modernos efectos digitales del siglo XXI es una remake del último opus en la carrera de Harryhausen, que en la Clash of the Titans original de 1981 utilizaba sus efectos de stop motion animation (es decir: muñecos animados cuadro por cuadro y luego compuestos a través de efectos ópticos para que interactúen con los actores de carne y hueso). Raymond Frederick Harryhausen (Los Angeles, 1920) quedó hipnotizado para siempre por el cine cuando, a los 13 años, vio el King Kong original, que tuvo dos directores (Merian Cooper y Ernest Shoedsack), pero cuyo gran artífice fue el responsable de sus muñecos animados por stop-motion: Willis O’Brien. Con los años, Harryhausen se convertiría en el principal discípulo de O’Brien, trabajando con él en El gran gorila (Mighty Joe Young, 1949), y luego, en el maestro de este arte por los siguientes treinta años. Pasando por los más prototípicos monstruos gigantes radiactivos y ataques de platillos voladores de los años de clásicos de bajo presupuesto como The Beast From 20 Thousand Fathoms (la película en la que luego se inspiró la japonesa Godzilla) o The Earth vs the Flying Saucers, pronto Harryhausen pasó a interesarse por las míticas criaturas que pululaban por la antológica El séptimo viaje de Simbad, que incluía la gigantesca Ave Roc de dos cabezas, un esqueleto que cobraba vida, un dragón y un cíclope. El gusto de Harryhausen por las criaturas mitológicas por sobre los típicos monstruos gigantescos del cine de ciencia ficción de bajo presupuesto lo hizo concentrarse en el Olimpo griego para la obra maestra indiscutida en la materia, la formidable Jason y los Argonautas (dirigida por Don Chaffey en 1963) que contaba la búsqueda del Vellocino de Oro por Jasón, e incluía arpías voladoras, la espantosa Hidra (el monstruo de múltiples cabezas que se regeneraban y multiplicaban si se le cortaba alguna) más dramáticas apariciones como la de un descomunal coloso metálico o el mismísimo dios Poseidón emergiendo del océano para azotar a los héroes con terribles tempestades. Con el énfasis puesto en los alucinantes efectos especiales, asombrosos incluso para los parámetros actuales (por ejemplo, el ataque de un ejército de esqueletos armados con espadas es un tour de force de este tipo de técnica de animación de figuras tridimensionales, que Harryhausen bautizó Dynamation), el film tenía un digno reparto de actores ingleses como Nial MacGinnis (intérprete galés que encarnaba a Zeus) o Nigel Green (Hércules), pero al igual que sucedió casi siempre con estas producciones basadas en efectos especiales, la falta de estrellas famosas o intérpretes de gran prestigio al momento de personificar a los máximos dioses del Olimpo atentó un poco contra el recibimiento del film.

Por eso, dos décadas más tarde, al encarar Clash of Titans, Harryhausen y su habitual productor Charles Schneer fueron directo a lo más seguro y le dieron a sir Lawrence Olivier el papel de Zeus, completando el elenco con figuras de renombre como Claire Bloom, Burgess Meredith, Maggie Smith, Flora Robson y una apropiada Afrodita, Ursula Andress. Si bien esta realización de Desmond Davis no llegó a ganar ni siquiera una nominación al Oscar, se convirtió en uno de los grandes éxitos de su era, multiplicando varias veces en la taquilla su enorme costo de 15 millones de dólares (el mayor en la carrera de Harryhausen) y ayudando a consolidar el boom de la resurrección del cine fantástico de comienzos de la década del ‘80. Si embargo, el desarrollo de nuevos efectos especiales a cargo de compañías como Industrial Light & Magic, de George Lucas, comenzaron a desplazar al stop motion, y Harryhausen anunció su retiro cuando su productor, Schneer, todavía no conseguía reunir la financiación de una secuela de Furia de titanes, en la que habían estado trabajando con el veterano del stop motion bajo el título Fuerza de los troyanos (y que hubiera incluido personajes como Icaro y los Cuatro Jinetes del Apocalipsis).

Ahora que los críticos norteamericanos están recibiendo la remake digital 3-D de Furia de titanes (protagonizada por Sam Worthington, el héroe de Avatar, como Perseo, Liam Neeson como Zeus, y Ralph Fiennes como su hermano renegado Hades) con los dedos metidos hasta la garganta, muchos empiezan a acordarse de lo que los viejos y queridos muñecos de Harryhausen pudieron hacer a partir de un argumento fascinante que, después de todo, no por nada ha sobrevivido miles de años. En el influyente sitio Ain’t It Cool, Harry Knowles escribe que a las criaturas mitológicas digitales “les falta vida. Al hacer el rostro de Medusa hermoso y pálido, se ve como un mal personaje de gráficos computarizados sin personalidad. Es cierto que la Medusa de Ray Harryhausen se movía con la rapidez de la Momia de Boris Karloff, pero sí se veía tenebrosa. Con un milésimo de los controles de la animación, la Medusa de Harryhausen era trágica, letal y mucho más sorprendente que la actual, que se mueve sin peso ni inteligencia. ¿Y en cuanto a las arpías? Nunca conseguimos verlas con claridad. ¿El ataque del Escorpión? Es un desastre. Y la diversión... ¿se acuerdan de la diversión?”.

Hoy, a pesar de que haber anunciado su retiro 30 años atrás, Ray Harryhausen sigue, a los 90 años, presentándose en conferencias y dando charlas sobre su arte, y mantiene un sitio web oficial con información sobre todas sus películas, proyectos perdidos, algunas lecciones sobre animación, y donde se recogen también los tributos de escritores y cineastas que declaran su amor incondicional por el arte de Harryahusen. A la cabeza de todas esas declaraciones, una cita de su amigo, el otro Ray (Bradbury), que dice: “Estamos unidos por la cadera, y estamos unidos por la frente, y estamos unidos por la imaginación”.

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