A la sombra del Imperio
Después de la célebre Maus, en la que contó el Holocausto en clave de gatos y ratones, Art Spiegelman no había vuelto a dibujar una historieta. Pero tras el atentado del 11 de septiembre, renunció a su cargo en el New Yorker por serias diferencias editoriales y recuperó a aquel ratón protagonista de su obra maestra para el flamante In the shadow of no Towers, la historieta que retrata los Estados Unidos de Bush Jr. y que un solo medio norteamericano se anima a publicar.
› Por Martín Pérez
Arriba de todo, una secuencia de tres viñetas con una familia durmiendo en un sillón frente al televisor. A los costados, de arriba hacia abajo, una larga tira con imágenes de un edificio que cae, una de las Torres Gemelas. Al medio, tres paneles que hablan de los límites de las imágenes televisivas. Y bien en el centro, dos tiras que semejan las planchas dominicales de las historietas de los diarios norteamericanos, protagonizada por un borracho que regresa a su casa en medio de la noche. Sube la escalera, prende la luz de su cuarto y uno de sus zapatos vuela por el aire cayendo sonoramente al suelo. “Shh”, le dice al zapato mientras se saca el otro y lo apoya en el suelo con sumo cuidado, para luego meterse en la cama, apagar la luz y dormirse inmediatamente. Lo despierta un insulto de sus vecinos. El último cuadrito de la tira muestra la casa del borracho, con todas las luces prendidas menos la suya. “¡Podría tirar el otro zapato de una vez, así nos podemos ir a dormir en paz!”, le aúllan desde el piso de abajo. Un gag efectivo, pero que no es inocente. Sobre todo si se tiene en cuenta que el texto en primera persona de la secuencia que muestra la caída de una de las Torres, luego de confesar que el atentado se repite una y otra vez desde entonces, termina asegurando que “me sentiría un verdadero idiota si sucede un nuevo desastre mientras aún estoy elaborando el anterior”.
A la manera de las viejas planchas dominicales de comics, a toda página y a todo color. Así es In the shadow of no Towers (título traducible como “A la sombra de ninguna torre”), el nuevo comic de Art Spiegelman, el autor de Maus, aquella historieta ganadora del Pulitzer, en la que un hijo de sobrevivientes de los campos de concentración alemanes recordaba el Holocausto a través de su padre, ilustrando no sólo aquellas memorias sino también el momento en el que le fueron contadas. Autobiografía honesta y terrible, Spiegelman se escudaba en Maus detrás de una metáfora animal para poder contar su historia, con los judíos como ratones, los alemanes como gatos y los polacos como cerdos, entre otros. “Era una forma de representarme a mí mismo en una época en la que no me podía ver claramente ni siquiera frente al espejo”, explicó alguna vez Spiegelman, que en el comic aparece dibujado como un ratón, al igual que su padre.
Aquel ratón es el que ha regresado para el nuevo comic, el primero desde Maus. Pero esta vez sin ser protagonista, sin encarnar una historieta lineal, sino apareciendo en las viñetas y las tiras de la plancha mensual que le fue encomendada a Spiegelman por el periódico alemán Die Zeit. Publicado también por el London Review of Books en Gran Bretaña y sólo por una revista progresista judía llamada Forward en Estados Unidos (la única publicación de su país dispuesta a hacerlo), el regreso de Spiegelman a la historieta es una respuesta directa a lo que fue sucediendo en Norteamérica luego del atentado a las Torres Gemelas. “Creo que desde entonces hemos sufrido en Estados Unidos un pacífico golpe de Estado, con el gobierno usando los eventos del 11 de septiembre para justificar una agenda que incluye la limitación de las libertades civiles, entre tantas otras cosas”, explicó Spiegelman, que también ha renunciado a su puesto en la revista The New Yorker. “Lo hice como protesta al conformismo de los medios masivos durante esta Era Bush”, explica el dibujante. “Desde la caída de las Torres me siento como si hubiese vivido en una especie de exilio interno, o como un disidente político confinado a una isla”, graficó Spiegelman en una entrevista concedida al periódico italiano Corriere della Sera. “El editor del New Yorker, David Remnick, se sorprendió cuando le presenté mi renuncia, e intentó disuadirme. Pero le dije que la clase de cosas que quería hacer no eran apropiadas para el tono actual de la revista. Y que, dado que vivimos en tiempos peligrosos, no creía que fuera el momento de evitar los compromisos.”
Nacido en Estocolmo en 1948 pero criado en Estados Unidos, Spiegelman subraya el hecho de haber sido educado por padres que sobrevivieron alHolocausto, y que le recordaron sin cesar que el mundo era un lugar increíblemente peligroso, y que siempre había que estar preparado para huir. “Sus predicciones se hicieron realidad el 11 de septiembre, así que los paranoicos terminaron teniendo razón”, asume el dibujante, que vive a unas pocas cuadras del sitio donde estaban las Torres. Precisamente, su último trabajo para el New Yorker fue un paisaje de las torres desaparecidas, dibujadas en negro sobre negro, que fue tapa de la revista. Pero de allí en adelante y hasta su renuncia, todos sus trabajos sólo despertaron quejas. “Soy demasiado europeo para los norteamericanos”, explica el autor de Maus. “Las noticias que me hacen trabajar no son las mujeres bellas, los buenos vinos o las palmeras. Lo que me hace concentrar es el momento-mori, eso que te recuerda que tarde o temprano vas a morir. Mi noticia es el desastre. No quiero calmar a la gente, sino provocarla. Me dije: Spiegelman, estuviste trabajando en ensayos y en una obra de teatro, pero les prestaste poca atención a las historietas. Vas a morir y pasaste tus últimos años sin hacer ningún comic. Así que ahora estoy tratando de reparar eso.”