Dom 30.03.2003
radar

Deme dos

No es lo que se dice un acontecimiento pero algo es algo: la señal Venus salda la cuenta de poner al aire un estreno nacional y para tal fin, no le queda otra que pasar la nueva de Víctor Maytland, casi el único director de películas porno en Argentina. Secuestro Exxxpress recurre a temas de candente actualidad para, ya se sabe, enviar un profundo mensaje

Por Mariano Kairuz

Ver para creer; ver y no creer. Si el verosímil cinematográfico se construye de a dos (o de a tres, o de a cuantos quieran, la cuestión es que de un lado estén los que proponen y del otro espectadores más o menos dispuestos a creerse lo que sea que les estén contando), Secuestro Exxxpress, último opus hasta el momento de Víctor Maytland, pone demasiado en manos de su potencial público. Se podría decir incluso, para extender el placer del chiste fácil, que se trata de una película que exige de su parte una voluntad y un esfuerzo de envergadura. Maytland es, desde principios de los ‘90, el principal y prácticamente único realizador de cine porno en Argentina, con títulos como Un argentino en Ibiza y Los Pinjapiedras en su haber. Secuestro Exxxpress, que fue editada en video unos meses atrás, es el estreno con que la señal codificada y condicionada Venus, que la anuncia con bombos y platillos para la medianoche del próximo sábado, planea debutar en el negocio de emitir un largometraje hardcore nacional por televisión. Vaya entonces, de nuevo, la advertencia para todos aquellos que se dispongan a registrar el evento en directo: la visión de Secuestro... requiere la suspensión absoluta de toda incredulidad.
A esta altura de las cosas (el cine porno es centenario, como el cine a secas) nadie que consuma el género de manera más o menos regular lo hace en busca de una experiencia de tipo cinema verité –aunque al semiólogo Román Gubern le guste hablar de “documental fisiológico”–. Y por lo tanto puede que el Maytland modelo 2003 no resulte tan desconcertante en sí mismo como el empeño de los responsables de Venus en promocionarla como un evento. ¿Qué cazzo erige a Secuestro Exxxpress, con ese título que hace gala de una rotunda falta de originalidad (donde entra una equis entran tres), por encima de la producción más rutinaria del género? Al parecer, un presupuesto algo mayor que el standard nacional (nuevamente: que el de las anteriores películas del mismo director) y su origen criollo. Varias escenografías, incluidos exteriores, “15 actores en acción”, indica la gacetilla promocional, aunque las comillas deberían limitarse a eso de “actores”. ¿Pero será, acaso, su voluntad “narrativa”, la intención manifiesta de contar una historia entre penetraciones? En este campo, a Maytland no le fue del todo mal con Un delito de corrupción, un título muy valorado por los conocedores. Secuestro... no sería entonces nada más que “una” sobre gente cogiendo en una (previsiblemente) muy limitada combinatoria de números, posiciones y ambientaciones, situaciones apenas hilvanadas con un par de gruesos rayones argumentales, sino que además esos rayones pretenderían ser algo más, incursionando de manera directa en la zona más sórdida (bueno, en realidad no) del género policial. Ver y no creer.
El argumento se extiende a lo largo de unas doce horas y comienza mostrando paralelamente a (casi) todos sus personajes, ubicando geográfica (y socioeconómicamente) a cada uno con un texto en el borde inferior de la pantalla: Villa de emergencia, Provincia de Buenos Aires, 6:25 AM/ Alojamiento Black Jack, Capital Federal/ Casa familia Mejía, Capital Federal/ Saint Event’s School, Capital, 9:00 AM. Por un lado está el trío madrugador de la villa (luego cuarteto), que con su polvo matinal se apresta a dar el golpe del título. Por otro, las hermanas Mejía, una de ellas fotógrafa de profesión (la más “neumática” del reparto) y la otra una adolescente en minifalda escocesa de colegio privado (la futura víctima del golpe), que discuten durante el desayuno. En tercer lugar, el telo en el que el hermano mayor de las chicas lleva a cabo su maratón sexual con chica aparentemente rentada, y se dispone a dormir hasta tarde. Un rato más tarde, la menor de las Mejías participa activamente en un trío con una compañera de curso y un preceptor, en un escenario tan sugestivo como cualquiera: la sala de mapas del Saint Event’s School. Sí, la fantasía de la “nena” en jumper o en pollera a cuadros es tan antigua comoel concepto de escolaridad, pero también es probable que se haya visto reactualizada por las calenturientas sesiones fotográficas de las chicas de Rebelde Way con que la revista Gente engalana sus páginas tan a menudo. El secuestro a la salida de del colegio es todo un éxito, pero antes de eso es menester asistir a la ducha de uno de los oficiales de la “Brigada de Delitos Federales (9:37 AM)”, mientras conversa en tono indignado sobre “quilombos bancarios” y el corralito con un compañero de trabajo, para luego sumergirse en una interminable sesión oral-vaginal con la mujer-policía Ayala. Y la película recién va por la mitad.
Los diálogos ganan algo de protagonismo en la segunda parte. “¡Es un hijo de mil puta!”, exclama la mayor de las Mejías frente a la policía, reaccionando ante las condiciones impuestas por los secuestradores para el rescate. “No, es un manipulador”; apunta reflexivamente uno de los hombres de ley, tras lo cual se despacha con una increíble superposición de conjeturas acerca de la pericia y el profesionalismo de los malhechores y las vías posibles para la resolución del caso. El obligatorio gang bang final (varios de los secuestradores simultáneamente con la Mejía y su amiga, también en cautiverio) se lleva a cabo en una larga secuencia de violación que, según las exigencias del género, las víctimas terminan disfrutando.
Lugar y hora del rescate: Parque 3 de febrero, 18 hs. El asunto ya casi termina, y sigue sin entenderse qué necesidad había de desafiar el descreimiento del espectador de tal manera. ¿Por qué la habitación en la villa de emergencia parece un ambiente en Barrio Norte y la recoleta residencia de los Mejía alberga un estudio de paredes descascaradas? Pero lo que vulnera la mejor de las predisposiciones es esa soberbia incapacidad de los actores para convencer a nadie no ya de que encarnan a sus respectivos personajes, al menos de generar la impresión de que, cuando cogen, lo están disfrutando un poco. Si la eyaculación debió funcionar tradicionalmente como la prueba en pantalla, viscosa e irrefutable, de que el sexo es real –a pesar de las flaccideces inevitables de un sistema de producción caracterizado por la urgencia–, Víctor Maytland les suma además a sus obras un detalle que algunos cultores tal vez no estén dispuestos a dejarle pasar: el uso sistemático e inocultable de preservativos, que la industria pornográfica norteamericana ha logrado evitar sobre la base de un riguroso sistema de control.
Con todo, hay que reconocer que nada de esto importaría si Secuestro... pusiera en escena algo de imaginación, de aquella creatividad desatada que, dentro del ridículo sublime al que se arriesgaron en su momento, hizo de Garganta profunda, de Gerard Damiano, o Detrás de la puerta verde, de los Hermanos Mitchell, los clásicos indiscutidos de los años setenta. Peor aún: ni siquiera hay algo del humor que Maytland supo prodigar, en cantidades módicas, en uno de los títulos más solicitados de su videografía, Los Porno Sin Son (el debut sexual de Bart Simpson: puro maquillaje berreta, parodia de Videomatch e imágenes “de archivo”).
“Era una asignatura pendiente para Venus, un canal nacido en Argentina, no haber podido emitir nunca una película nacional”, insiste Leo Vieytes, gerente de programación “adulta” de la empresa Claxson, a la que pertenece la señal que estrenará Secuestro, como ignorando que la producción previa del género en Argentina corresponde casi exclusivamente al mismo director. Doce años atrás, Gerard Damiano decía que todo el negocio se había convertido “en una mierda”, pero que sin embargo aún creía en las posibilidades del género, cuyo funcionamiento dependía de la fe en las posibilidades de sublimación sexual. Las películas de Maytland expresan todo esto, y mucho menos: pertenecen a la era del video y, si eso que aparece en Secuestro Exxxpress pretende representar algún tipo de elevación de las pulsiones eróticas, entonces al menos debería servir comoseñal de alerta, porque la imaginación sexual vernácula debe estar tocando fondo.

Secuestro Exxxpress estrena en Venus el domingo 6 de abril a la 00.05 hs. Repite el lunes 14 a las 00.05hs y el sábado 26 a la 1.30 de la madrugada.

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