DVD >REINO ANIMAL, UN SORPRENDENTE POLICIAL AUSTRALIANO
Premiada en Sundance, y votada por Quentin Tarantino como una de sus películas favoritas del año que pasó, llega directo al DVD este peculiar policial australiano. Inscripto en una tradición secundaria de thrillers criminales que ponen el foco en la familia, su historia se centra en el clan de los Cody, y en particular en la matriarca interpretada por la gran Jacki Weaver, quien con su nominación al Oscar como mejor actriz se ha convertido en una de las tapadas de la premiación de esta noche.
› Por Javier Alcacer
La primera secuencia de Reino animal parece de lo más ordinaria: un adolescente mira, sin mostrar demasiado interés, un programa de concursos en la televisión. Está sentado en un sillón y a su lado hay una mujer, algo mayor que él, con la cabeza hacia atrás, probablemente dormida. Por la ventana que está a sus espaldas pasan dos hombres que golpean la puerta de la casa. Son paramédicos. La mujer, que es la madre del chico, no está dormida sino muerta; el motivo: una sobredosis de heroína. La escena está filmada en un solo plano, con una distancia que estremece y, a pesar de que el adolescente acaba de quedar huérfano, la puesta en escena se abstiene de subrayados y golpes bajos: lo insólito es la total abulia que muestra el joven. No van dos minutos y uno ya está perplejo, pero las cosas se vuelven más extrañas cuando Josh –tal es el nombre del protagonista– llama a su abuela para avisarle que su hija ha muerto y ella tampoco se muestra demasiado abatida. A medida que avanza el relato se revelará que Josh es el sobrino de los hermanos Cody, tres delincuentes dedicados al narcotráfico y a los asaltos, bajo la atenta mirada de su madre, Janine (Jacki Weaver), que les prepara jugo mientras ellos se reparten los fajos de billetes que acaban de robar. Estamos ante un policial en el cual la cantidad de tiros pueden contarse con los dedos de una mano y en el que no hay ninguna escena que muestre a los hermanos en plena labor; una película en la que gran parte del conflicto gira en torno de las declaraciones de un juicio que será elipsado; una película ambientada en Melbourne que apunta las cámaras a los barrios que ninguna agencia de turismo recomendaría visitar. La aproximación del director, el debutante David Michôd, a la historia de esta familia omite lo que acostumbran a mostrar los policiales, género en el que Reino animal se inscribe a pesar de todo, para trabajar en lo que le interesa, los vínculos que mantiene esta familia de criminales y cómo se desvanecen frente a la adversidad.
Un cuerpo diminuto con ojos celestes como platos, coronado con un pelo rubio brillante y siempre cuidado, Janine Cody les habla a sus hijos con dulzura y los hace dejar de hacer lo que sea que estén haciendo para pedirles un besito en los labios. Su verdadera naturaleza asoma una vez que el socio de sus hijos es asesinado a sangre fría por la policía, para luego ponerse a cazar a los Cody. Si bien al principio parece ser un personaje pintoresco, cuando el negocio familiar es puesto en peligro ella mostrará su sangre fría y su crueldad, pero siempre con una sonrisa, ya sea para pedirles un besito a sus hijos o para mandar a matar a alguien. Quizás hoy por la noche Jacki Weaver pueda llevarse un Oscar por este papel, que le ganó una nominación a la mejor actriz de reparto; en ese caso le arrebataría el oro a la favorita, Melissa Leo, que en El ganador le puso el cuerpo a otra madre terrible en otra familia particular. Pero más allá de los que decidan en Hollywood, Weaver, una actriz veterana que trabajó con Peter Weir en Picnic at Hanging Rock y cuenta con una extensa carrera tanto en televisión como en teatro, aprovecha el misterio que reina sobre el pasado de los personajes y saca provecho de la economía narrativa del guión de Michôd sin necesitar del despliegue de morisquetas y muecas que conmueve a los votantes del Oscar.
La escritura de Reino animal le llevó ocho años de trabajo a su autor, que mientras tanto trabajó como editor de una revista de cine. El guión fue inspirado por dos historias oscuras que tuvieron lugar en Melbourne en la década del ‘80: el clan Pettingill, banda criminal liderada por Katty, la matriarca, y el asesinato de dos agentes de policía mientras investigaban un auto que había sido encontrado abandonado, un ajuste de cuentas por el que fueron acusados miembros de aquella mafia. Esos también fueron los años de Mark “Chopper” Read, cuya vida fue llevada al cine en 2000 por Andrew Dominik con Eric Bana como el criminal, en otra visión nada complaciente de aquel Melbourne. A la hora de buscar parecidos, a lo mejor lo más adecuado sea remitirse a las primeras películas de James Gray: Little Odessa, La traición y Los dueños de la noche, policiales en los cuales el conflicto residía en los problemas de los personajes, fuesen policías o mafiosos, con sus familias. Reino animal pone el foco en Josh, que no está convencido de seguir el camino de sus tíos y es resentido por ser, según dicen, débil. El agente Nathan Leckie (Guy Pearce) quiere salvarlo de seguir el destino de sus tíos y también usarlo para encarcelarlos antes que las patrullas de policías rebeldes los asesinen. Es que –y éste es otro punto que distingue a la película dentro del género– la vida que llevan los Cody es de lo más patética, carece del tratamiento romántico que se le suele aplicar en el cine al criminal. Viven con lo justo, todos en una misma casa y con su madre. No tienen interés en crecer, en expandirse, y da la impresión de que la eligieron por ser la única área que les permite usar una violencia primitiva para ejercer el control, como niños cuya actividad mental sólo les permite organizarse para tomar el control de los juegos de la plaza a base de trompadas y ahí esperar hasta que mamá los llame a tomar la leche.
Reino animal se estrenó este mes en DVD.
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