SERIES SMASH, LA INCURSIóN DE STEVEN SPIELBERG EN EL MUSICAL TELEVISIVO
A partir del éxito de Glee, y como consecuencia de los exitosos realities como The X Factor o American Idol, los musicales están de moda y son furor en la televisión de Estados Unidos. Ahora llega al cable local Smash, una ficción sobre la producción de un musical de Broadway basado en la vida de Marilyn Monroe, que mezcla enredos, romance, grandes voces e impresionantes coreografías.
› Por Paula Vazquez Prieto
De la mano de Steven Spielberg como productor ejecutivo, por raro que parezca, llega la nueva apuesta musical de la televisión norteamericana después del sensacional éxito de Glee, hace ya dos años. Ojo, que no se trata de un reality show ni de un concurso de aspirantes a estrellas de la canción, como muchos podrían imaginarse tras el boom de programas como American Idol o The X Factor, sino de una ficción que promete quedarse en el prime time luego de las buenas críticas y los sólidos ratings que ha acogido en las primeras semanas desde su estreno en Estados Unidos, el pasado 6 de febrero. Si bien la propuesta de Smash es diferente a la de Glee, donde un grupo de perdedores sobrelleva los duros años de la adolescencia haciendo covers de canciones populares en el coro de la secundaria, unos años atrás la sola mención de cantantes, bailarinas y números musicales en una serie televisiva espantaba inversiones y cerraba puertas a los audaces amantes del género. Por suerte Glee barrió con esas reticencias, como señala Craig Zadan, uno de los productores de Smash: “Si no fuera por Glee no estaríamos aquí. Cuando Glee se convirtió en un éxito, las cadenas comenzaron a repensar el tema. Aunque nuestra serie es diferente de Glee, hay un elemento en común que es la música y el baile en cada episodio”. Desaparecidos los fantasmas de lo que antes parecía ir a un fracaso inevitable, la cadena NBC, a la pesca del hit de la temporada (de hecho smash significa “suceso en el mundo del espectáculo”) se animó a meterse con pie firme en el detrás de escena de un mundo fascinante como el de Broadway.
Creada por la guionista y productora teatral y televisiva Theresa Rebeck sobre una idea original de Spielberg y dirigida –por lo menos los tres primeros episodios– por Michael Mayer (ganador del Tony por Despertar de primavera, musical éxito en Broadway y estrenado en Argentina en 2010), Smash cuenta la gestación de un musical para las tablas inspirado en la vida de Marilyn Monroe, que tan de moda se ha puesto en estos días, tan cerca de cumplirse, el próximo 5 de agosto, 50 años de su muerte. En la vieja tradición de los musicales de backstage, que tan populares se hicieron por la década del ’30, con genios del arte de la coreografía a la cabeza como Busby Berkeley (quien sería uno de los grandes inspiradores de otro nombre fundamental de la escena, Bob Fosse), Smash cuenta los avatares de dos productores de Broadway, Julia Houston (Debra Messing, Will and Grace) y Tom Levitt (Christian Borle) en el desafío de llevar a escena Marilyn, el musical. En los primeros capítulos ya veremos cómo la idea va cobrando forma en las canciones y los bosquejos del guión, iniciando luego las etapas más interesantes del casting y los ensayos.
Sin los desafíos coreográficos de Berkeley, que era famoso por sus tomas cenitales para poner en pantalla fascinantes caleidoscopios humanos, los cuadros musicales de Smash son modestos pero vistosos, logrando hilvanar el espacio real de los ensayos con un escenario que se despliega de forma virtuosa en colores y brillos que encienden la pantalla. Varios de los números que, al parecer, integrarán la puesta final del musical sobre Marilyn son creativos y dinámicos, tanto que ya suena la intención del equipo de producción de llevar Marilyn, el musical a uno de los teatros del Broadway real.
El guión, tal vez lo más convencional de la serie, va alternando las historias personales de los distintos personajes, como los intentos de Julia y su marido por adoptar una bebé de China o los coqueteos de Tom con su nuevo asistente, sin demasiadas vueltas y recurriendo a algún que otro cliché esperable. A Julia y Tom, amigos y coequipers, se suman Karen (Katharine McPhee, quien saltó a la fama al quedar en segundo lugar en la temporada 2006 de American Idol) como una aspirante a estrella de Broadway que se presenta al casting para interpretar a Marilyn, en su versión naïf más cercana a la Norma Jean de los comienzos, e Ivy Lynn (Megan Hilty), la versión platinada y curvilínea de la diva, una starlet que no ve la hora de salir de los coros y saltar definitivamente a los carteles de neón. Otros personajes, como Derek, el director londinense (Jack Davenport) algo caprichoso y mujeriego, que intenta seducir a las jóvenes showgirls, en un claro y anticipado triángulo amoroso, y Eileen, la veterana inversora (Anjelica Huston, que vuelve a incursionar en la televisión luego de pasos fugaces por series como Hung y Medium), que intenta volver al éxito tras separarse sentimental y financieramente de su marido, también artífice de musicales de renombre como Mi bella dama, completan el cuadro coral de las figuras que llevarán el peso del drama.
Los actores son talentosos, de eso no hay dudas, y las dos chicas que se disputan el papel de Marilyn son, además, excelentes cantantes. Sin demasiada originalidad, las canciones son agradables y pegadizas, sumando algún que otro cover de baladas populares, haciendo del componente musical del show uno de sus grandes aciertos. Habrá que ver si con el correr de los episodios es posible sostener la aparición frecuente de números musicales sin espantar a la audiencia. Es cierto que en los musicales de backstage como Calle 42 (1933), Desfile de candilejas (1933) o Nacida para bailar (1936), las coreografías eran el plato principal y las historias eran simples y generalmente se circunscribían a los castings, las pruebas y los sucesivos ensayos de cara al estreno teatral, con todos los traspiés y complicaciones que eso traía aparejado. Pero era otra época, con el género en su apogeo y con historias que, a lo sumo, duraban no más de dos horas de película.
El desafío de Smash a futuro consiste en sostener, a lo largo de los episodios que permanezca en el aire (la primera temporada tendrá 15 capítulos), los números musicales que hoy definen su esencia con la misma gracia e ingenio que demostró en su despegue, sin abandonar el reto que supone aventurarse en la puesta en escena de un musical con todas las letras.
Smash se emitirá a partir de este miércoles 28 de marzo a las 22, por Universal Channel.
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