MúSICA > GRIMES: EL FUTURO PERFECTO DEL POP
Su disco es uno de los más bienvenidos del año en auriculares y pistas de baile por igual. Su formación –música, neurociencias y su relación– delata una curiosidad inédita para el pop. Su música acusa las influencias –de Enya a Marilyn Manson– de una generación formada en YouTube. Y ella hace todo además de tocar, componer y cantar: desde dirigir sus videos a diseñar los flyers de los recitales. Las Visions que la canadiense Claire Boucher firma como Grimes son un arma cargada de euforia y futuro.
› Por Micaela Ortelli
¿Por qué hablar de Grimes y no de otras y otros jóvenes autodidactas que, como ella, son su propia banda? Simple: su nuevo disco, Visions, es tan adictivo que todo el actual movimiento do-it-yourself nacional e internacional sale bien parado con tamaño representante. Y aunque sólo su música amerita que se le preste atención, hay algo más en la canadiense Claire Boucher, en su aspecto, personalidad y actitud; algo que la hace tan coherente con su tiempo –una figura tan contemporánea– que, al lado de ella, el resto de la humanidad empieza a despedir un leve aroma a naftalina.
A la chica no le gustan los nombres propios para los proyectos musicales (“suena muy folky, o algo así”), así que usa Grimes, el mismo alias con el que firma sus dibujos y pinturas (obvio que no todo empieza ni termina en la música). ¿Escuela de arte? ¿Conservatorio? Nada de eso. Hacer y punto. Buscar estímulo en los amigos (si le preguntan cómo fue que terminó haciendo música responde: “Todos mis amigos lo hacen”), frecuentar ambientes artísticos (en su caso, el Lab Synthèse, una especie de centro cultural under que funciona en una fábrica abandonada), hasta que algún día, quizá, alguien diga “cantate algo en este tema”. Si al fin y al cabo, todos tenemos voz (y ahora también, posibilidad de procesarla).
Más o menos así comenzó su carrera Boucher, que se crió en Vancouver y, después del secundario, se mudó a Montreal a estudiar todo esto: arte y ciencias con orientación en neurobiología y filosofía. “Lo que me interesaba era estudiar música y neurociencias; básicamente, ver cómo las ondas sonoras crean un impulso eléctrico que puede transformarse en una respuesta emocional.” Proyecto ambicioso y demasiado demandante resultó: la chica de los mil y un cambios de look (todos home made, claro) aparecía sólo los días de exámenes o ni siquiera. Es que había todo un mundo por descubrir; por ejemplo, ¿quién dice que no se puede construir un barco, cargarlo con unos pollos, una bolsa de papas, una máquina de coser, Las aventuras Huckleberry Finn y salir a recorrer el río Mississippi? Bueno, la policía; pero no viene al caso.
Para fines de 2010 (cuando la echan finalmente de la universidad), Grimes ya existía y había sacado dos discos a través de Arbutus, un minisello local que fundaron unos amigos. Este proyecto también se estaba iniciando y necesitaba lanzamientos, de manera que Geidi Primes, el primero, nació a pedido: “Claire, hacé un disco”, “Claire, el disco”, “Claire, ¿para cuándo el disco?”. Con el segundo, Halfaxa, pasó algo similar, que ella define como “hacer lo que pudo”, porque recién empezaba a experimentar con las herramientas (órgano, teclado MIDI, sampler, mezcladora, pedales de efectos y demás aparatejos que, a la vista, parecen difíciles de usar).
Distinto fue el caso del tercero (que grabó en su habitación en tres semanas de total aislamiento), su verdadero debut según ella, porque fue el primero en el que realmente hizo lo que quería, o al menos pensó en ello. Y parece ser que el mundo quería lo mismo o algo parecido porque Visions es uno de los álbumes mejor recibidos en lo que va del año. Grimes se metió a la prensa y a los melómanos en el bolsillo con un sonido eufórico y futurista, que se adapta tan bien a los auriculares como a la pista de baile; y con esa voz –un instrumento más, en realidad– a lo Mariah Carey que, al hablar, se vuelve ceceosa y mata de ternura.
Y hablando de Mariah Carey, sí: los referentes de Grimes van desde ella hasta Enya y Beyoncé, pasando por Marilyn Manson, Outkast, Aphex Twin o Panda Bear. Ella lo explica con una palabra (o dos): post Internet. La formación musical de los que crecieron con Internet (los que en lugar de contar discos cuentan gigas) es heterogénea y desprolija, casi esquizofrénica; de ahí que lo que hagan los artistas de las nuevas generaciones con esas influencias sea, si no híbrido, al menos difícil de catalogar. O difícil para los de afuera: “Si tuviera que describir mi sonido diría que es ‘¿moderno?’”, dice ella. Pero así como asegura que la fluidez y la adaptabilidad de los jóvenes cibernéticos está llevando a un renacimiento musical, también reniega de que la tecnología haya acaparado todos los ámbitos de la existencia. “Be a Body” o “Skin” tienen que ver con eso, con vivir el mundo real, con ser un cuerpo. “Piel suave/ Me tocas con ella, y así sé que puedo volver a ser un ser humano”, canta Grimes que, no obstante, se ocupa más de los sonidos de las palabras que de su significado.
Por ahora, Boucher se divierte cumpliendo los roles de popstar y de productora. En vivo, la acompaña un amigo en percusión, pero sólo en algunos temas; en general, se las arregla sola, con el o los micrófonos entre el hombro y la cabeza si no da abasto con las manos. También dirige sus videos bajo presupuesto, se encarga del arte de sus discos y diseña los flyers de los shows. Y tiene bastante claro, por ahora, cómo sigue todo esto: terminar de construir y consolidar el concepto Grimes (también le dice “marca”), expandirlo hacia otras disciplinas artísticas, incorporar gente y, finalmente, “trabajar en otras cosas en las que no me tenga que ver linda o ser carismática, porque esas son cosas que no me gusta hacer”. Ha dicho.
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