MUESTRAS > EL CENTRO ARGENTINO DE ARTE TEXTIL VISTE DE VIOLETA EL RECOLETA
Introspectivo y poderoso, equidistante del azul, el rojo y el negro, lleno de simbolismos, usos e interpretaciones, el color violeta atraviesa la religión, la política y el arte con una fuerza extraña y propia. Alrededor suyo, el Centro Argentino de Arte Textil organizó una muestra en la que sirvió de disparador a 82 artistas textiles. El resultado, sorprendente en su variedad de técnicas, ecléctico en sus emociones, embriagante en su sugestión, no sólo invita a perderse por los pasillos del Recoleta sino que ilumina y cuestiona al arte contemporáneo, su transgresión permanente y sus roles tan bien ensayados.
› Por Veronica Gomez
Entre el azul y el púrpura hay un misterio llamado violeta. Color ambiguo, el violeta habita una zona enigmática, de difícil equilibrio, donde la intensidad del rojo es aplacada por la introspección del azul. Dos fuerzas de voluntades contrarias se reúnen en el violeta. Michel Pastoureau nos recuerda, en su Breve historia de los colores, que en latín medieval el violeta era llamado subniger, es decir, seminegro, y se identificaba con el medio duelo, el que se aleja en el tiempo. Relacionado con la vejez de la mujer, “suave como los reflejos malva de los cabellos de las señoras ancianas”, el violeta supo ser el color litúrgico de la penitencia, del Adviento y de la Cuaresma. Fue también el color adoptado por el feminismo para su bandera, en Alemania en 1970. La elección del violeta, según la leyenda, fue en honor a las 129 operarias que murieron en una fábrica textil en Estados Unidos, en 1908, cuando el patrón prendiera fuego la empresa con todas las mujeres adentro. Se dice que las telas que confeccionaban las mujeres eran de color violeta y que el humo que salía de la fábrica era del mismo color. Límite entre lo visible y lo invisible, el violeta es el último color en retirarse para darle paso a la oscuridad más profunda de la noche. Espiritualidad, superstición, abstinencia, artificialidad, son algunos de los simbolismos atribuidos al color propuesto por el CAAT (Centro Argentino de Arte Textil) como disparador creativo a 82 artistas textiles que reúnen en estos días veraniegos sus obras en el Centro Cultural Recoleta, bajo el nombre Violeta Textil Recoleta.
El motivo de la reunión es simple, podría resultar, incluso, casi banal. Sólo un color. Nada más y nada menos. Ezra Pound decía: “El hombre es un organismo excesivamente complicado. Si está condenado a la extinción morirá por falta de simplicidad”. Como no deseamos sucumbir al peso aplastante de la complejidad sin ton ni son, nos dejamos cautivar por la muestra Violeta Textil. La simplicidad de su hilo conductor es una bocanada de aire fresco en medio de las especulaciones en las que incurre a veces el arte contemporáneo, como si la obra tuviera que vestirse de chiste conceptual para desfilar por las pasarelas de moda, sin olvidar el moñito de tinte transgresor si la mala conciencia así lo pidiera. Por el contrario, Violeta Textil no es una muestra discursivamente pretenciosa, es más bien una muestra artesanalmente ambiciosa. El conjunto maravilla por la versatilidad de técnicas empleadas, todas amorosamente aplicadas, que cultivan un amplio entramado de emociones, desde el humor y la ingenuidad hasta la melancolía y la tragedia. Se respira en la muestra un aire de libertad, una atmósfera de juego que puede tornarse a veces obsesivo, a veces críptico y otras, tan obvio que despierta una sonrisa de alivio. Una voluntad modelada por las características físicas del material organiza el espacio. Nylon, caucho, cartón corrugado, hilos, puntillas, telas de toda estirpe, papeles, lanas, bambú, cuentas de colores, piedras, lentejuelas, alambre, telgopor... innumerables son los materiales que se ponen en acción. En términos de versatilidad, las técnicas no se quedan atrás: enhebrado, tapicería, plegado, termomodelado, bordado, calado, wrapping, patchwork, teñido, crochet, origami, estampado, son algunas de los medios preferidos por los artistas. Paseando entre las obras, tenemos la sensación de que lo textil atraviesa el mundo, tomamos conciencia de que nuestro propio cuerpo late a través de un complejo entramado de músculos, venas, huesos y nervios. El tejido es el arte relacional por excelencia, el arte del entrecruzamiento. Si en la narrativa la trama busca establecer conexiones entre los acontecimientos, en el tejido explora la sensibilidad conectiva de los materiales. Es así como el factor tiempo se inmiscuye en el arte textil de una forma rotunda y el aspecto de cosa viva se hace presente en la mayoría de las obras que por lo general no se ajustan a un formato ortogonal y estable, sino que siguen el ritmo irregular y abierto que sugiere el devenir.
Llamativamente, entre los 82 artistas que participan en la muestra, sólo hay dos ejemplares del sexo masculino. Pareciera que el ejercicio del arte textil sigue siendo territorio de las mujeres. Sin embargo, en el arte contemporáneo abundan los ejemplos de artistas hombres donde las técnicas textiles tienen un lugar preponderante en sus obras. Vayan a modo de testimonio algunos nombres: Leo Chiachio y Daniel Giannone, Feliciano Centurión, Roman Vitali, Elcio Rossini, Ernesto Neto, Milo Lockett en su serie más reciente, Marcelo Pombo, Manuel Ameztoy y León Ferrari. El año pasado tuvo lugar en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile la muestra Arte Textil Contemporáneo que se proponía brindar un panorama del arte textil a nivel nacional. También allí la selección femenina ganó por goleada: 39 a 3. Si husmeamos en las Bienales de Arte y Diseño Textil Contemporáneo (México 2011, Buenos Aires 2009, Valencia 2004, Coral Gables 2002, Miami 2000) organizadas por la WTA (World Textil Art) observamos el mismo fenómeno: puras minas. Mención aparte merece la Bienal de Costa Rica 2006, donde las obras participantes debían cumplir con el requisito de haber sido realizadas por un hombre y una mujer. El asunto ameritaría una investigación exhaustiva. ¿Será que la canción infantil “Arroz con leche” sigue teniendo una vigencia inusitada? ¿O se trata sencillamente de una cuestión de categorías algo anquilosadas? De compartimentos estancos, vecinos pero incomunicados. ¿Acaso al hombre le es permitido tejer dentro del nicho del Arte Comtemporáneo, pero es bicho raro si se le ocurre hacerlo dentro del arte textil? ¿O será un caso de autosegregación masculina? Por otra parte, es fácil comprobar que cualquiera de las obras que se engloban hoy en día dentro del arte textil podrían participar en circuitos de exhibición del arte contemporáneo, como bienales y galerías. Sin embargo, pareciera existir un abismo entre los circuitos (o un cortocircuito) que sigue distanciando a los artistas textiles de los artistas contemporáneos. Será que los discursos en torno a las obras suelen funcionar como un corsé tan apretado que dificulta la posibilidad de que la obra trascienda las fronteras que el circuito le impone artificialmente. Será que todavía hay que inventar los puentes. Investigar más. Y actuar como el programa Gente que busca gente: reconstituir una familia cuyos integrantes boyaban en hábitats distantes. Para decepción de Franco Bagnato, sospechamos que la endogamia de los circuitos, defensiva por excelencia, no lo permitiría de buen grado.
El Centro Argentino de Arte Textil, fundado en 1977, con sede en Viamonte 1728, 20 E, es la institución de mayor relevancia del país en la materia. Organiza seminarios, exposiciones, concursos, talleres, mesas redondas y cuenta con una completa diapoteca, videoteca y biblioteca. Es responsable de la edición anual de la revista Tramemos, con jugosas notas especializadas y novedades del ambiente. En el último número aparece una interesante entrevista a Julieta Ascar, ganadora, junto a Guillermo Kuitca, del concurso para el diseño del nuevo telón del Teatro Colón.
La muestra Violeta Textil es la V Edición de una serie de exposiciones realizadas por el CAAT para difundir el arte textil contemporáneo. Adriana Laurenzi, Berta Teglio y Stella Carone conformaron el jurado de selección mientras la curaduría estuvo a cargo de María Elena Pensel.
La selección pone en evidencia maneras muy distintas de tejer en el espacio. Mientras Sofía Mirta Dichi, en un gesto tiernamente naïf, acomoda pequeñas macetas con plantas de mesurado follaje sobre una tela de alto lizo adornada con puntillas, Paula Diringer cuelga del techo un Púrpura polypus, un ser violeta despellejado y fofo, forjado delicadamente al crochet, que inspira gracia y temor. El tondo de Mabel Beninati es divinamente rococó. El violeta vira hacia su costado pastel, el lila, y es salpicado por pompones púrpuras. En el otro extremo, la geometría precisa de los cortes realizados por Lucy Frías sobre papel amortiguan el efecto-empalago y nos invitan a reposar la vista en un relieve de levísimos contrastes. Pupi Rymberg aporta el toque kisch con su “Vamos, chicas!!!”, un conjunto de piedras redondeadas muy sensuales hiperdecoradas e intervenidas con bordados. Dan ganas de robarse una (y encima en el Centro Cultural no resultaría demasiado difícil perpetrar el delito). Siete muñecas articuladas decapitadas desfilan engalanadas con diminutos vestidos violetas por la pasarela que ha creado Liliana Adragna para exhibir su “Colección Violeta”. A escala humana, Haydeé Jones nos propone su “Dama de la luna”, un delicadísimo y romántico vestido de organza y alambre teñido. En tren de vestir cosas, Silvina de las Carreras elige una silla de patas larguísimas a la que abriga con un saquito cuya tela se consustancia con el mimbre. Estela Halpert y Eva Soban se desprenden del muro y exploran la acción de la gravedad sobre sus telas que se curvan cansina y sensualmente. La alfombra de Silvia García con el título Todo cambia de color al atardecer, se puebla de formas vegetales tan mullidas que dan ganas de quedarse un rato allí hundiendo los dedos.
Hasta aquí, apenas un apunte veloz, un recorte obligado, de algunas de las obras que integran la muestra. Bien vale perderse en las salas para descubrir más tesoros y entretenerse tejiendo relaciones. Como decía Henri-Frédéric Amiel, la vida no es más que un tejido de hábitos. Si algo podemos comprobar en Violeta Textil es que el hábito suele tener infinitas versiones.
Violeta Textil Recoleta
CAAT (Centro Argentino de Arte Textil)
Hasta el 17 de febrero de 2013
Centro Cultural Recoleta
Junín 1930
CABA
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