Dom 10.02.2013
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MúSICA > EL REGRESO DE BOBBY WOMACK

Una piedra que rueda

De la mano de Damon Albarn, el líder de Blur devenido productor musical global, The Bravest Man in the Universe, el último disco de Bobby Womack, ha terminado de ser consagrado como uno de los mejores del año pasado. El regreso comenzó a suceder tres años atrás, cuando esta leyenda de 68 años –ex guitarrista de Sam Cooke, autor del primer número uno de los Rolling Stones y sesionista de Elvis Presley, Ray Charles y Aretha Franklin, entre tantos otros– se sumó a Gorillaz, el otro megaproyecto de Albarn. Sobreviviente de problemas cardíacos varios, una operación de un cáncer que no fue y, principalmente, de su adicción a la cocaína, Womack es un hombre que lo ha vivido todo y que acaba de prometer que el Alzheimer que le diagnosticaron a comienzos de año no le impedirá seguir haciendo música todo el tiempo que pueda.

› Por Sergio Marchi

“¡No me vayas a cagar, pendejo!”, le dijo amenazante a un periodista con el que terminaba de conversar amablemente, al tiempo que una enfermera luchaba contra él para colocarle una máscara de oxígeno. Con Bobby Womack no se jode, aun cuando se encuentre convaleciente de una operación de un cáncer de colon, que por suerte no fue tal. De todos modos, patologías no le faltaban: diabetes, neumonías varias, problemas cardíacos. Pero venció al más maléfico de todos: treinta años de adicción a la cocaína y al crack que fueron causantes de sus enfermedades y también de cierto eclipse en el que entró su carrera. “Seré honesto: el momento más difícil de mi vida fue cuando dejé las drogas”, dijo Womack sin rodeos. “El ambiente te hace pensar que sos Superman, pero tu cuerpo es humano, y perdés muchas cosas que tenés delante tuyo y estás ciego para verlas. Por eso, para mí fue comenzar de nuevo y ahora ando derecho como una flecha.”

Hay que convenir que finalmente dio en el blanco con su sorprendente e inesperado álbum The Bravest Man in the Universe, considerado como uno de los mejores del 2012 en todas las encuestas de fin de año. Se trata de un disco formidable, en el que aun a los 68 años y mucha vida por detrás, la áspera voz de Bobby Womack es el instrumento principal detrás de un soul futurista, diseñado en parte por los productores del disco: Damon Albarn, de Blur y Gorillaz, y Richard Russell de XL Recordings, el sello que lo editó. No es que ambos le hicieran un traje a medida porque a Bobby Womack la única manera de sujetarlo es con un chaleco de fuerza, sino que el legendario cantante de soul entendió la forma de trabajo de sus productores, cuando se juntaron en un estudio a improvisar. Suya fue la idea de que figurara un sample de su mentor, Sam Cooke, en el que dice, muy oportunamente: “Cuando un cantante crece, su visión se profundiza, porque vive la vida y entiende un poco más qué es lo que trata de decir”. Womack incluyó esa frase extraída de una entrevista en el tema “Dayglo Reflection”, un dueto con Lana Del Rey, y después pidió que le bajaran el pitch y la pusieran en el medio de la canción, “así parece más viejo cuando la dice”. “Es así como escuchamos envejecer a Sam Cooke en nuestros oídos”, se asombró hace poco Damon Albarn por la idea. “Ahora era Bobby el que jugaba en nuestro campo con la tecnología. Entendió perfectamente lo que queríamos hacer.”

EL POETA

Esa clase de modernización, que aggiorna pero no deforma, incluyendo elementos de hip hop y electrónica pero respetando el sonido soul y gospel de Womack, es algo difícil de entender para un músico de la vieja escuela como él. Hay que recordar que Bobby Womack fue guitarrista de Sam Cooke, y en una gira de él vio sorprendido a un muchachito que siempre hacía una de más pero cuyo talento sería indiscutible: Jimi Hendrix. Fue también el autor del primer Nº 1 de The Rolling Stones, “It’s All over Now”. “Al comienzo no me gustó nada que hicieran la canción”, confiesa Womack. “Pero cuando vi el primer cheque por derechos de autor me pareció muy bien. Aun hoy esa canción recauda unos cien mil dólares por año.”

Como músico de sesión, Womack trabajó para Ray Charles, Dusty Springfield, Aretha Franklin y en la grabación de “Suspicious Minds” de Elvis Presley. Su carrera solista fue intermitente, con éxitos esporádicos como “Across 110th Street” (rescatado por Quentin Tarantino para Jackie Brown en 1997) y “Lookin’ for A Love”. Uno de sus aportes menos consignados fue el de su guitarra a una grabación legendaria: There’s a Riot Goin’ On, belicoso disco de Sly Stone. En los ’80 tuvo reconocimiento artístico por su trilogía The Poet, pero no fue hasta que Damon Albarn, un fan eterno de Womack, lo invitó a cantar dos temas con Gorillaz en 2010, que su verdadera resurrección se puso en marcha.

“Yo fui exonerado del ambiente de la música soul en 1965 cuando me casé con la viuda de Sam Cooke, que fue mi mentor. Ahora es Damon Albarn quien me hizo regresar”, dice Womack de manera algo inocente. Pero en su autobiografía Midnight Mover cuenta con lujo de detalles el affaire con la hija de su esposa, y cómo ésta lo corrió hasta el garaje, escopeta en mano, y le disparó a través de la pared, rozándole el cuero cabelludo. Bobby se hizo el muerto y la confusión le permitió escapar de una muerte casi segura en esa noche infame de 1970, en la que también terminó su matrimonio.

“Un día entra mi hija a la oficina y me dice: ‘¿Qué hacés escuchando a Gorillaz, papá?’. Le dije que querían hacer algo conmigo y ella me alentó: ‘Eso sería un gran avance para tu carrera’. Mi hija no tenía la menor idea de la gente con la que yo había trabajado, por eso se sorprendía que un grupo de hoy tan importante me llamara.” Como el talento de Womack estaba intacto, Albarn se entusiasmó y lo invitó a cantar las dos canciones en las que participó (“Stylo” y “Cloud of Unknowing” de Plastic Beach) en vivo, como invitado permanente de la gira de Gorillaz. De esta manera, a lo largo de cincuenta shows, Albarn comprobó la reacción que este hombre de 68 años provocaba en una audiencia que no lo conocía y no tuvo dudas de que había que grabar un nuevo disco con él. Richard Russell no necesitó mucho convencimiento para ser su copiloto.

SOUL FUTURISTA

“El hombre más valiente en el universo es aquel que perdona primero”, es la frase que arranca el nuevo álbum de Bobby Womack, casi a cappella, con unos tenues violines envolviendo los aullidos del legendario soulman; tras cartón, una locutora anuncia el título como si fuera una miniserie, y la música vuela al espacio. Lo que más llama la atención es lo bien que Womack encaja dentro de una trama sonora tan ajena a su soul de lija y terciopelo que fue su marca registrada a lo largo de cuatro décadas. El mérito es de los productores, que mantienen una pátina de minimalismo y discreción que no fuerzan las canciones, matizadas con extractos de la propia voz de Womack, colocados estratégicamente. Los temas fueron compuestos primero en la cabeza del cantante, luego fueron cantados simplemente con guitarra acústica, y por último Albarn y Russell sumaron las capas de sonido que hacen que el disco flote magistralmente, como una cápsula en órbita. La virtud de Womack fue dejarse llevar, sabiendo dónde se dirigía.

Cuando The Bravest Man in the Universe se editó en el mes de junio de 2012, Bobby Womack fue internado en el Encino Medical Centre de Los Angeles. Pese a su pronta recuperación, los médicos fueron cautos ante un hombre que después de haber visto cómo las drogas se llevaron a tantos de sus amigos (James Brown, Wilson Pickett, Michael Jackson y otros), no iba a permitir que una neumonía le impidiera decirle al mundo lo que piensa. Si bien la idea era promocionar su disco, los distintos reportajes le han servido a Womack como plataforma para expresar pensamientos sobre todos los órdenes de la vida, contar sus historias con otras leyendas de la música, y reflexionar sobre lo efímero de nuestro paso por la vida.

Lo que sucede es que la salud de Womack parece no darle tregua: ahora le fue diagnosticado Alzheimer. “Estoy bien, pero el doctor dice que va a empeorar.” Bobby presintió algo cuando comenzó a olvidarse de los nombres de sus músicos y algunas letras; así es que presentó a Damon Albarn como Damon Osbourne, pero el ex Blur pensó que era sólo una humorada: “Cada día me pone un nombre distinto”, se rió Albarn. “El peor fue Damon Arsebum (culo).” En un comunicado a sus fans, Womack aseguró que seguirá haciendo música hasta que pueda. Eso puede ser mucho o poco tiempo, por las características de la enfermedad y también por la tenacidad del paciente, que no es poca.

El último día de 2012, Womack no estaba de pie pero sí sentado en un taburete en el show de Jools Holland con el que recibió el 2013, respaldado por los mismísimos Albarn y Russell, más toda una orquesta con vientos y percusión (Holland se hizo cargo del vibráfono), rugiendo una de sus nuevas canciones: “Love Is Gonna Lift You up”. Fue un momento de máxima emoción para la audiencia del show, pero apenas una nueva demostración de fortaleza a cargo del hombre más valiente del universo.

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