Dom 14.04.2013
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TEATRO I > YO TENíA UN ALMA BUENA, DE MARICEL ÁLVAREZ

Mi alma y yo

› Por Mercedes Halfon

Hace largo tiempo que la actriz y coreógrafa Maricel Alvarez viene desarrollando un programa estético de cruce de disciplinas. Junto a Emilio García Wehbi (de quien además de musa y actriz fetiche, es mujer) han construido una obra de una poética única: uniendo actuación y danza en el caso de Maricel, y dirección y artes visuales en el caso de Wehbi, lograron una unidad que habitualmente escapa de las clasificaciones simples, con imágenes de una poesía altamente perturbadora.

Pero esta vez la actriz se ha lanzado a bailar una pieza sola. En realidad no tanto: en la videoinstalación teatral Yo tenía un alma buena (fragmentos de un relato mutilado) que se verá una única vez en el excepcional marco (para las artes escénicas) de una galería de arte, Alvarez está acompañada por un tándem de artistas de diferentes disciplinas. La videoinstalación escenifica y problematiza la idea del doble. Un doble que está presente en la escena, pero que simultáneamente se diluye y transita diferentes estados: sólido, líquido, imagen y sonido, cuerpo y partículas de luz.

Alvarez concibe el proyecto como realizado por un colectivo de artistas. Nora Lezano a cargo del bellísimo video, Santiago Loza escribió el texto sumamente poético que se dice en vivo y a través de grabaciones, Marcelo Martínez realizó el diseño sonoro y Martín Churba confeccionó el vestuario que es casi la piel de este ser que está en escena y en pantalla, doble, siempre a punto de disolverse.

Para tratar de imaginar el trabajo nada mejor que el texto de Edgardo Cozarinsky, proveniente de La novia de Odessa, que ofició de disparador: “Para algunas mitologías, la muerte no es un acontecimiento súbito, el tránsito abrupto de un instante en que aún hay vida a otro en que ya no la hay. La representa más bien un viaje, simbólico, que puede entenderse como un despojamiento y un aprendizaje. Es posible imaginar que durante ese tránsito subsisten, islas a la deriva en un mar nocturno, fragmentos de conciencia, recuerdos, voces e imágenes de la existencia que se apaga, transitorio bagaje al que el viajero se aferra por un tiempo breve, impreciso que nuestros instrumentos no saben medir”. Por eso lo que veremos será ese viaje. Entre la vida y la muerte, entre lo material y lo inmaterial. En un entre. Como todo lo que hace Maricel Alvarez.

El sábado 20 de abril a las 21, en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE, Suipacha 658.

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