Dom 03.08.2014
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PANTALLAS ADENTRO

FOTOGRAFIA En un mercado semivacío, en salones de billar, en sus propias casas: el fotógrafo Atilio Orellana retrató en Tucumán a personas comunes mirando a la Selección Argentina por televisión para componer la serie Mundial en la TV, un registro que contiene la expectativa por la pasión de multitudes en escenas signadas por la tensa calma y la intimidad de lo cotidiano.

› Por Angel Berlanga

Brillan los televisores en las fotos de Atilio Orellana. En las pantallas está jugando la Selección de Messi, Di María, el Pipita Higuaín, ¡Mascherano! Después de 24 años sin llegar a una final mundialista, Argentina fue abriéndose camino partido a partido hasta la hora decisiva ante Alemania, la chance de un nuevo Maracanazo, Brasil, decime qué se siente (mamita querida). “Me pasaba siempre que durante los partidos me ponía muy nervioso y quedaba todo tensionado”, dice el fotógrafo desde San Miguel de Tucumán, la ciudad en la que vive, en la que nació (en 1982), en la que tomó estas imágenes. Lo de los nervios le pasó, por ejemplo, durante Sudáfrica 2010; Orellana sigue el fútbol durante los mundiales, nomás, pero eso no impide que lo trabaje fuerte la ansiedad. Así que en parte para mitigar el hormigueo y en parte para concretar este proyecto se largó a registrar personas ante los televisores, ante cada sucesiva encrucijada. Es que en el día a día Orellana no será futbolero, pero sí fotógrafo.

“En los mundiales anteriores teníamos el ritual, con mis amigos, de juntarnos a ver el partido en un bar o en la casa de alguno –cuenta–. Y te juro que me ponía muy nervioso, salía contracturado. Empecé a pensar en el proyecto a principio de año: a mí sí me genera, en algún punto, un poco de bronca, entre comillas, este patriotismo que pasa por el fútbol y aparece cada cuatro años, esa fiebre mundialista por la que aparecen las banderas en los balcones. Al principio tenía una mirada medio crítica, pero después me dije bueno, tratemos de buscarle la parte buena... Casi siempre tomo a la fotografía para mostrar cosas con las que uno está en contra, por lo general son temas bien para abajo. Así que esta vez traté de hacer algo no tan negativo, no tan crítico.” La serie se llama Mundial en la TV y se nutre de fotos que Orellana tomó en un par de salones con billares, en el Mercado del Norte (donde hay un conflicto con los puesteros) y en Lastenia, a ocho kilómetros de la capital, un barrio del Gran San Miguel, donde viven sus padres. De arranque barajó incluir también imágenes tomadas en shoppings, con televidentes-hinchas más disfrazados, y en sitios con casas mucho más humildes, dice, pero se decidió por un recorte que priorizara un sesgo de casas de barrio y un clima de intimidad.

Ese recorte implicó, también, cierta renuncia a la gestualidad, porque la mayoría de las personas que se ven en las fotos están de espaldas o de perfil, y en momentos en los que no parece pasar nada muy significativo en el partido, momentos de tensa calma a la espera de algún desenlace. La cámara de Orellana no se concentra en el televisor: mira la escena de quienes miran, e incluye lo que sus personajes están mirando; dice el fotógrafo que apenas iniciado el proceso decidió que se distinguiera qué había en pantalla, que la imagen incluyera esa referencia mundialista; y que si bien obtuvo tomas mucho más expresivas (asociables a la indignación o al festejo, los picos emocionales ante un partido), se inclinó por el registro de la espera, de la expectativa contenida, la quietud ante el aparato. Y aunque el marco general y algún detalle remiten al Mundial, las fotografías de Orellana invitan a abstraerse de eso y a proyectar en el tiempo a esas personas, ante esas pantallas en esos escenarios: sus cotidianos.

“A medida que Argentina ganaba era como una alegría doble, porque además del partido en sí mismo sabía que tenía otro más para hacer fotos –dice Orellana–. En muchas hay gente que me conoce o que conoce a mis padres, en Lastenia, y eso fue un factor importante: no cualquiera te abre su casa para que pases con un trípode y una cámara. Así que entraba y decía ‘olvidate de mí, seguí viendo el partido’. Y yo también veía algo, claro.” Otras fotos de esta serie pueden verse en la página de la agencia de periodismo Zur, de la que forma parte. El mes pasado expuso una serie de retratos en La Fotogalería de Salta, y desde este martes podrá verse un registro anterior, Arsenal, en la Universidad de San Luis. Orellana vio la final contra Alemania en tres sitios distintos. “Mi novia me bardeaba, les decía a sus amigas: ‘¿Saben dónde vio Atilio el segundo tiempo del primer partido de Argentina? En el colectivo, estaba volviendo para casa’ –cuenta Orellana, risueño–. En otro partido vi el primer tiempo en su casa y al segundo me fui a un billar en Tafí Viejo, a hacer unas fotos, y ella no lo podía concebir, ‘vos estás loco’, me decía. Pero al contrario: la fotografía te da la posibilidad de meterte en lugares a los que uno quizás no accedería. En una foto está la costurera de mi vieja, de añares, son vecinas; yo la conozco desde chico, pero poder estar ahí, viéndola por primera vez mirando fútbol, fue extraño. Sabía del Mundial y de los nombres de los jugadores más que yo, se ponía nerviosa, le gritaba a la tele. Fue una experiencia buenísima.”

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