Hay varios años de su vida, desde que volvió de Inglaterra, en 1973, y hasta que formó Riff, en 1980, con Pappo, que Vitico tiene en blanco. Solo recuerda el nacimiento de su primera hija. Y no mucho más, salvo que cayó en las redes de la dictadura militar y fue torturado. “Me llevaron preso y me metieron máquina –cuenta–. Estaban buscando merca, pero se equivocaron. Me dieron para que tenga, me encapucharon, me ataron, me tiraron agua y me dieron máquina. Pero yo los mandé a Berlín. Les dije que había algo en mi colección de discos y cuando fueron a revisar se encontraron con mi tío Domingo, que era general de división. Y no encontraron nada. Nunca me quejé ni lo conté demasiado. Pero por suerte ahora estamos en otra época y vivimos como se debe vivir: en libertad. Soy un sobreviviente. Llegué a pensar que Pappo era inmortal, indestructible; pero cuando pasó lo que pasó bebí tanto... y la tristeza no se me fue. Entonces me di cuenta de que eso no servía para nada. Y cuando dejé de beber, aunque no me riera todo el tiempo, las cosas comenzaron a salirme mejor. Pero cuando Pappo se fue ya nada fue tan gracioso.”