Mis primeras colaboraciones en Barcelona fueron en la sección Barceloneta. Cuando la revista pasó a ser semanal, Mariano Lucano, uno de sus directores, me pidió que hiciera una serie estable todos los números y justo yo en ese momento estaba copado con Peanuts, de Charles Schultz, que es una tira que te produce un éxtasis sin necesariamente causarte risa: hay amargura, melancolía, clima, pero no risa. Así que, un poco con South Park como referencia, intento hacer el lado opuesto de Peanuts, el punto de vista infantil pero diabólico y enfermizo. Una de las cosas más interesantes de la tira para mí es que siempre tengo el punto de partida pero luego improviso hasta que se acerca el final y tengo que hacerme cargo y cerrarla, con mayor o menor éxito. Eso le da una adrenalina.