› Por Fabián Gallardo
La primera vez que Fito me mostró “11 y 6”, fue en la casa de Estomba y La Pampa. Ahí vivíamos (yo, de colado) y también ensayábamos en lo que era el living de una gran casa de dos pisos. Supongo que ese día le debo haber dicho que estaba buenísima, como pasaba con todos las canciones nuevas que iba trayendo y mostrando, pero ésta en particular me había partido al medio. Era la canción perfecta. La letra y la música. Posiblemente en ese momento no dimensioné lo que significaba estar ahí.
Porque fue un inmenso regalo de la vida haber formado parte de ese momento casi mágico. Uno de los grandes del rock nacional, que obviamente todavía no imaginaba que algún día iba a serlo, estaba empezando a escribir su capítulo en la historia.
Y ahí estábamos, junto al querido Tuerto Wirzt, Paul Dourge y Tweety González, formando parte de un equipo de chicos con muchas ganas, con pasión y con mucho amor por lo que hacíamos.
Hoy miro algunas fotos de la grabación de Giros, y me gustaría volver el tiempo atrás, entrar en esas fotos y decirme al oído: “Abrí bien los ojos, respirá bien hondo. Disfrutá cada segundo y cada acorde. Lo que está pasando en este estudio de grabación va a conmover y emocionar a mucha gente durante muchos años. Esa guitarra que estás grabando con tu equipito Peavey y un par de pedales Boss, dentro de 30 años, va a seguir sonando”.
Y efectivamente, hoy sigue sonando. Y esa canción sigue emocionando cada vez que suena en algún lugar.
Es que tengo un recuerdo y un cariño muy especial por “11 y 6”. En los primeros ensayos, mientras le dábamos forma al tema, se me había ocurrido un arreglo de guitarra que me encantaba. En el estribillo metía unas octavitas haciendo una melodía en contrapunto, que creo quedaba muy bien. Pero un día en el estudio, Fito viene con la noticia, buenísima por cierto, de que Pedro Aznar iba a arreglar esa canción. Me alegré por la noticia, obvio. ¡Se trataba nada menos de Aznar, el de Seru Giran, grabando en Giros con nosotros! Pero, a la vez, me dije: “Sonamos, chau a mi arreglito de viola que me gustaba tanto”.
Pasaron un par de días y llegan los arreglos de Aznar, sabía que había grabado unos teclados maravillosos y algunas voces. Antes de escucharlos en el estudio, Fito me adelanta que a Pedro le había gustado el arreglo de guitarra y que lo había dejado, e incluso, lo había reforzado con teclados. Fue una inolvidable sensación escuchar esa tarde en Moebio, a todo volumen, la versión con los arreglos de Aznar. Llegó el estribillo y ahí estaba mi arreglito de guitarra, grabado con el equipito Peavey, que había sobrevivido y que ahí se iba a quedar.
Como un sello, como una marca indeleble de esos días en Estomba y La Pampa. De esa casa donde escuché por primera vez “11 y 6”.
GUITARRISTA Y TECLADISTA DE VARIOS GRUPOS DE FITO PAEZ
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