LA PRODUCTORA INDEPENDIENTE DE CINE DE GéNERO DETRáS DE KRYPTONITA
Crudo Films tiene como logo su elocuente nombre estampado sobre un cacho de bife, correspondientemente, sin cocer. La textura de la carne que no ha pasado por el proceso esterilizador del fuego; el color rojo, vivo como el de la sangre.
Y hay sangre y hay carne en las películas que filman Tamae Garateguy y Jimena Monteoliva, fundadoras de Crudo Films, autoras, como productoras, guionistas y directoras (en roles intercambiables y combinables), de películas como Pompeya –un delirante thriller ambientado en la localidad del título, con mafiosos coreanos–, Mujer lobo –sobre una chica que utiliza su atractivo sexual para cazar tipos en la línea B del subte porteño–, y Toda la noche –un experimento con chicos y chicas, drogas y asesinatos, que remite al slasher de los 80, y que viene de presentarse en el festival de Mar del Plata–; las dos primeras dirigidas solo por Tamae, la tercera en conjunto con Monteoliva, que por estos días filma su primera película como directora ella sola: un largo de fantasmas titulado Clementina. Las dos chicas tienen muchos proyectos, guiones escritos y nuevas películas a punto de hacerse realidad, pero antes estarán abocadas al estreno de la producción con mayor potencial comercial que ha encarado Crudo hasta ahora: Kryptonita, de la que son las principales productoras junto con el Incaa.
“La idea es ir mechando alguna película un poco más grande, como Kryptonita, con otras más pequeñas, aunque haya que hacer malabares para mostrarlas y tengamos que limitarlas al circuito alternativo”, le dice Monteoliva a Radar, en medio de una entrevista centrada principalmente en la dificultad de producir cine de género en Argentina, en los múltiples prejuicios a vencer, en el panorama sin embargo interesante que se está desplegando en este momento para las películas de acción, terror y ciencia ficción en buena parte de Latinoamérica, y en el movimiento reaccionario en que el mainstream ultracaro que ha copado casi todas las salas comerciales parece haber sumido al cine contemporáneo, un cine desprovisto de sexo, de sangre, y en muchos casos, de todo tipo de emoción. Tamae y Jimena exhiben un gran entusiasmo pero sin engañarse: “Es muy difícil hacer estas películas que nos interesan, y no podemos esperar a ver si algo va a cambiar, qué va a pasar con las plataformas de streaming, con los subsidios, y demás. Decidimos que hay que hacerlas y ya. Ahora que Kryptonita está terminada y agotó funciones en Mar del Plata hay expectativas, pero hubo un momento, cuando tuvimos que salir a buscar financiación, que nos decían: ¿una película de superhéroes argentinos? Nooo, ¿Hay alguna chica con la que se puedan identificar las adolescentes? ¿Va a quedar bien? ¿Cómo la van a filmar? Siempre las mismas preguntas, hay un gran miedo a arriesgar con el cine de género”.
“Y sin embargo ahora vemos que está sucediendo algo que nos excede”, dice Tamae, “y que nosotras empezamos a hacer unos años atrás cuando nadie lo hacía. Recuerdo todavía que alguna gente en medio del Bafici se me cagó de risa cuando dije que quería filmar una de acción, con armas, con tiros. Pero hicimos Pompeya y la estrenamos. La prueba de que algo está pasando es que el año pasado me invitaron a participar de una mesa en Corea sobre el nuevo cine de género latinoamericano, y es porque se están haciendo cosas muy potentes. En Chile está Ernesto Díaz Espinosa (autor de Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta, y de Santiago violenta, entre otros títulos), en México Diego Cohen está haciendo unas cosas muy interesantes y también allá está filmando Adrián García Bogliano (que hizo acá Sudor frío); se está haciendo mucho en Brasil. Creo que hay una cosa generacional, que alcanza a los que hoy tenemos treinta y largos, cuarenta, y crecimos viendo lo mismo”.
Lo que pasó en el festival de Mar del Plata con Kryptonita debería ser indicativo de que existe un público para esa franja a la que los productores aun no le tienen la suficiente confianza. Mucha gente se quedó afuera de funciones que habrían sido sobrevendidas y, cuenta Tamae, se armó quilombo. “El cine les ofrecía devolverles el dinero, pero nada: no queremos que nos devuelvan la plata, decían, queremos ver la película. Aunque había otra función al día siguiente, aunque se estrena ahora. Hubo que armar otra proyección en la sala de al lado”.
Jimena: –Creo que nuestra generación está perdiendo el temor a que los géneros se consideren cursis. Siento que somos los que crecimos viendo Blade Runner o Indiana Jones, y que queremos hacer películas como esas. (A otra escala) y con un sello más local, claro.
Tamae: –En mi caso, pasó que me descubrí directora con UPA!, Una película argentina, que dirigimos con Santiago Giralt y Camila Toker, pero yo vengo de la actuación. Habíamos escrito cosas con Camila, ideas y guiones, pero no era mi vocación desde los 14. Lo que tenía claro es que me gusta la acción, y creo que el cine de género tiene reglas muy claras que crean un puente con el espectador desde el vamos. No es que no nos guste el cine de autor, sino que nuestra afinidad va por este otro lado. Nuestras películas son de género y también son de autor. Esa es un poco la línea de Crudo Films: tener directores con una visión del cine de género que puedan hacer películas muy personales.
Parte de la producción de Crudo es de género en dos sentidos: por los géneros narrativos que aborda y por el punto de vista femenino, que se impone con particular fuerza en Mujer lobo, una película atmosférica y con una fuerte carga erótica, filmada en blanco y negro, cuya protagonista se desdobla según sus estados de ánimo, y con su instinto animal convierte en sus víctimas a hombres muchas veces agresivos y desagradables. “Hay sorpresa cuando una mujer se corre de una mirada intimista y delicada. Hay mucho misterio en cuanto a la mujer haciendo cine de género. Hay cierto discurso universalizado que es del hombre”, le dijeron al suplemento Las/12 unos meses atrás.
Tamae: –Yo soy re-varonera y me encanta lo que hacen los tipos en el cine, pero falta algo que les hable a las mujeres, que no sea comedia romántica. Muchas de las películas de género que se filman son historias que sólo se le pueden ocurrir a un hombre: la otra vez miraba Chico malo, de Kim Ki-duk, en la que un tipo secuestra a una chica, la caga a trompadas, la vuelve prostituta y al final ella se enamora de él. Los hombres flashean mucho con eso, y creo que a ninguna mujer se le ocurriría una cosa así. Hacen falta más películas como Clementina, la que está haciendo Jimena, sobre estados alterados.
Clementina, cuenta Monteoliva, es una historia “de venganza y de fantasmas”, protagonizada por una mujer que golpeada por su marido, pierde un embarazo avanzado, “y al volver a su casa tras un tiempo en el hospital, empieza a ver cosas”, cuenta su autora. “No sabe muy bien si es su marido que está escondido allí, si es el fantasma de la nena que no llegó a nacer, o si se está volviendo loca. Repulsión y El bebé de Rosemary, de Polanski, son dos de nuestros referentes”.
La siguiente película “grande”, después de Kryptonita, será Versus, que con un poco de suerte estarán filmando en poco tiempo más Tamae junto con Nicanor Loreti. “Es una historia ambientada en el mundo del MMA, las artes marciales mixtas, con una luchadora argentina”.
Y después, mientras siguen buscando productores para su film de vampiros El Plata, le seguiría Las furias, tercera película dirigida por Tamae a solas, “la historia de una chica blanca y un indio huarpe de Mendoza, separados por sus familias. Empieza como una road movie clásica, ella lo busca en la cárcel, y empiezan a matar gente por el camino”.
Pero para eso falta, dicen. Cada paso es complicado: seguro que con Versus, se adelanta Jimena, “vamos a encontrar los mismos cuestionamientos que cuando empezamos Kryptonita. Queremos hacer lo que nos gusta sin que nadie nos lo boche, pero también queremos vivir de esto. Haremos cosas más grandes y otras más chicas, pero lo que queremos, no podemos esperar, ni hacer concesiones y volvernos locas durante dos años para hacer todo lo que hay que hacer para un estreno comercial en regla y que después a la semana me bajen de cartel. Las hacemos ahora y ya está. Para los que queremos hacer este cine, es una necesidad fisiológica”.
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