Por S.S.O.

Jane Birkin ha vuelto, más vieja y más sabia. Con esa belleza que en los ’70 se mostraba desnuda en películas clase B y ahora perdura, empeñada en desafiar el paso del tiempo. Hace dos años, Birkin sacó un disco, Arabesque, que marcó el punto culminante de su eterna relación con Serge Gainsbourg. Un amor que nació con la grabación de “Je t’aime, moi non plus” y duró varios discos, una película y una hija (Charlotte Gainsbourg). Arabesque compilaba canciones que Gainsbourg había escrito para ella mucho tiempo atrás.
En el nuevo álbum, Rendez-vous (Cita), ya no está su mentor, pero algo de su espíritu recorre sus dieciséis canciones. Por lo pronto, se trata de un disco casi exclusivamente de duetos: como una especie de Edith Piaf postmoderna, Birkin sincroniza su voz de gorrión con las voces de un elenco de cantantes destacados, estrellas de la balada, el pop y el rock alternativo de todos los rincones del planeta.
Los dúos son de lo más variado: junto a Caetano Veloso en “O leaozinho”, con Brian Ferry para cantar “In Every Dream Home a Heartache”, con Manu Chao en “Te souviens-tu?”, con Paolo Conte en “Chiamami adesso”, con Etienne Daho en “La grippe”. Birkin no tiene problemas para pasar del inglés al francés, y tampoco para distraerse con el portugués o el italiano. También hay dúos con cantantes menos populares como Mickey 3D –esa devastadora autocrítica titulada “Je m’apelle Jane”–, o con Miossiec, que imita bastante bien a Gainsbourg en “Pour un flirt avec toi”. Pero los dúos más conmovedores y efectivos son los que forma con otras mujeres: la vieja (y bellísima) gloria de la canción francesa Françoise Hardy (“Surannée”), o la voz líder de Portishead, Beth Gibbons (“Strange Melody”), que con sólo unos breves coros compone una interpretación inquietante.