Domingo, 21 de enero de 2007 | Hoy
EASTWOOD FILMA LA BATALLA DE IWO JIMA (DE LOS DOS LADOS)
El gran clásico sobre Iwo Jima es esta película producida por la mítica Republic Pictures, dirigida por el veterano Allan Dwan sobre un relato de Harry Brown y por la que John Wayne fue nominado al Oscar a mejor actor en 1950. A menos de 4 años del fin de la guerra, el film seguía a Wayne (o mejor dicho, al riguroso sargento John Stryker) desde el entrenamiento en el que convierte a su pelotón de marines en máquinas de matar hasta el ataque sobre la isla y la famosa plantada de bandera, el 23 de febrero de 1945. En su momento la revista Variety la criticó por atrofiar la escala épica del episodio con su sentimentalismo y “un comentario superficial sobre la guerra”.
Muchos datos inconfirmables alimentan la leyenda de la película. Sí es cierto que las secuencias de batallas incluyeron material de archivo tomado durante los vuelos a Tarawa e Iwo Jima, y que Rene A. Gagnon, Ira H. Hayes y John H. Bradley, los tres sobrevivientes de la famosa foto de la bandera, aparecen en la película: Wayne le entrega el pabellón doblado a Gagnon. Pero además se dice que, tras el éxito de la película, a Wayne lo invitaron a dejar sus huellas en el cemento del famoso Teatro Chino de Los Angeles; éste fue mezclado con arena negra traída desde Iwo Jima.
En su disco The Dirty South (2004), la banda de rock sureño Drive-By Truckers incluyó la canción “The Sands of Iwo Jima”, en la que un niño le pregunta a su tío abuelo, un veterano de la Segunda Guerra, si aquel film la reflejaba con fidelidad. La respuesta de su tío abuelo llega con un gesto amable, dice la canción, pero es contundente: “Yo nunca vi a John Wayne en las arenas de Iwo Jima”.
Edward Dmytrick (El motín del Caine) filmó para la Fox la novela del gran Irwin Shaw que observa la guerra a través de tres personajes: un chico judío de Brooklyn que acepta el llamado patriótico (Montgomery Clift); un playboy que se manda solo al frente (Dean Martin) y un oficial nazi (Marlon Brando) condenado al desengaño. La película fue criticada por atenuar la durísima visión del libro sobre los militares norteamericanos. En una conferencia de prensa en Berlín, Brando dijo que “esta película intentaría mostrar el nazismo como una cuestión de la mente, no de geografía, y que hay nazis y gente de buena voluntad en todos los países. El mundo no puede pasarse la vida mirando por encima de sus hombros y nutriendo odios. Así no habría progreso”. También se tiró contra el propio Irwin Shaw por negarse a permitir que su personaje fuera retratado con alguna simpatía. “Si seguimos diciendo que todos los alemanes son malos —le dijo a Shaw—, sólo estaríamos aportando al argumento nazi de que todos los judíos son malos.” Pero Clift se molestó con Brando por convertir a su personaje en un “puto nazi pacifista”. Al margen de las peleas, la película vale la pena.
Dirigida por un norteamericano (Richard Fleischer) y un japonés (Kinji Fukasaku, en reemplazo de Akira Kurosawa, que abandonó el rodaje a poco de empezar), con producción de Darryl F. Zanuck para la Fox, ¡Tora! ¡Tora ¡Tora! fue la película que se propuso cambiar las cosas. Costosísima recreación del bombardeo sobre Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941, fue menos criticada en sus secuencias japonesas que en las norteamericanas, a las que se suele tildar de tediosas e ineficientes. El productor Elmo Williams declaró haber recibido amenazas durante el rodaje por haber contratado como consultor técnico a un oficial japonés que había participado en el ataque. La oficina de información naval norteamericana fue criticada también por participar de la recreación de lo que para muchos era una glorificación de la agresión japonesa. La película fracasó en Estados Unidos, pero fue un éxito enorme en el país del Sol Naciente.
Una de las mejores películas de guerra, dirigida por David Lean sobre una novela de Pierre Boulle y protagonizada por William Holden, Alec Guinness y Sessue Hayakawa, El puente... narra el enfrentamiento entre un coronel del ejército británico (Guinness) y el coronel japonés Saito (Hayakawa), que mantiene prisionero a todo un contingente de soldados ingleses a los que obliga a trabajar en la construcción del puente, en Burma. Aunque puso frente a frente a los dos bandos, todavía se discute si la película “humanizaba” al enemigo: se dice que el verdadero Saito fue uno de los oficiales más razonables y humanitarios del ejército japonés. El teniente coronel Toosey habló a su favor ante los tribunales de guerra, salvándolo de una condena a muerte.
La historia del desembarco en Normandía, el Día D, repleta de estrellas y producida por Zanuck, hablada en los idiomas de cada nacionalidad participante y aportando hasta cierto punto la perspectiva de ingleses, alemanes, norteamericanos y franceses. Perfecta para un sábado a la tarde: cine de súper acción.
Por una decisión de casting incomprensible, en este film del director Delbert Mann, Tony Curtis interpreta a Ira Hamilton Hayes, el indio que ayudó a plantar la bandera en Iwo Jima, y el protagonista más conflictivo de la película de Eastwood.
Un piloto norteamericano (Lee Marvin) derribado y un oficial japonés (Toshiro Mifune) obligados a convivir —a decidir si matarse entre elloso colaborar para sobrevivir juntos— en una pequeña isla desierta. Otra que Lost.
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