› Por Holman Morris *
Kapuscinski caminó cinco guerras de este mundo y del siglo pasado, y por eso lo que más me impactó fue cuando en medio de aquel taller alguien le preguntó algo aparentemente sencillo:
–Maestro, y en esas coberturas de las guerras, ¿qué pasaba con su familia?
La respuesta no se demoró y fue fulminante, palabras más, palabras menos:
–No se puede salir a cubrir una guerra pensando en la familia, tienes que olvidarte de la familia o no podrás escribir.
Siento que la esencia de la respuesta fue ésta que describo: es obvio que la memoria me traiciona en el detalle, pero lo importante es ese fondo. Para confirmar mi recuerdo, Kapuscinski dijo que alguna vez salió a cubrir uno de los tantos conflictos y no regresó a casa en un año. Un año sin hablar con su familia.
Digo que fue impactante para mí, porque me he dedicado a cubrir y tratar de entender las entrañas de la guerra colombiana. Hoy sigo viajando a lugares remotos de nuestra montañosa geografía a descubrir comunidades olvidadas o cementerios clandestinos. Viajo por algunos días y por algunas semanas. Nunca he podido dejar la familia por más de un mes. Es en ese momento donde se me aparece el viejito Kapu y se me revuelve con los sentimientos y con las fotos de los hijos y con las caricias y con las libretas de apuntes y las reflexiones en el terreno que se producen frente a las víctimas, a las fosas, a la tristeza o a la esperanza. Y llega él: “No puedes pensar en la familia si sales a cubrir una guerra”. Eso me revuelve todo, al entender que siempre que me pasa lo mismo, siempre, se sale con la suya, con la razón. Me lo he imaginado riéndose gozoso al verme sometido una y otra vez a la misma reflexión. Y es que el afán por el regreso y las caricias de los niños, de la compañera, y por buscar el teléfono más cercano –que puede estar a horas o días de distancia– te desconcentras, aceleras tus tiempos y no le dedicas todo el tiempo a las víctimas de la guerra, que estuvieron esperando durante meses, como la única manera de romper la impunidad a la que con frecuencia se ven sometidos por la dictadura de las versiones oficiales o las versiones de los “victoriosos”. Allí entiendo su grandeza y mi inferioridad.
* Periodista. Conductor de Contravía, por Telesur. Ganador del premio Hellman-Hammett, otorgado por Human Rights Watch.
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