> EL CASO VON TRIER EN CANNES Y POR QUé NO SE ESTRENA EN LOS CINES ARGENTINOS
Fiel a su estilo de provocateur profesional, durante el último Festival de Cannes, en el que Melancholia se presentaba en competencia oficial, Lars von Trier volvió a dar la nota: hizo un comentario pro hitleriano en la conferencia de prensa, y tras ser declarado persona non grata por el festival, anunció, entre expresiones de arrepentimiento, que ya no volvería a hacer más declaraciones públicas, que con aquella conferencia dio la última nota.
La cadena de eventos desafortunados arrancó más o menos así: un periodista le preguntó por “la relación entre las influencias del romanticismo alemán en Melancholia y su propia herencia germana”, lo que fue el puntapié que necesitaba para empezar a largar sus barbaridades: “Durante mucho tiempo creí que era judío (por parte del que resultó no ser mi padre biológico), y estaba contento de serlo; luego conocí a Susanne Bier (su protegida, la directora danesa judía que el año pasado ganó el Oscar por la mejor película extranjera) y ya no estuve tan contento de ser judío. Pero luego descubrí que yo era, de hecho, un nazi. Mi familia era alemana. Y eso también me dio cierto placer. ¿Qué puedo decir? Entiendo a Hitler. Comprendo que hizo cosas equivocadas, por supuesto; sólo estoy diciendo que entiendo al hombre. No lo llamaría un buen tipo, pero simpatizo con él un poco”, dijo, mientras Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg, que estaban sentadas a su lado, parecían querer que se las tragara la tierra. No contento con lo dicho hasta entonces, intentó “desarrollar” los conceptos que acababa de desparramar sobre su audiencia: “No quiero decir que estoy a favor de la Segunda Guerra y no estoy en contra de los judíos, ni siquiera de Susanne Bier. De hecho estoy bastante a favor de ellos. Todos los judíos. Bueno, Israel es un dolor de huevos, pero... ¿ahora cómo salgo de esta oración? OK, soy nazi”.
Más tarde volvería sobre su “chiste”, cuando le preguntaron si estaría interesado en trabajar con un presupuesto grande como los de Hollywood. “Claro que sí: a nosotros los nazis nos gusta hacer las cosas a gran escala. Tal vez podría filmar la solución final.” Las declaraciones salieron volando de la conferencia de prensa vía Twitter y en minutos ya daban la vuelta al mundo por Internet. Una hora más tarde, Von Trier ensayaba una disculpa, exigida por los organizadores del festival (“Si herí a alguien con mis palabras en la conferencia de prensa de esta mañana, me disculpo sinceramente. No soy antisemita ni racialmente intolerante de ninguna manera, ni soy nazi”), y aunque la primera proyección pública se realizó en el horario programado, la fiesta posterior fue suspendida, en medio de las protestas de varias organizaciones judías, y la organización del festival, presidida por Gilles Jacob, entendió que los descargos habían sido considerados públicamente insuficientes y tomó la decisión de echar al director declarando: “El Festival de Cannes provee a artistas de todo el mundo de un foro excepcional para presentar sus trabajos y defender la libertad de expresión y de creación. La junta de directores lamenta profundamente que este foro haya sido utilizado por Lars von Trier para expresar comentarios inaceptables, y contrarios a la idea de humanidad y generosidad que presiden la existencia misma del festival. La Junta de Directores condena firmemente estos comentarios y declara a Lars von Trier persona non grata en el Festival de Cannes, con efecto inmediato”.
Al parecer, Von Trier se quedó y dio algunas notas más, y llegó a expresar su arrepentimiento ante un medio francés: “Dije cosas idiotas y aún hoy no puedo perdonarme haber herido a gente por ello”. Pero en algún momento diría también que cuando unos periodistas alemanes lo entrevistaron, él les respondió que los “verdaderos nazis eran los franceses, y eso pareció gustarles a mis entrevistadores”, con lo cual es esperable que el Festival más importante del mundo no vuelva a invitarlo por un tiempo.
A pesar de todo el escándalo, la película fue estrenada en Dinamarca una semana después (con una repercusión moderada), y luego en Inglaterra y Estados Unidos. Pero el mismo día en que las declaraciones de su autor recorrían el mundo, el distribuidor argentino de Melancholia, Distribution Company SA, emitía un comunicado oficial en el que expresaba una decisión que ya no tuvo vuelta atrás: “Buenos Aires, 18 mayo 2011: Ante las inaceptables declaraciones del director cinematográfico Lars von Trier durante la conferencia de prensa del día de la fecha, en el Festival de Cannes, y su manifiesta declaración nazi, ofensiva para con el pueblo judío y la humanidad toda, Distribution Company Argentina SA, titular de los derechos de distribución del film Melancholia en el Cono Sur, ha decidido cancelar el contrato que lo unía con el mencionado film. Repudiamos expresamente las declaraciones del Sr. Lars von Trier y no apoyaremos ni estrenaremos su largometraje en el país. Firmado: Bernardo Zupnik (Presidente) y Paula Zupnik (Directora)”.
Consultados por Radar, Zupnik dijo no tener nada más que agregar.
Arte e ideología personal pueden y deben separarse, pero esta vez Von Trier se pasó de torpe y ofensivo con sus bravuconadas, y el chistecito ya le está costando caro: le está costando, básicamente, que parte de su público ya no pueda ver su película en la pantalla grande para la que fue cuidadosamente concebida.
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