SANTA FE › POR TERCERA VEZ EN EL AÑO, HOY VOTAN LOS SANTAFESINOS
Junto a los candidatos presidenciales, deben elegirse 10
diputados nacionales entre 21 listas para renovar las bancas
que dejan representantes del justicialismo, UCR, ARI y PS.
› Por Pablo Feldman
La elección de hoy en Santa Fe -donde un total de 2.326.383 santafesinos podrán votar en las 5.764 mesas habilitadas en toda la provincia- no ha despertado ni remotamente el interés que suscitó la del 2 de setiembre. Aún cuando lo que está en juego es nada menos que la presidencia de la Nación, el contexto general -y santafesino en particular- es de apatía y poco interés. Las razones de este estado de ánimo pueden explicarse desde diferentes ópticas. Para algunos está emparentado con el "resultado puesto" que le quita emoción a la disputa. Desde el gobierno prefieren hablar de "tranquilidad" antes que de "indiferencia" o "resignación". Desde la oposición, según el sector, se apunta contra la desigualdad de medios y posibilidades de los candidatos frente al aparato del Estado. Cosa que es evidente, pero además se advierte en algún sector la insistencia en hablar de "resignación", como un modo de deslegitimar un comicio en el que la derecha tradicional no ha podido articular una alternativa atractiva frente a la negativa de Mauricio Macri de asumir el riesgo y competir por la presidencia en este turno. A tal punto es así, que la única candidata con chances de forzar una segunda vuelta ha asumido posiciones de ese espectro ideológico y prometido cargos a connotadas figuras de la derecha vernácula.
Si bien la fórmula pretende captar electores "por izquierda", fuera del candidato a Vicepresidente -Rubén Giustiniani- que evidentemente no recuerda sus diferencias con Lilita que provocaron la ruptura con el ARI y la demora de cuatro años de Hermes Binner en llegar a la Casa Gris, el resto de las figuras "convocantes" poco tienen que ver con el progresismo: Patricia Bullrich, María Estensoro, Enrique Olivera, Alfonso Prat Gay, para citar algunos.
Frente a esta situación, al gobierno se le facilitaron las cosas: en una simplificación típicamente kirchnerista, el que se opone "le hace el juego a la derecha" sostienen, y denuncian casi automáticamente a cualquier pensamiento crítico, como si la política se pudiera encerrar en el sistema binario.
En Santa Fe -y esto se "midió" ya para las elecciones provinciales- hay un importante segmento de votantes Binner/Cristina. Esto lo padeció el candidato visitante, Rafael Bielsa, en setiembre, y lo va a disfrutar la senadora de Kirchner por estas horas. Ni los más optimistas militantes de la Coalición Cívica sueñan con retener los 870 mil votos que cosechó Hermes Binner. Se conformarían -aunque nunca lo reconocerían públicamente- con retener dos de cada tres votos de los que consiguió el gobernador que asumirá el 10 de diciembre. La presencia del senador Giustiniani en la fórmula lejos de ser un aliciente para los votantes santafesinos, puede transformarse en la patentización de que una cosa es ser dirigente partidario y otra muy distinta es ser un referente político y social.
La pregunta que se impone entonces es: ¿por qué razón si el socialismo derrotó al candidato K hace nada más que un par de meses, el resultado de esta tarde no puede ser el mismo, o parecido? Y la respuesta puede comenzar a buscarse en las elecciones provinciales. Seguramente hay algunas razones que pesan más que otras, pero la concurrencia de un par de ellas resultan decisivas.
"El" o "La" candidato/a, y la idea del "cambio" parecen determinantes.
Así ocurrió el 2 de setiembre, cuando Binner encarnó la idea del cambio. Después de casi un cuarto de siglo de gestiones peronistas, y cinco períodos consecutivos de gobernadores de la ciudad de Santa Fe, la necesidad del cambio no estaba asociada al fracaso de la gestión, sino a la alternancia de signo político y fundamentalmente a la puesta al día de Rosario en el escenario provincial. De hecho, Jorge Obeid -que hoy puede resultar el diputado más votado- dejará el gobierno dentro de poco más de un mes con una imagen positiva superior al 40 por ciento. Sin embargo "su" candidato fue barrido en la elección provincial. Es que Bielsa no se rehízo rosarino después de 20 años fuera la ciudad. Más aún, los 4 meses de campaña vivió en el Hotel Howard Johnson, y renunció a su banca por la Capital Federal -que aún no ha sido tratada por sus pares- recién después de la derrota.
Está claro que "el cambio" en Sana Fe tenía ribetes muy definidos. ¿A nivel nacional existe una necesidad de cambio tan evidente? Los escándalos de la bolsa de Felisa, la valija Uberti, las facturas de Skansca, la suba de la papa, del tomate, el "regreso de los muertos vivos" del conurbano, los superpoderes, y otros puntos que podrían hacer más larga la enumeración, o no son determinantes, o más que eso, no han encontrado la figura confiable para canalizar el descontento.
"Creí que los escándalos afectarían más la imagen del gobierno", dijo Ricardo López Murphy que puede estar disputando hoy su última elección. El candidato presidencial subestima las valoraciones que hace el electorado sobre los casos de corrupción y reduce la falta de apoyo a su postulación o la de otros opositores a la liviandad moral del electorado. Una cómoda manera de exculpar sus propias limitaciones.
Lo cierto es que no hubo ni programa ni dirigentes opositores capaces de estructurar una propuesta de cambio y exhibir a quienes la llevarían adelante.
No parecía demasiado, pero sí suficiente como para que el gobierno espere tranquilo los resultados de la elección de hoy.
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