Las negociaciones para superar el conflicto en Paraná Metal volvieron a empantanarse anoche, después de más de seis horas de tire y afloje en el Ministerio de Trabajo de la Nación. Al cierre de esta edición, el titular de la cartera, Carlos Tomada, se resistía a disponer un nuevo cuarto intermedio, y continuaba su tarea de ingeniería para acercar posiciones entre los empresarios y los representantes de los trabajadores. "El punto central es la movilidad del adicional salarial, que era de empresa y pasa a ser personal, o de mochila. Pero si ese monto no es móvil, en dos aumentos queda licuado", explicó Rolando López, delegado de la comisión gremial interna. Claro que hay otros motivos de fricción, como la puesta en marcha de la producción, una vez cerrado el acuerdo, y quién se hace cargo de pagar los salarios de los trabajadores que seguirán suspendidos.

Según las categorías, el adicional significa actualmente desde un 15 a un 48 por ciento. Ahora pasará a ser adicional personal o mochila. "Estamos viendo la movilidad de esa mochila, porque si no la tiene, se iría perdiendo con los sucesivos aumentos. Es decir que estaríamos firmando una rebaja salarial a futuro", planteó López. Por otro lado, el acuerdo incluye que los trabajadores de Paraná Metal no perciban el aumento salarial que salga de la paritaria de abril. Sí, en cambio, una vez que se firme el acuerdo los trabajadores cobrarían las dos quincenas caídas, el aguinaldo y las vacaciones.

La empresa, por su parte, continuará recibiendo el subsidio de 600 pesos para cada salario, que forma parte del Programa de Reconversión Productiva (Prorepro) y dejará de pagar cargas salariales.

Pero, una vez que el acuerdo esté firmado, la vuelta al trabajo no será sencilla. La empresa demorará entre 10 y 15 días en ponerse en marcha, y lo hará con un volumen menor al habitual (2100 toneladas mensuales en lugar de las 4000 de su capacidad máxima). Por eso, la mitad del personal continuará suspendida. Eso sí, todos percibirán sus salarios.