Desde hace más de un año, Carlos Trangoni espera el resultado de un reconocimiento médico ordenado por el Estado Mayor General del Ejército, que presidió el 30 de julio de 2009 el coronel médico Fernando Miguel Lalli. Ese documento es imprescindible para el avance de la causa por delitos de lesa humanidad que sufrió cuando era soldado, en 1981, en el grupo de Artillería 7 de Chaco. Estuvo 15 días estaqueado al sol, y recibió además todo tipo de amenazas y castigo. Le decían que era "subversivo" y lo iban a matar. Al año siguiente, fue movilizado hacia el sur, y durante la guerra de Malvinas estuvo en San Julián, donde presenció las torturas a otro soldado, Hugo Sandoval. Trangoni hizo la denuncia por su propia tortura el 25 de septiembre de 2007, por exhorto, ante el juzgado federal de Resistencia. Y dio testimonio por lo sucedido con su compañero, en la causa que se tramita en Río Grande.

Cuando Trangoni pidió el resultado de la pericia médica, le negaron su existencia. Por eso, el 19 de noviembre del año pasado le escribió una nota a la ministra de Defensa Nilda Garré, y en octubre de este año, le envió la misma misiva a la presidenta Cristina Kirchner. "Mientras hacía el servicio militar durante el terrorismo de estado sufrí vejaciones y torturas. Actualmente soy testigo en las causas de delitos de lesa humanidad en trámite en los juzgados federales de Resistencia y Río Grande", dice la nota que envió a las autoridades.

Después de concurrir al reconocimiento médico, Trangoni esperó una notificación de ese trámite, pero nunca llegó. "No recibí ninguna notificación, me constituí en el Ministerio de Defensa para solicitar una copia del reconocimiento que me habían efectuado y allí, en distintas dependencias, negaron que existiera un trámite a mi nombre", indicó el denunciante, quien lleva consigo las copias de las denuncias, las citaciones y las notas enviadas.

La denuncia menciona a los entonces coronel Bernardino Oscar Pucheta, jefe del grupo con el que Trangoni cumplía el servicio militar, así como al sargento Carlos Daniel Franco, al teniente coronel Roberto Obdulio Godoy, y al teniente D'Ambrosio. Trangoni estuvo estaqueado con otros cinco soldados, y recuerda que D'Ambrosio ordenó que fuera sometido a castigo de campaña.

Según consta en la presentación judicial, el castigo sobrevino porque los soldados de guardia dejaron salir a un compañero a la vida civil para buscar alimentos, ya que la comida era escasa. A partir de allí, fue estaqueado durante una quincena, casi sin descanso. Recuerda que Rolando Carrió -hermano de Elisa- era el encargado de inyectarle el suero para evitar la deshidratación motivada por las larguísimas horas al sol.

"A los seis meses de estar incorporado, nos mandaron a un lugar de la guarnición, el depósito de arsenales, donde había piletones llenos de ropa y elementos de todo tipo, que ellos decían que eran de los guerrilleros", rememoró Trangoni.

En abril de 1982, cuando comenzó la guerra por las islas Malvinas, el grupo de Trangoni fue movilizado al sur, y estuvo en la Bahía de San Julián, en la provincia de Santa Cruz. "La zona formaba parte del Teatro de Operaciones Sur", puntualizó Trangoni. Estuvieron a metros de la zona de combate. Por eso, y de forma paralela a las denuncias por torturas, batallan por obtener una pensión como veteranos de guerra, un tema que depende del Congreso nacional. En cuanto a ese objetivo, Trangoni muestra un diploma recibido el 10 de junio de 1990, con las firmas del entonces presidente del Senado, Eduardo Duhalde y el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri. "Por su participación en la lucha armada por la reivindicación territorial de las islas Malvinas", dice el diploma. "Ellos mismos reconocen que fuimos combatientes", apuntó Trangoni.