SANTA FE › LA CASA DE DERECHOS HUMANOS REVELA SU PRINCIPAL INFORMANTE.
El hombre que fue cuidador del campo San Pedro, del Ejército, fue fundamental para que se descubriera el lugar de exterminio y se hallara la fosa común con ocho cuerpos. Había pedido que su nombre se reservara hasta su muerte.
› Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
La pregunta ronda en la Casa de Derechos de Santa Fe, donde una pesquisa de años descubrió el centro de exterminio que operó en el campo militar San Pedro, en las cercanías de Laguna Paiva, durante la dictadura. Y la respuesta ofrece el nombre de un baqueano que por primera vez se revela en público: Carlos Jesús Castellanos, el cuidador del campo que conservó los secretos del terrorismo de estado durante treinta años, aportó datos sobre los enterramientos clandestinos ya 1985, sufrió las consecuencias y ratificó su testimonio, en 2006. El hallazgo de una fosa común con ocho cuerpos en junio de este año, uno de ellos ya identificado: María Esther Ravelo, desaparecida en Rosario en 1977, confirmó su relato. "Acá el verdadero héroe es Castellanos", dijo uno de los investigadores.
Rosario/12 accedió la semana pasada a documentos y fotos de la investigación que los organismos de derechos humanos de Santa Fe -Madres de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y el Movimiento Ecuménico hicieron en soledad durante años. La trama comienza a reconstruirse con un testigo clave: Castellanos, pero con el compromiso de no revelar su nombre hasta después de su muerte. "Siempre hubo un acuerdo para preservar su identidad, que cumplimos a rajatabla. Y si hoy, lo revelamos es porque la familia aceptó que lo hagamos", agregó otro de los investigadores.
Sin el testimonio de este hombre del interior, sencillo y digno, las fosas clandestinas de San Pedro nunca se hubieran descubierto. "Su aporte a la memoria, a la verdad y a la justicia es inestimable. Acá, el verdadero héroe es Castellanos", comentaron los militantes de la Casa de Derechos Humanos. "El fue el hombre que preservó e insistió con la verdad dos veces. La primera vez, en 1985 y eso le costó que lo echaran del campo como a un perro", explicaron.
¿Cómo fue eso?
En 1985, Castellanos aportó datos sobre lo que había visto en el campo San Pedro, durante la dictadura. No fue una denuncia porque la Conadep ya había terminado su trabajo. Pero los militares se enteraron y lo echaron pocos días después. Hay que ubicarse en la época, los integrantes de la Conadep se movían una cuadra y estaban bajo seguimiento de los militares. Por ejemplo, cuando fueron a la ciudad de Reconquista a recibir testimonios y denuncias, los siguieron vehículos de la Fuerza Aérea y automóviles sin identificación.
Y después, ¿aceptó testimoniar ante la Casa de Derechos Humanos?
Así es. Fue el 2 de setiembre de 2006 (en un testimonio luego incorporado a la causa judicial), cuando decidió volver al campo San Pedro, junto con el equipo de investigación de la Casa de Derechos Humanos. Y marcó los lugares donde podrían estar las fosas clandestinas. El habló de dos fosas. Eso es lo que nosotros tenemos documentado y con fecha.
¿Hay algún croquis?
Un mapa de los posibles enterramientos. Castellanos volvió a entrar al campo casi 30 años después, cuando las modificaciones del terreno que se habían producido eran muy profundas. Había muchos cambios: nuevos desmontes, nuevos alambrados, una zona de siembra más amplia. En fin, un montón de cosas que lo podían guiar en la orientación ya estaban muy cambiadas. Y le costaba recorrer el campo a pie porque antes, en 1977, lo recorría a caballo y no era lo mismo.
"Sin embargo, fue muy preciso en la indicación de las fosas clandestinas", comentó un investigador. "Marcó una línea norte sur y le erró por muy poco. Sobre la línea de coordenadas norte sur que él ubicó, la precisión es asombrosa: le erró por 331 metros. Y ya la transformación que había tenido el campo era muy grande", agregó.
"Castellanos había sido el arrendatario del campo, era un pequeño productor con una posición política. Leía mucho el Martín Fierro. Y no fue fácil ganarle la confianza, porque él se había sentido abandonado en 1985, cuando el Ejército lo echó como un perro y ni siquiera lo dejó sacar sus pertenencias, perdió todo. Cuando lo echaron del campo, lo llevaron hasta la tranquera y le dijeron: 'Acá no entra más'. Aparte, ¿quién era Castellanos contra el Ejército Argentino en 1985? Quedó desamparado. Después, costó mucho encontrarlo en un pueblito cerca de La Paz, en Entre Ríos. Y en esto tuvo mucho que ver la gente de Laguna Paiva".
Y después, tuvieron que convencerlo que diera su testimonio.
Sí. Cuando fuimos al campo estaba al límite de sus fuerzas, ya estaba enfermo. Murió en 2008. Pero tenemos la certeza de que todo lo que hizo fue a conciencia. Era una persona que no olvidó esto durante más de 30 años. Y su familia tuvo mucho que ver. Por eso decimos que el verdadero héroe es Castellanos, de los muchos que hubo en esa época que mantuvieron una actitud digna. Castellanos se podía haber callado la boca como lo hicieron muchos. Si uno le pregunta a cualquiera de los dueños de campos linderos a San Pedro, todos miran para otro lado. Ninguno dijo: esta boca es mía. Y eso se ve en la causa, el juez citó a declarar a los propietarios de los campos linderos y nadie sabe nada. Castellanos dijo todo lo que vio y no le costó asociar los operativos del Ejército con el rumor que corría en Laguna Paiva y en toda la zona sobre lo que los militares hacían en San Pedro. No le costó asociar lo que había escuchado con lo que después vio en el campo.
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