Vie 25.03.2011
rosario

SANTA FE › EN SANTA FE SE RECORDARON EN LA PLAZA SITUACIONES QUE AYUDARON A QUE HAYA JUSTICIA.

Tres historias de coraje

El gobernador Binner y varios de sus ministros se entremezclaron con la multitud integrada, en su mayoría, por pibes que nacieron en democracia. La memoria apuntó a personas que con su accionar posibilitaron que haya castigo para los represores.

› Por Juan Carlos Tizziani

Desde Santa Fe

La plaza de la memoria recordó ayer tres historia de solidaridad y coraje. El testimonio de un baqueano, Carlos Castellanos, que permitió descubrir en junio de 2009 una tumba clandestina en el campo San Pedro, de propiedad del Ejército, donde se rescataron los restos de ocho desaparecidos, cuatro de ellos ya identificados. La entrega de un militante del peronismo revolucionario, Juan Perassolo, que alentó a sus compañeros a denunciar el genocidio ante la Conadep, en 1984, en tiempos de incertidumbre y desconfianza, que cuarto de siglo después, en 2009, permitió enjuiciar a siete represores de Santa Fe. Y el ejemplo de una familia del barrio Santa Rosa de Lima que escondió en su casa los 120 legajos de la Conadep Santa Fe, en 1984, cuando un grupo de tareas asaltó los Tribunales de Rosario y cargó en un camión las pruebas contra el terrorismo de estado y las complicidades civiles y económicas. "Queremos rendir homenaje a quienes contribuyeron con su trabajo a la lucha por los derechos humanos. El camino del pueblo está hecho por hombres y mujeres de carne y hueso.", dijo Jorge Castro, uno de los oradores.

El acto reunió a cientos de santafesinos en la plaza de Mayo. El gobernador Hermes Binner y varios de sus ministros se entremezclaron en la pequeña multitud integrada, en su mayoría, por pibes que nacieron en democracia, después de la dictadura. Esa fue la característica de la convocatoria: la masiva participación de jóvenes que ayer levantaron las banderas del Peronismo Militante, el Movimiento Evita y agrupaciones como Martín Fierro y la Cámpora, que tomaron el legado de Néstor Kircher y defienden a la presidenta de la Nación.

Antes de los discursos se exhibieron dos videos. Uno sobre el martirio de Silvia Suppo, la testigo de lesa humanidad asesinada hace un año en Rafaela, el 29 de marzo de 2009, y otro del testimonio de Carlos Castellanos, cuando volvió al campo San Pedro, en 2009, para guiar a los investigadores de la Casa de Derechos Humanos e indicarles el lugar donde había un enterramiento clandestino. Le erró sólo por 300 metros.

En la plaza estaban la esposa y tres de los cuatro hijos de Castellanos y algunos de sus nietos. El baqueano falleció antes del descubrimiento de la fosa común. "Acá el verdadero héroe es Castellanos", dijo Castro al recordar que el testigo reveló por primera vez el secreto de los represores, en 1985, cuando la Conadep se había disuelto "lo que le valió que lo echaran del campo como un perro". Los investigadores de la Casa de Derechos Humanos lo volvieron a localizar en 2006 y ratificó el mismo testimonio que había brindado 21 años atrás. "Tuvo el mismo compromiso. Por eso queremos rendirle el homenaje que se merece", agregó Castro.

El 2 de setiembre de 2006, Castellanos volvió al campo San Pedro junto con los investigadores y los guió hasta el lugar donde, en junio de 2009, se encontró la tumba clandestina. "Lo único que nos pidió es que reserváramos su nombre y el de su familia. Y ese recorrido que hizo entonces por el campo siguiendo las huellas de su memoria sirvió para que el Equipo de Antropología Forense pudiera encontrar la fosa común con los restos de ocho compañeros", agregó. Cuatro de ellos ya fueron identificados: María Esther Ravelo, Gustavo Pon, María Isabel Salinas y Carlos Alberto Bosso.

Castro recordó también a Perassolo, ya fallecido, "un compañero con su compromiso político cuando salió de la cárcel y su militancia sin renunciamientos", señaló. Perassolo era esposo de Anatilde Bugna, testigo y querellante en el primer juicio de lesa humanidad en Santa Fe.

Al final, Castro reveló otro secreto santafesino. "Eran momentos difíciles", dijo. "En 1984, un grupo de tareas había asaltado los Tribunales de Rosario y se llevó todas las pruebas contra el terrorismo de estado y las complicidades civiles. "En Santa Fe, la Conadep tenía en su poder 120 denuncias. Y en esos 120 legajos fueron llevados y escondidos en la casa de la familia Salas, en el barrio Santa Rosa de Lima que los custodió", concluyó.

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