Sábado, 29 de abril de 2006 | Hoy
SANTA FE › ENTREGARON A SU FAMILIA LOS RESTOS DE LOSADA
"Por lo menos ya lo tengo en una parcela del cementerio, a la que iremos a parar también mi mujer y yo". Entre la consternación y el alivio, Américo Losada resume el sentimiento que lo embargó ayer, cuando la justicia federal le restituyó -después de 30 años- en Córdoba capital los restos de su hijo: Alberto Isidoro Losada desapareció en 1975, cuando era un militante político y social de 22 años, enrolado en el ERP-PRT. Desde entonces nada se supo de él, excepto la escasa información que pudo recoger su padre. "Lo fusilaron en Roldán", recordó. La búsqueda arrancó el 15 de mayo de 1975 y se cerró ayer con la entrega de los huesos de Alberto a su familia. El cuerpo había sido hallado en una tumba clandestina del cementerio de San Lorenzo y su identificación fue lograda con el aporte de los peritos designados por el tribunal federal, el antropólogo Juan Nóbile y la historiadora Gabriela Aguila.
Américo Losada, de 78 años de edad, acaba de sobrellevar una jornada emotiva. Una delegación llegó de Rosario para cerrar un capítulo de más de tres décadas en su vida y la de sus seres queridos. "Después de tantos años de espera, es algo muy triste, pero conseguí lo que buscaba", cuenta a Rosario/12 a través del teléfono. Luego de velarlo en la casa familiar, Alberto fue inhumado en el cementerio privado Parque Azul. Los restos fueron encontrados en una tumba clandestina del cementerio de San Lorenzo, y su identificación se logró a través de la tarea de los especialistas antes mencionados y del Equipo Argentino de Antropología Forense.
"Tengo cierta sensación de paz, aunque todo es muy triste hasta que uno lo recibe, ahora lo dejé en el pedazo de terreno que compramos en el cementerio, a donde también iremos a parar mi mujer y yo", agrega Américo antes de arrancar con los agradecimientos para quienes siempre lo acompañaron en la búsqueda y para los profesionales que actuaron al momento de determinar la identidad de los restos óseos: el juez federal rosarino Germán Sutter Schneider, los militantes de derechos humanos de Rosario (en especial Juan Rivero y Emma Lucero) y de Córdoba, el Equipo Argentino de Antropología Forense y a los mencionados Nóbile y Aguila. "En especial quiero recordar a quienes me dieron el dato de que a mi hijo lo habían fusilado. Y este asesianto se produjo durante un gobierno que puede considerarse constitucional, pero que nunca fue democrático", dijo en referencia al período presidencial de María Estela Martínez de Perón.
Alberto trabajaba con su padre en la planta de Materfer, la fábrica de materiales ferroviarios, lo hacía de día y terminó el bachillerato de noche como técnico electrónico. Entró después en ingeniería electrónica. "Le gustaba el básquet y el fútbol -recuerda Américo-, medía 1.97, a los 16 era titular de un equipo de primera B de básquet. Le gustaba tocar la guitarra y era bueno. Trabajábamos juntos y traíamos el sueldo a un mismo pozo para tener algo y siempre estaba regalando cosas a quien la necesitara, su campera o lo que fuera. Me decía que nosotros éramos dos para trabajar y poder comprar otra".
Los restos de Losada fueron hallados en el cementerio municipal de San Lorenzo, en el marco de la investigación de la Justicia Federal por la existencia de enterramientos hechos por fuerzas militares. Su familia buscó a Alberto desde el 15 de mayo de 1975 cuando recibió les avisaron que lo habían matado en una zona cercana a Rosario. En esa fecha comenzó el recorrido ante el Comando del II Cuerpo de Ejército y la policía para averiguar el paradero del joven y luego se formalizó la denuncia ante la filial Córdoba de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). El joven había nacido el 25 de febrero de 1953, era técnico electrónico, trabajaba, estudiaba, militaba en el ERPPRT y se fue de su casa en Córdoba el 22 de marzo, dos días antes de que fuerzas parapoliciales llegaran hasta allí buscándolo. Según su padre Américo, "lo fusilaron en Roldán".
El 22 de marzo de 1975 Alberto se fue de la casa en Córdoba y se supone que vino a Rosario en su condición de militante del ERPPRT. De ahí en más nunca volvieron a verlo. Una llamada telefónica dio cuenta de que lo habían matado el 15 de mayo de 1975. Al día siguiente su padre ya estaba en Rosario y comenzó el largo camino de búsqueda, cerrado ayer.
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