SANTA FE › UN BALEADO, OTRO DETENIDO AL QUE OBLIGARON A COMER SUS HECES, ADEMáS DEL JOVEN QUE FUE CRUCIFICADO.
Ayer el comisario de esa localidad en el límite con Córdoba, fue imputado junto a dos de sus hombres de gravísimos delitos.
› Por José Maggi
La comisaría sexta de Frontera tiene en su haber solo en los últimos meses cuatro casos de torturas, apremios y casos de gatillo fácil, que la colocaron en la tapa de los diarios durante toda la semana. La liviandad con la que varios operadores judiciales de uno y otro lado de la línea divisoria con Córdoba trataron el tema, se ubican como el principal aliento a la reiteración. Tal el caso del juez Esteban Mognaschi (Rafaela) que liberó a la mayor parte de los policías investigados, habilitando así las visitas no deseadas a víctimas y testigos, una operatoria que comienza con el ofrecimiento de dinero, y puede terminar del peor modo, tal como ya ha ocurrido. La excepción la ha dado en este punto el jefe de los fiscales del nuevo sistema, Julio de Olazábal y el responsable de Rafaela Carlos Arietti. Un joven crucificado, otro al que se le hicieron comer sus propias heces, otro baleado en una pierna, y hasta un menor detenido con absoluta ilegalidad, conforman el pliego de heroicas actuaciones del comisario Carlos Flores, responsable de la comisaría de Frontera. Ayer tuvo lugar la audiencia imputativa en la que el jefe policial junto a dos de sus hombres de este "grupo de choque", fueron acusados de una serie de escalofriantes torturas, dignas de marines americanos. El único que quedó con prisión preventiva es el policía Gabriel Gerbaldo por torturas mientras el comisario Flores por su omisión de evitar la tortura fue liberado bajo fianza. Sin embargo quedó detenido por un tercer y cuarto hecho que son la tentativa de homicidio doblemente agravado y lesiones gravísimas agravadas. El otro policía es Raúl Monges.
El caso que se analizó ayer tuvo lugar el 14 de abril a las 23 cuando cuatro policías de la Comisaría N° 6 privaron de su libertad a la víctima de apellido Díaz, quien se encontraba en su domicilio en Barrio Acapulco, trasladándolo a la Comisaría y encerrándolo en un calabozo, sin comunicar inmediatamente la detención al fiscal interviniente, haciéndolo recién a las 6. Díaz permaneció en el calabozo hasta las 18 del día siguiente, según explicó el fiscal del caso. Apenas ingresado, fue alojado desnudo en la celda y esposado contra las rejas, de parado y con las manos atrás. Ese día, el Servicio Meteorológico indicaba una temperatura mínima de 5 grados. A las 2 del 15 de abril, Díaz le dijo a un empleado policial que quería ir al baño, y obtuvo como respuesta "hacete encima" y comenzó a arrojarle, con un balde de 20 litros, agua fría, diciéndole "esto es para que se te afloje la panza". Luego de varios baldazos, Díaz comenzó a defecar de parado y esposado a las rejas. "De inmediato, el empleado policial ingresó a la celda, le sacó las esposas a Díaz, llamó a cinco policías hombres y dos policías mujeres aún no individualizados y obligó a éste a juntar con sus manos la materia fecal y a comérsela, amenazándolo con utilizar una picana", según señaló el fiscal regional Arietti.
Luego, a un menor de 15 años de edad que se encontraba alojado en la celda contigua, privado también ilegalmente de su libertad, "el mismo empleado policial le agarró la cara y se la colocó contra las rejas de su celda, pegada a la celda de Díaz, obligando a este último a sacar su mano por las rejas y a pasársela con la materia fecal que contenía, por la cara del menor", dice el relato fiscal.
Según el relato del Ministerio Público de la Acusación "el mismo policía obligó al menor a orinar en un envase de plástico y se lo hizo tomar a Díaz. Luego, llamó a otro policía, que también orinó dentro de la misma botella y nuevamente obligó a Diaz a ingerir toda la orina, lo que generó que éste comience a vomitar". Entonces "el policía lo hizo arrodillar para que agarre con sus manos los desechos y se lo pase por todo el cuerpo y su cara, quedando Diaz desnudo, mojado y sucio en el calabozo. Media hora después, Díaz fue nuevamente esposado de espalda a las rejas. Una hora más tarde, le arrojaron otro balde de agua para que se limpie, permaneciendo durante toda la noche, desnudo, mojado y esposado a las rejas del calabozo". Todo esto responsabiliza al jefe de la comisaría ya que "el oficial Flores, estuvo presente en la misma desde el 14 de abril a las 19 hasta las 20:35 del día 15", argumentó la fiscalía.
Para el diputado provincial Eduardo Toniolli "el Poder Judicial santafesino suele mostrar una condescendencia enorme con los victimarios en este tipo de casos. Lo demuestra que entre enero del año 2012 y mayo del año 2013 se registraron 350 denuncias por abusos policiales de distinta gravedad contra particulares en los tribunales provinciales de Rosario, la mitad de esas denuncias nunca salieron del cajón en el que fueron depositadas inmediatamente después de realizadas, una sólo llegó a convertirse en procesamiento y aún está en el freezer por una apelación".
Para el legislador "el derrotero que viene siguiendo el proceso judicial contra los responsables de crucificar a Robledo confirma la regla: el Juez Mognaschi decidió que ninguno de los seis curse el juicio en prisión preventiva, aún cuando hay testimonios -en este y otros casos- de que intentaron coimear a las víctimas para que guardaran silencio o cambiaran sus declaraciones, evidencia suficiente para considerar que hay probabilidades ciertas de entorpecimiento procesal".
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