SANTA FE › BAJO UN CLIMA DE TENSION, EL PLENARIO RADICAL DEBATIO SU INGRESO AL FRENTE PROGRESISTA
La mesa negociadora con el socialismo estará compuesta por el presidente de la Convención provincial, Juan Cabrera (amigo de Changui), el intendente de Bermúdez, Fabián Varela; el titular de la UCR de Rosario, Carlos Vila (allegado a Millet) y el hombre de Avellaneda, Fernando Scarpín (sugerido por Michlig).
› Por Juan Carlos Tizziani
El presidente de la UCR, Felipe Michlig, y uno de sus segundos, Juan Carlos Millet, aceptaron tomar distancia de las negociaciones con el Partido Socialista, pero designaron en su reemplazo a una nueva mesa de enlace integrada por sus propios amigos y uno del nuevo aliado, el ex diputado nacional Luis "Changui" Cáceres. La decisión fue adoptada en un plenario que deliberó el viernes a la noche en la Casa Radical, en un clima de tensión y reproches a los gritos contra los defensores del Frente Progresista que quedaron en minoría. Después de un incidente, la cúpula gobernante de la UCR desalojó a la prensa del salón. El cambio de guardia disparó las ironías. "Antes teníamos al grupo Mimí (por Michilg-Millet) y ahora sigue el grupo Mimicha (por los Mimí, más Changui)", fue el chiste que corrió rápido entre los perdedores. El frentista Darío Boscarol, advirtió que si la conducción de su partido persiste "en el enfrentamiento y la confrontación" pública con Hermes Binner "vamos a terminar en un suicidio político. Este es otro paso más hacia el choque de la UCR contra una pared", alertó el ex presidente del Concejo Municipal de Santa Fe.
El debate estaba previsto para las 19, pero comenzó casi tres horas después con una larga catarsis del presidente de la UCR que repasó cada tramo del tironeo con el socialismo. La previa le sirvió al tándem Michlig-Millet-Cáceres para acordar un bloque de mayoría en el comité provincial -con 13 delegados departamentales sobre 18- que después le permitió ganar el plenario, imponer una nueva mesa de enlace con el socialismo y hasta avanzar en el perfil de la futura compañera de fórmula de Binner: "que sea afiliada al partido y de dilatada militancia radical". Dos requisitos que, obviamente, la fiscal federal Griselda Tessio no puede cumplir. (ver aparte).
Con los números puestos, el grupo Mimicha resolvió integrar la mesa negociadora con el socialismo con cuatro representantes: cuatro por la mayoría y uno por la minoría, pero el sector celeste ya rechazó el cargo y resolvió no participar. Los cuatro elegidos fueron el presidente de la Convención provincial, Juan Lucio Cabrera (amigo de Changui), el intendente de Capitán Bermúdez, Fabián Varela; el presidente del comité departamental Rosario, Carlos Vila (allegado a Millet) y el secretario de Gobierno de la Municipalidad de Avellaneda, Fernando Scarpín (sugerido por el intendente Orfilio Marcón y Michlig). La propuesta fue votada por los 13 delegados del grupo. Los otros cinco se abstuvieron.
El clima comenzó a caldearse con la catarsis de Michlig que rechazó las acusaciones en su contra y se quejó por el veto de Binner a él y a Millet. "No somos rupturistas. Lo único que hicimos fue defender la legalidad y las decisiones orgánicas de la UCR", dijo el legislador, desde el estrado. Y se ganó muchos aplausos.
La réplica fue inmediata. "Acá hay una situación contradictoria en si misma. Todo el discurso del presidente de la UCR estuvo destinado a demostrar que no hay que conformar el Frente Progresista. Entonces, a quienes están convencidos de que no hay que hacerlo, les pido que realicemos un acto de sinceridad y discutamos primero esa cuestión: si hay que constituir o no el Frente Progresista. Porque si no seguiremos tomando decisiones y constituyendo mesas negociadoras, planteándole objetivos de cumplimiento imposible que no hacen más que jalonar el camino de una fractura con el socialismo", retrucó Boscarol. Michilg ya tenía semblante de papel.
Boscarol volvió a cargar contra "los que dicen que están a favor del Frente pero no hacen más que deteriorar o degradar la posibilidad de integrarlo" y lamentó las decisiones adoptadas "a tontas y a locas".
Fue allí cuando el Boscarol reprochó a Michlig haber "sostenido la discusión con el socialismo sobre la base del enfrentamiento, la confrontación y la medición de fuerzas. Y cuando se utilizan esos métodos sin tener en cuenta nuestras debilidades o sobrevaluar la fortaleza es suicida -le dijo-. Esa metodología nos llevó al lugar donde estamos hoy: basta con repasar lo que se ha hecho y ver la situación en la que nos encontramos para advertir que estamos mucho más débiles que cuando empezamos la negociación con el socialismo".
Boscarol interpretó como un "error de cálculo" haber nominado a Fascendini como compañero de fórmula de Binner en contra de la voluntad de éste y aplaudió la decisión del senador por Las Colonias por restablecer el diálogo con el PS. "Ahora se abre una nueva instancia para intentar reacomodar la negociación en el Frente Progresista. Es cierto que hay que hacerlo rápido porque a medida que pase el tiempo nos seguiremos debilitando, pero es más cierto que si seguimos dando pasos equivocados terminaremos debilitándonos aún más y estallando en pedacitos", advirtió.
El vaticinio cayó como un planazo en el fondo del salón. "¡Los radicales no somos el furgón de cola de los socialistas!", saltó un compadrito de comité.
-Si hay alguien que no le gusta lo que digo.... dijo Boscarol, pero no pudo terminar su defensa. "¡¿Qué sos ahora?! ¡¿Socialista?!", le enmendó el gritón del fondo. El griterío se hizo incontenible.
Michlig se levantó para pedir calma. "Señor, le pido por favor: ¡si usted quiere ser respetado, respete a los demás!", le planteó al exaltado. Pero el cruce siguió: "¡Todo lo que dicen es mentira. ¿Saben por qué? Porque van todos atrás del culo de Binner", reaccionó el gritón. "¡Nosotros somos radicales! ¡¿O qué somos nosotros?! ¡¿Qué somos nosotros?!". Otros se sumaron a la bullanga.
-Señor, le estoy pidiendo por favor que permita el diálogo -volvió a terciar Michlig. Uno de sus secretarios ya había encarado al rebelde y lo miraba fijo, a corta distancia. Hasta ahí llegó. El incidente se consumió como una velita.
Unos minutos después, Boscarol trató de recomponerse. "Yo entiendo esta lógica de quienes están convencidos de que no hay que constituir el Frente. Es la lógica de Michlig y de Millet que están convencidos de que no hay que constituir el Frente y la conformación de esta mesa negociadora es un paso más para demostrar que no hay que hacerlo", disparó. "Pero quienes creemos de buena leche que el Frente es necesario, que hay que hacerlo sobre la base del diálogo, esta decisión que no es más que otro paso hacia el choque de la UCR contra una pared. Por eso no acompañaremos la integración de esta mesa negociadora, porque es otro error político y estratégico de la UCR", concluyó Boscarol.
Millet se dio por aludido. "No se puede caer en el error de creer que la defensa de los intereses del partido signifique ser rupturista. Yo soy uno de los que vengo trabajando en el partido desde el año 1991 para armar un frente que se oponga al PJ y alguna vez podamos ganar esta provincia. Y todas las veces que hubo frente, me valió la puteada de más de algún correligionario que pensó que estábamos equivocados, alimentando a un aliado que después podía no ser de las características que nosotros decíamos", dijo el rosarino. La cúpula de la UCR ya había decidido seguir el plenario, pero a puertas cerradas, sin la prensa. Un enviado se acercó entonces a este cronista. "Me dicen que usted no pude estar acá. Le pido que me acompañe". Afuera, aún se escuchaban los gritos.
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