Fue uno de los jugadores más resistidos por la hinchada canaya en los últimos años. El les dio motivos suficientes, a base de un juego intrascendente y de mucho desgaste y poca eficacia en el área rival. Pero hoy, Federico Carrizo se ha convertido en una de las piezas clave del equipo que dirige Miguel Angel Russo. Asomó a mediados del semestre pasado, el entrenador acertó al ubicarlo como delantero extremo y el jugador surgido en las inferiores no desaprovechó la oportunidad. Desniveló por la banda, ayudó en la marca, tuvo recorrido por todo el lateral y también llegó al gol. Ahora, con la llegada de Jesús Méndez y el consiguiente cambio de esquema, Carrizo volvió a jugar de volante. No obstante, no modificó su óptimo rendimiento, al menos en los primeros partidos de verano.

Russo es gran responsable en el cambio de Carrizo, lo inyectó de confianza y contribuyó para cambiar agravios por aplausos. "Fue creciendo, se fue soltando, y está para mucho más", dijo el entrenador tras el empate ante Belgrano, como muestra de las expectativas que tiene depositadas en el, ahora, volante. Para el jugador, en tanto, los partidos previos a la competencia oficial sirven "para agarrar ritmo". Y a eso apunta, a aceitar la preparación para el debut en el Torneo Final, a concretarse el domingo 9 de febrero a las 17 ante Quilmes, de visitante.

Tras el viaje a Córdoba, el plantel canaya tuvo ayer día libre y hoy, en el predio de Arroyo Seco, retomará los entrenamientos para encarar la parte final de la pretemporada. La serie de partidos amistosos se cerrará el sábado en el Gigante de Arroyito, donde recibirá la visita de Talleres de Córdoba. Russo contaría con todos los jugadores salvo Antonio Medina, que sufre una inflamación en un tendón rotuliano