CULTURA / ESPECTáCULOS › BALANCE DE LA SEMANA DEL ARTE CONTEMPORANEO EN ROSARIO
Así lo señaló el curador Roberto Echen, quien recordó que este año se pensó en tener intervenciones más potentes.
› Por Beatriz Vignoli
El pasado jueves a la tarde, esta cronista iba caminando con una de las poetas invitadas al Festival de Poesía por el parque que se halla en las inmediaciones del Centro de Arte Contemporáneo (Sgto. Cabral y el río), cuando atrajeron la atención de la visitante unos objetos pequeños, redondos, cónicos y de colores brillantes que yacían alineados sobre el pasto. La explicación que recibió fue que posiblemente se trataran de obras de arte, ya que Rosario en esos días estaba en la 3ª Semana del Arte Contemporáneo. Era errónea: al preguntar, resultó que eran unos aparatos que servían para medir la performance de unos atletas que estaban practicando en el lugar. La anécdota viene a cuento porque es un ejemplo de cómo cada Semana del Arte varía respecto del horizonte de expectativa creado en el público por la edición anterior. Si el público ya se acostumbró a objetos artísticos indiscernibles de los de uso práctico, camuflados en el medio ambiente de la ciudad, se sorprende al descubrir que este año el arte tampoco viene de donde se lo espera.
"Si hiciéramos siempre lo mismo, no sería arte contemporáneo", declaró a Rosario/12, Roberto Echen, curador de los museos MACRo y Castagnino. "Pretendemos que las intervenciones en el espacio urbano diferencien una Semana del Arte de la anterior. El año pasado apostamos a una cierta invisibilidad: que el espectador se topara con un objeto y no supiera bien qué era. Este año pensamos en tener intervenciones más potentes y en menor cantidad. No hicimos convocatoria abierta, como el año pasado, y en cambio llamamos a los artistas por invitación". En cuanto a la respuesta del público, Echen destaca la intervención "Fuegos artificiales" de Esteban Alvarez. "La gente hacía ciertas preguntas al ver una camioneta dando vueltas por la calle, que hasta era de una cierta precariedad, pero que no llevaba ningún cartel. ¿Publicidad de qué es esto?, preguntaban algunos, acercándose a la camioneta en las pausas obligadas del semáforo. Todas las intervenciones despertaron interés. La de Dante Taparelli en las escuelas denunció el deterioro, la vulnerabilidad actual de la escuela pública. En cuanto a los dibujos de Flor Balestra en la Terminal de Omnibus, nos pareció que la Terminal, ese lugar de tránsito, era interesante para intervenirlo artísticamente. Ya lo habíamos intervenido el año anterior, y la gente de la Terminal se acordaba; se engancharon mucho con la propuesta y querían participar. Hubo artistas que se sumaron. La de Guillermo Faivovich fue una propuesta de él. El Correo Argentino ya había aceptado su estampilla tridimensional del meteorito Chaco. Él nos preguntó si podía presentarla en la Semana del Arte y nosotros, encantados, le dijimos que sí. El Correo es un espacio bárbaro y la gente del Correo estaba muy entusiasmada. La Semana del Arte ya es conocida. El evento ya está siendo parte de la ciudad. El año próximo quisiéramos que fuese provincial. Dante Taparelli tiene propuestas para toda la provincia. Además este año tuvimos la primera intervención que no era de artistas nacionales. Con el artista suizo Franticek Klossner ya habíamos hablado, pero su obra requería mucho espacio para instalarla. Este año, Pichi De Benedictis nos ofreció el CEC y así fue como pudimos mostrar no sólo la videoinstalación de Klossner sino las grandes instalaciones de la colección Macro-Castagnino".
En cuanto a la participación del público, así como el año pasado la propuesta era "Llame ya", este año se proponía jugar y ganar: "¿Es usted una persona sin suerte? Pruebe con el arte y gane seguro". Fue una consigna de inscripción abierta a todo público para participar del envío de vales con premios elegidos al azar: packs de gráfica, libros de arte, visitas guiadas con brindis incluido y cenas con una personalidad del arte, que podía ser un artista o un crítico.
"Todo el que llamaba, ganaba. Pero si jugás y ganás seguro, no hay juego. La condición de que el juego sea tal, es la posibilidad de perder. Se corre así el sentido del juego". Echen postula el eje de la Semana del Arte en general, que es la cuestión de los límites del arte. "Para eso es crucial trabajar en el extrañamiento, posibilitando que el arte pueda ser pensado desde la experiencia de la extrañeza".
Una de las obras más impactantes de la Semana del Arte fue la de Aníbal Brizuela curada por Fabiana Imola en el marco de la muestra Macro Extraterrestre. Imola es tallerista de plástica de la colonia psiquiátrica de Oliveros, donde conoció a Brizuela, un interno que dibujaba casi constantemente, y reconoció el estatuto artístico de su producción. "Fue mi trabajo recuperar sus dibujos como obra artística, y él ahora lo sabe", cuenta Imola con admiración genuina. "Él se posiciona como productor. Antes no quería salir y ahora sale, va a las inauguraciones de sus propias exposiciones y de las de otros artistas. A partir de su arte ha podido entablar un lazo social. Es importante no estigmatizarlo presentándolo como un loco, sino incluirlo en un espacio donde pueda estar. Que, siendo loco, pueda también ser un artista contemporáneo más".
"Jamás hubiéramos presentado la obra de Brizuela como algo extra--artístico. El hecho de reconocer la obra de Brizuela como artística en la medida en que él es capaz de pensarse como artista, nos obliga a repensar nuestra idea del arte desde las bases. Ante el caso de Brizuela, el corrimiento o la invisibilidad material del límite de lo que entendemos por arte ya no afecta sólo a los objetos de arte, sino a los sujetos que los producen", reflexiona Echen, quien destaca la reacción favorable que Macro Extraterrestre tuvo en el público. "Fue como si dijeran '¡Ahora sí!'. Fue notable la recepción de 'Laboratorios Baigorria' de Verónica Gómez. Es una obra muy mimética que recién adquirió presencia cuando se retiró lo real con lo que se mimetizaba, que era el museo Visión Ovni. Para el iniciado en el discurso sobre el campo artístico contemporáneo se trata de una obra muy conceptual, que juega con la parodia, la cita, la ficción y los límites de lo artístico. Pero el público general se detenía a observar los detalles de los objetos, percibiéndolo como una obra más sensible. Lo único extra artístico en Macro extraterrestre era el Museo Visión Ovni, que estuvo sólo el primer fin de semana y al que le dedicamos el séptimo piso: fue el disparador de las reflexiones sobre lo otro y lo extraño que constituyen el eje curatorial de toda la muestra".
-Es un discurso institucional insólito este capaz de incorporar, con humor, en el horizonte de la visión que la institución tiene de sí misma, esa mirada de extrañeza que el público le devuelve. Y era de esperar que tuviera éxito.
-Es la única manera de tener un lugar: reconocerse permite ser reconocido. Y el Macro es extraño, es un museo alienígena, como lo es el Museo Visión Ovni de Victoria allá enfrente, pero desde otro lugar: desde el lugar del arte. Uno de tanto nombrarlo se acostumbra, pero un Museo de Arte Contemporáneo es una contradicción.
-Claro, un museo de lo contemporáneo es como hablar de un recuerdo del presente: es un oxímoron. Del mismo modo, el nombre del Museo de la Memoria es una redundancia. ¿Para qué tener un museo si no es para recordar?... no tendría sentido un 'museo del olvido'...
-Puede pensarse entonces el lugar del arte contemporáneo en Rosario como un ámbito que se extiende entre el Museo de la Memoria y el Museo de Arte Contemporáneo: un espacio entre la redundancia y el oxímoron.
-Es casi patafísico: el arte como una ciencia de lo singular, tal como lo postulaban Marcel Schwob y Alfred Jarry.
-Sí, el arte contemporáneo tiene mucho de patafísico.
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