CULTURA / ESPECTáCULOS › EL FENOMENO DIOS SALVE A LA REINA
"Tratamos de emular tanto la parte musical como la estética de una manera muy seria", dijo el cantante de la banda rosarina tributo a Queen que se convirtió en un fenómeno internacional.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Instalada y extendida a numerosas corrientes del rock, la moda de las bandas tributo es un fenómeno mundial que ya cuenta con nutridos festivales internacionales en distintos puntos del globo. Sin embargo, en ese vasto terreno de homenajes, Queen no es precisamente una de las agrupaciones más tributadas. Sin detenerse a pensar en ello, en 1998 Pablo Padín (voz y piano), Francisco Calgaro (guitarra y teclados), Matías Albornoz (batería) y Ezequiel Tibaldo (bajo) formaron Dios Salve a la Reina, la banda rosarina que, casi una década más tarde, se dedica a recorrer países con una propuesta que, además de sostener la complejidad musical del grupo británico, apuesta a la recreación estética de los Queen con una fidelidad asombrosa.
De regreso de su cuarta gira europea --en la que convocaron a más de diez mil espectadores en Santiago de Compostela, Liverpool y Montreaux--, luego de reunir a casi siete mil fans en el Luna Park, y a punto de visitar por primera vez la India, el grupo actuará mañana a las 21 en el Teatro Broadway, escenario donde los émulos de Mercury & Cía. brindarán su elogiado tributo a la Reina del rock, ése que llevan adelante sin soberbias. "El enfoque nuestro es con respeto. Tratamos de emular tanto la parte musical como la estética de una manera muy seria. Ese es un punto que siempre fue bien visto, es importante y queremos hacerlo así", apunta al respecto Padín, quien en escena sorprende por su similitud con el cantante británico, y de inmediato agrega: "Se habla de la camisa de once varas, que mucha gente no se quiere meter, pero es una ventaja para nosotros. Porque además hay muchas bandas tributo en el mundo, y las bandas tributo a Queen son la minoría. Será por la complejidad musical, y las bandas tributo a Queen que hay en el ambiente no sé en qué nivel lo hacen, nosotros tratamos de darle una vuelta más. Está bien, hay coincidencias y cosas que nos ayudaron de base, y que tenemos a favor, como el hecho de que yo mismo sea parecido a Freddy Mercury, que es un punto importante".
Sin embargo, la caracterización del cantante no fue explotada desde el primer momento: "Empezamos simplemente con la música, pero a los cinco o seis shows me dejé el bigote y salí emulándolo a Freddy Mercury, inclusive con un vestuario bastante exacto. A partir de ahí vimos que a la gente le gustaba ver a la figura de Freddy Mercury arriba del escenario, lo mismo con la figura de Brian May, así que fuimos puliendo a los personajes. No fue un cambio repentino, al principio fue una especie de injerto, una transición que tuvo la banda. Creo que es un punto por el que todo el mundo que llega a cierto nivel tiene que pasar. Nosotros siempre fuimos creciendo de a un escalón, paulatinamente, lo que hace que los cimientos de la banda sean reales. No es un producto que está armado de golpe y que después no se puede fundamentar".
Extendidas a los demás miembros del grupo, las caracterizaciones colocan a los músicos en cierto lugar actoral, valor que se ha ido profundizando con el correr del tiempo. "Inclusive en estos últimos años lo actoral fue creciendo más --admite Padín--. Porque el propio crecimiento de la banda hizo que cada uno tome una mejor actitud, y la parte actoral entra seguro. Pero no es un rasgo que nos caracteriza. Yo por ejemplo me pregunto cómo hago para hacer de Freddy Mercury. Porque soy un gran fanático desde la adolescencia, e inclusive me hice músico por Queen, y me lo tomo de una manera muy natural. Si no siento ganas de hacer un movimiento que él hacía, no lo voy a hacer, porque no lo quiero forzar. Estoy tratando de emularlo de una manera muy natural y creo que cada uno tiene ese pensamiento y esa forma de ser arriba del escenario, que hace que la vivencia sea diferente. Eso la gente lo percibe".
Claro que los personajes irremediablemente se mezclan con los sentimientos de cuatro músicos (jóvenes) que ya logran convocar al público de a miles por distintas partes del mundo. "Es raro, porque de repente tenés tanta gente alrededor, y después volvés a tu casa y sos un tipo común y corriente. Hoy me encuentro en mi casa y vengo de tocar en el Luna Park adelante de seis mil o siete mil tipos, y es raro. El contraste, sobre todo. Pero por más que estés en un escalón alto hay que tratar de acordarse lo que fue tu vida, tratar de disfrutarlo a pleno y no creerte nada. Me parece que por más que te vaya bien o mal hay que tratar de pisar la tierra", relativiza sin embargo el cantante.
Con esa sencillez, el grupo sobrelleva una grilla de conciertos de alta intensidad, que luego del concierto en el Broadway --"Ya hemos hecho todo en Rosario, entonces al momento de armar el show acá influye más la creatividad", adelanta el Mercury rosarino-- continuará con una presentación en el Orfeo de Córdoba y cuatro conciertos en India, entre otras actuaciones. Hasta el primero de enero, entonces, será una agenda cargada para Dios Salve a la Reina. Luego, habrá algo de tiempo para descansar. Tiempo para que el cantante pueda afeitar su bigote y disfrutar de ser, al menos por un tiempo, sólo Pablo Padín.
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