Domingo, 25 de noviembre de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › MúSICA. JORGE MIGOYA EN EL CENTRO DE EXPRESIONES CONTEMPORÁNEAS
Este notable creador rosarino que reside en Francia, presentará su último trabajo donde aparece el tango, el jazz y el rock.
Por Edgardo Pérez Castillo
En caso de analizar ambos discos en conjunto, entre Otros vientos y Casi solo(s) quizás no haya más coincidencia que el eclecticismo inherente a su creador, Jorge Migoya. Porque después de aquella primera placa editada por BlueArt (y donde una fuerte impronta jazzera permitía ciertos pasajes experimentales y un claro acercamiento al free), el músico rosarino se despachó con un disco cargado de melancolía que lo acerca más al tango y al clasicismo de, por caso, los "Tres cantos para piano" que aparecen promediando Casi solo(s). Sin embargo, no se termina allí el espectro sonoro del disco que esta noche, a las 21 y con entrada gratuita, Migoya presentará en el Centro de Expresiones Contemporáneas --espacio al que arribará acompañado de Gastón Bozzano en contrabajo, Luis y Mariano Suárez en vientos, Omar Pogonza en batería y la francesa Annabel de Courson en bandoneón--, ya que el rock, el blues y, claro, el jazz aparecen también como pinceladas de un compositor capaz de generar paisajes de notable belleza. Paisajes que, además, jamás repiten sus formas.
"Me parece que un disco y otro no tienen nada que ver", admite en ese sentido Migoya a Rosario/12, y completa: "Puede ser que este disco sea melancólico, sí. Pienso que es un disco bastante íntimo. Son períodos de la vida de uno, entonces no significa que mañana haga un disco totalmente de rock, pero esto fue un período y es importante que los períodos se registren. Además es mejor, porque en alguna medida el tipo que se acostumbró a Otros vientos a lo mejor pensaba que se iba a encontrar con una segunda parte de eso, pero no. Y de alguna manera éso es lo que me interesa".
De hecho, la diversidad era visible dentro del propio Otros vientos, algo que se sostiene en esta nueva placa, donde la apertura a nuevas sendas incluye el pasaje casi clásico y camarístico de "En espera", "La incertidumbre" y "Volvió el alma" --que componen sus "Tres cantos para piano"--, la rioplatense "Otros vientos", los aires de arrabal en "La polvareda" o el rock-blues presente en "Aún, más aún". Esa diversidad, en tanto, fue un placentero valor agregado para el creador: "Me gustó mucho hacer este disco, porque hice cosas que no sé si son válidas comercialmente, pero que están muy dentro mío. Y me doy cuenta que mucha gente lo percibe muy bien, entonces no es solamente hacer lo que me gusta, sino que además hay una sensibilidad común que me interesa".
En esos procesos de composición Migoya también sacó provecho del conocimiento de los músicos que luego habrían de registrar las obras en estudio, lo que fortaleció el vínculo compositor-intérprete iniciado en Otros vientos. "Todos los músicos que intervienen yo sabía que iban a tocar. Por eso también el nombre del disco, porque no estoy totalmente solo. Y la (s) tiene que ver con que hay solos de guitarra, de piano, de bandoneón. Y esos temas yo había previsto hacerlos con estos músicos, entonces fueron compuestos para tocarlos con ellos", precisa Migoya.
Programado para funcionar como presentación formal de esta nueva producción, el concierto de esta noche en el CEC significará además el cierre de la gira que llevó al grupo por distintos escenarios de Argentina, y que le permitió al compositor verificar el efecto que sus creaciones generan en un público conocedor del lenguaje allí utilizado: "Lo que me estoy dando cuenta en las presentaciones, donde hacemos temas de este disco nuevo pero también de Otros vientos y cosas bastante variadas, es que la reacción del público es realmente formidable. Me parece que se llega a la gente de una manera extraordinaria, y están encantados de escuchar lo que escuchan. No solamente por el disco, sino también en el espectáculo en vivo. Es muy importante tocar frente a la gente y tengo unas ganas locas de poder tocar frente al público de Rosario, porque en escena se exprimen otras cosas. En el escenario hay muchas posibilidades de improvisación y además vamos a pasar de un universo a otro. Es muy interesante organizar un concierto porque es un viaje. Y la relación directa con el público es muy importante, y particularmente el público argentino me parece muy abierto a este tipo de composiciones. Pienso que la gente que me va a venir a ver no va a venir a ver lo que escucharon hace dos años, y espero que sea así, porque la gente está capacitada para eso".
En ese sentido, Migoya ya se permite hacer algunas predicciones respecto al futuro. Y si bien las precisiones lejos están de delinear etiquetas musicales, sí establecen un horizonte sin ataduras compositivas: "Para mí lo ideal es ser distinto cada año, y sigo estando en esa búsqueda. No sé lo que voy a hacer mañana. Mi única preocupación es que cada momento de la historia, que cada álbum, sea coherente. Por ejemplo, en Casi solo(s) quería que haya solos, que haya dúos, una cosa más íntima. Para mí un disco es muy importante por eso, por saber qué es lo que se quiere decir, y ese es todo un trabajo intelectual. Pero en ningún momento busco hacer una cosa diferente porque sí, es algo que me sale. Tengo un espíritu de buscar constantemente, eso me lleva a caminos diferentes. Con este disco en ningún momento pensé qué iba a pasar, pero si uno es sincero es importante que se acepte que uno está en la búsqueda".
"Hacer siempre lo mismo no tiene sentido, y es lo mismo cuando se toca -concluye-. Porque ahora vamos a tocar en el CEC y voy a agarrar la guitarra para tratar de hacer lo que no hice en otros conciertos. Realmente es una proposición. A lo mejor me voy a equivocar, voy a pifiar, pero no importa, voy a buscar la música en otro lado".
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