Lunes, 24 de diciembre de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › LA TERMINAL DE ROSARIO EN LA VISION DE UN REALIZADOR LOCAL
Por Leandro Arteaga
TERMINAL 7 puntos
Argentina, 2007
Dirección y guión: Claudio Perrin.
Fotografía: Pablo Grassi.
Cámara: Luciano Barrera.
Montaje: Florencia Castagnani, Walter Becker, Carla Schillagi, Claudio Perrin.
Música: Esteban Lorenzatto, Adriana Crognoletti.
Intérpretes: Patricio Raffo, Celia Parola, Emilio Toibero, Daniel Michelli, Débora Trevisi, Claudia Schujman, Lorena Rey, Mirta Mauricci, Cristian Bosco.
Sala: Monumental (único horario: 19.40 hs.)
Como si fuese el caminar de un peatón más, como si fuese el espiar de cualquiera de los espectadores del film, el plano secuencia inicial camina y se adentra en la Terminal de Omnibus de Rosario. Continúa su recorrido, entre la gente que se dispersa, entre los sonidos que se amontonan, entre las historias que se cruzan, y finalmente se detiene. Es en ese momento cuando tomamos contacto con el protagonista, con nuestro personaje, cuando la mirada de la cámara -que comenzó siendo nuestra- se vuelve la suya. Comienza, entonces, la historia elegida.
De ese submundo, mundo pequeño de tránsito suburbano, que es síntesis de miradas que se cruzan, de personas que protagonizan historias propias, la película de Perrin extrae del anonimato una de ellas. Cualquiera otra podría haber sido, tantas como las muchas con las que se encuentra el mirar de la cámara.
De modo tal que, cuando comenzamos a adentrarnos en el misterio del protagonista, en su mirar callado, en la indicación precisa del hotel en el que debe hospedarse, en el llamado que espera y nunca ocurre, es cuando la calma se vuelve cada vez más tensa, cuando la abulia corroe los movimientos, cuando comienzan a mezclarse detalles pequeños que vislumbran historias íntimas y profundas.
Allí es cuando suceden los mejores momentos del film. Cuando el llamado indignado al superior, a aquél que debe resolver la inquietud, motiva otro llamado, tal vez familiar, ante el cual nuestro protagonista nada puede decir, sólo escuchar. También sus reacciones misóginas, de crueldad, de goce violento, contracara del sentir atento ante la empleada maltratada, ante el café compartido, ante la despedida inevitable del encuentro pasajero.
Este primer tramo del film, en el que se nos deslizan datos pequeños, es de un proceder narrativo justo, pausado. Luego nos veremos en el medio de una trama casi policial, con un trabajo por cumplir, con prostitutas, droga, alcohol. Con golpes de puño que permiten al protagonista tanto salir de su aburrimiento como también expresar algo de degradación, algo de castigo autoinfligido.
El rostro pétreo de Patricio Raffo es el principal componente de Terminal. Inalterable. De violencia contenida. De sufrimiento disimulado. Capaz de guardar la ambigüedad que el mismo título del film refiere. Complejidad de un carácter que nos envuelve desde el hermetismo, que promete algo más hondo, mucho más inextricable que la misión a cumplir. Misión que es excusa que despierta aquello que parecía enterrado, destinado al olvido, y que es palabra clave para el personaje, para el protagonista, para la historia que decidimos escuchar y observar.
Terminal, escrito y dirigido por Claudio Perrin, es un largometraje de producción local, lo que significa también decir que han sido muchos los años de trabajo, de colaboración y, finalmente, de satisfacción. Entre sus participaciones puede observarse tanto a Daniel Michelli como a Emilio Toibero, rostros ligados al cine de nuestra ciudad y que hace poquito nos abandonaron. A ellos está dedicado el film.
El afiche cuelga, junto con los demás estrenos, de las puertas del cine Monumental. Es una recompensa que habrá que reconocer en las virtudes de su realizador, en la tarea del Centro Audiovisual Rosario, y en la usual atención que a este tipo de propuestas brinda Daniel Grecco, gerente de dicha sala.
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