Lun 26.05.2008
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. LA FAMILIA SAVAGE, UN FILM LIBERADO DE EUFEMISMOS Y MORALEJAS.

Otro ángulo para mirar lo cotidiano

El segundo título de Tamara Jenkins se centra en dos hermanos que deben afrontar la demencia senil de su padre. Con algunos momentos recuerdan a Ingmar Bergman, Robert Altman y a melodramas de los 50 y 60, la película es muy recomendable.

› Por Emilio A. Bellon

La familia Savage. The Savages. USA, 2007

Guión y Dirección: Tamara Jenkins

Intérpretes: Laura Linney, Philip Seymour Hoffman, Philip Bosco.

Duración: 113 minutos.

Salas de estreno: Del Siglo, Showcase, Monumental y Village.

Calificación: 8 (ocho)

Abrió el Festival de Torino recibiendo elogiosos comentarios por parte de la Critica y el film, de la para nosotros desconocida realizadora Tamara Jenkins, se inscribe en el campo del cine independiente. Como es de esperar con realizaciones que llevan este epíteto, y que en numerosas ocasiones pertenecen al circuito del Sundance Film, aquí se trata de pensar un relato desde el abordaje a ciertos temas que pueden ser considerados ajenos a ese otro cine que sí responde a toda la maquinaria industrial.

El título de esta muy recomendable obra fílmica nos lleva a acercarnos a una familia y desde una perspectiva que intenta liberar de eufemismos a ciertos temas tabúes. Por momentos, declaradamente realista, con un enfoque que no hace concesiones a la complacencia instalada, The Savages parte de presentar una serie de actos que están marcando una situación límite, cuyo protagonista es un anciano padre de familia dominado por conductas riesgosas.

Si en Lejos de ella, la problemática de un matrimonio se desplazaba en torno a la progresión del mal del Alzheimer, focalizado en el personaje que interpretaba Julie Christie (hecho que lleva a su pareja a ir haciendo un nuevo aprendizaje de ese dolor), en este film son dos hermanos que, de pronto, deberán empezar a comprender que su padre está afectado de demencia senil.

Desde el primer momento del film, un hombre ya entrado en años realiza un acto que provoca un escalofriante asombro, lo que lleva a que de inmediato los hijos de este, una mujer aspirante a dramaturga y un profesor de Literatura, salgan a la escena, dejando ambos sus respectivas residencias, ubicadas en diferentes ciudades.

La elección de ciertas canciones, bien puede pensarse como procedimientos que encuentran su fundamento en el hecho de que el personaje de Jon, rol que asume Philip Seymour Hoffman, está preparando su trabajo de investigación, con miras a publicar, sobre la poética de Bertolt Brecht. Y este, creo, es el modo en que Tamara Jenkins, desde el guión y la dirección, plantea este film, desde un lugar en el que lo cotidiano se llega a mostrar desde otro ángulo. De ahí que encontremos situaciones que parecen romper con cierta coherencia para definir otra y que al mismo tiempo llevan a que el espectador no quede atrapado en la escena. Como también lo explica a sus alumnos el protagonista del film, quien ahora en este nuevo encuentro con su hermana podrá llegar a comprender otros hechos. Como a ella misma también le ocurrirá.

En declaraciones hechas a la prensa, cuando su estreno en Roma, Tamara Jenkins establecía una analogía entre la situación que viven Jon y su hermana Wendy como las que deben afrontar Hansel y Gretel, los personajes del tradicional cuento de los hermanos Grimm: "Son dos chicos que por primera vez se enfrentan a la idea de mortalidad, se sienten excluidos pos sus padres, se pierden al principio en el bosque donde viven una serie de hechos adversos y se ven obligados a asumir su adultez".

Wendy y Jon son dos hermanos que orillan los cuarenta años, pertenecen al mundo intelectual, tienen sueños, rivalizan y sufren sus frustraciones. Respecto de sus padres tienen un vínculo precario, débil, frágil, pero la enfermedad de él los empuja a salir de su propio lugar. Historia de malestares y rechazos, y de imposibilidades, el film de Tamara Jenkins, The Savages nos lleva a pensar en ciertos pasajes en los personajes de Ingmar Bergman, Robert Altman y en ciertos melodramas de los 50 y 60, en los que sus criaturas no pueden ofrecer un gesto de acercamiento.

La familia Savage nos va relatando simultáneamente la historia sentimental de los dos hermanos, una que esta ligada a un dificultoso vínculo de permanencia y la otra que mira hacia Polonia. Ambas historias están bosquejadas desde las dificultades, desde los silencios, enojos y partidas. Algunos animales domésticos acompañan la marcha de un relato que no quiere esconder sus quiebres ni enmascarar caídas.

A la hora de pensar en el elenco actoral, se señalar al personaje del padre, interpretado por el actor Philip Bosco, desde una composición que rechaza todo rasgo de facilismo de caracterización y que responde a los lineamientos estéticos seguidos con rigor por su directora.

En la función del día viernes por la noche, en una de las salas céntricas, éramos solo cinco personas viendo este film. La observación apunta a tratar de no dejarla pasar por alto, ya que depende de la media de espectadores, de jueves a domingo, que el film continué en cartelera.

Es muy difícil en los dramas de hoy, pese a que supuestamente hay una mayor conciencia respecto de las conductas humanas, encontrar un film estadounidense que sólo mire y describa a sus personajes, sin juzgar. Aquí están Los Savage con sus pequeñas historias a cuestas, como las nuestras. Y en este momento de su vida deben empezar a afrontar algo que hasta el presente sólo le ocurría a los otros. En el film de Tamara Jenkins ciertas distancias parecen acortarse, pero en realidad a veces sólo se trata de fugaces ilusiones ópticas. Y de la misma manera, cabe también la posibilidad de emocionarse con otros paisajes, en una renovada caminata, al día siguiente.

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