CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. MI HERMANO ES HIJO úNICO, UNA MIRADA INTIMISTA DE LA LUCHA POLíTICA DE LOS 70.
El film de Daniele Luchetti retrata los enfrentamientos entre la derecha y la izquierda desde un microcosmos familiar, con un tono que por un lado recupera el neorrealismo, y a grandes directores, pero también deja un sello bien personal.
› Por Emilio A. Bellon
Mi hermano es hijo único. ("Mio fratello è fliglio unico") Italia-Francia, 2007
Dirección: Daniele Luchetti
Guión: Stefano Rulli, Sandro Petraglia y Daniele Luchetti
Música: Franco Piersanti
Intérpretes: Elio Germano, Riccardo Scarmarcio, Diane Fleri, Luca Zingaretti, Anna Bonaiutto, Angela Finnochiaro.
Duración: 108 minutos.
Salas: Del Siglo, Monumental, Showcase y Village.
Calificación: 8 (ocho)
Se reconoce en el film de Daniele Luchetti, de quien sólo se puede ver en video uno de sus films, La InvestigaciónIl Portaborse la recuperación de todo un modo de ser del cine italiano, que comparte por igual con La mejor juventud y Los dorados años (ambas en DVD), la mirada sobre un grupo familiar que abre a la problemática de una época. En este caso son los años 60 y 70 los que actúan como escenario temporal de un conflicto que parte de dramatizar los enfrentamientos entre la izquierda y la derecha, representados por dos hermanos en una zona del Lazio, en un lugar cerca de Roma.
Tal vez, nuestra visión se amplie si consideramos el título de la novela en la cual éste muy recomendable film se apoya, Il Fasciocomunista, de Antonio Pennacchi, ya que el film plantea considerables pasajes y transiciones en ese personaje que asume la voz narrante, Accio, (Elio Germano) que por igual proyecta los cambios de su tiempo en la figura de su hermano, Manrico, rol que interpreta Riccardo Scarmaccio.
Las situaciones que otrora mostraron en sus films Ettore Scola, Francesco Rossi, Gianni Amelio, entre otros, pasan ahora frente a nosotros a partir de ese microcosmos familiar que marca puentes con los diferentes hechos sociales y culturales. El film permite que asome, por igual, aquella inconfundible presencia, reconocible, del Neorrealismo Italiano, particularmente en algunos momentos.
Apuntes satíricos acompañan los vaivenes de los personajes, quienes están, al principio del film, planteados desde lo que llamamos y caracterizamos como "la familia italiana"; a la manera de cómo la pensaron entonces Federico Fellini, Luchino Visconti, Mario Monicelli y tantos más.
Heredero, pues, de toda una tradición cinematográfica, el film de Daniele Lucchetti, presentado en el Festival de Venecia y galardonado con el David di Donatello al mejor guión, es una pieza que se presenta como crónica y melodrama desde situaciones contrapuestas que se proyectan hacia un gesto libertario, por parte del mismo protagonista, quien experimentara a lo largo del film su propio aprendizaje; ya, ahora, junto a los suyos, a orillas del mar.
En los años en los que "boom económico" reinaba en las grandes ciudades, los dos hermanos, Accio y Manrico, habitan su acostumbrada pobreza. Con gestos furiosos, acciones desmesuradas y militancia en diferentes bandos, los momentos iniciales del film van ubicando al segundo de ellos como el favorito, en el cual se cifra la posibilidad de un cambio. Todo en un medio que no comprende las elecciones vocacionales que cifra el estudio en una rentabilidad inmediata. Desde otro ángulo, los personajes del film de Luchetti no pueden alcanzar esa felicidad añorada, prometida por la sociedad del bienestar. Mientras otros, con añoranzas de grandiosidad y exitismo intentan reavivar el fascismo, como el vendedor callejero, Mario, interpretado por Luca Zingaretti.
Las observaciones de quien sostiene el principal punto de vista, Accio, nos llegan con humor y dolor. Los distintos episodios como mayo del 68 y otras manifestaciones, como la irrupción del maoísmo, son nombrados desde una narrativa que no descuida jamás las problemáticas individuales y familiares. Y allí están las voces de Rita Pavone, Iva Zannicchi, Ornella Vanoni, entre otras, no sólo ambientando.
Film sobre las utopías y los quiebres, Mi hermano es hijo único abre interrogantes, dramatiza situaciones en la que se nos invita a reconocernos, desde una perspectiva no exenta de cierta nostalgia, pero fundamentalmente critica.
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