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Lunes, 12 de enero de 2009

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. AUSTRALIA, DE BAZ LUHRMANN, NO LOGRA RECREAR UNA ATMóSFERA SENSIBLE

Pastiche repleto de citas cinéfilas

Protagonizada por Nicole Kidman y Hugh Jackman, la megaproducción australiana apunta a la grandilocuencia, y mezcla distintos géneros, como el western, el bélico, la comedia romántica y el melodrama, pero nunca acierta con el tono.

 Por Emilio A. Bellon

Australia. USA-Australia, 2008.

Dirección: Baz Luhrmann

Guión: B. Luhrmann, Ronald Harwood, S. Beattie y R. Flanagan

Fotografía: Mandy Walker

Intérpretes: Hugh Jackman, Nicole Kidman, David Gulpilil, Bryan Brown, Jack Thompson y Brandon Walters.

Duración: 163 minutos

Salas: Monumental, Showcase y Village.

5 (cinco)

En la primera secuencia del film del recordado Robert Altman, Las reglas del juego (The Player), de 1992, una sátira sobre el mundo del cine, vemos como un improvisado guionista, que maneja astutamente el concepto de taquilla, le propone a un ejecutivo un guión que combina aspectos de Africa mía de Sidney Pollack con Mujer bonita y Duro de matar. Hace casi veinte años esto despertaba risas en la platea.

Sin embargo, en los numerosos países en los que se estrenó Australia, definida como el "nuevo kolossal épico-romántico", la respuesta del público ha sido masiva y gran parte de la crítica coincidió en afirmar que posiblemente sea el film más grandioso de los últimos tiempos. El acento esta puesto en los epítetos grandilocuentes, los nombres altisonantes, la desmesura de un producto. Claro está, entre otras notas que acompañan a su estreno, refulge aquella que remarca que estamos ante un film que mereció la mayor inversión económica en la historia del cine australiano.

Desde mi punto de vista, Australia es un film que apuesta al monumentalismo y que padece de una progresiva megalomanía y -tal como denunciaba el film de Altman-, pone en juego los componentes de diferentes géneros que precipitan en un film de tipo﷓pastiche. Y que encuentra un definido antecedente en el título anterior de Baz Luhrmann, nacido en Sidney, que se dio a conocer internacionalmente con Moulin Rouge. Este director apostó a obras totalizadoras, que pretenden dar cuenta de manera omnipotente de los grandes hechos y nombres de la cultura. Más aun, allí donde intenta recrear e inventar (algo que siempre ha declarado como su intencionalidad) se observa el constante plagio y añadido, la apropiación casi literal de estilos y tonos.

En formato Scope, típica marca del cine de la Fox, Australia reúne a través de una historia que marca confrontaciones y enfrentamiento de obstáculos el despertar de una "pasión" de una rica y distinguida (anoréxica, diría yo) dama de la sociedad inglesa, Lady Sarah Ashley, que viaja de Inglaterra al olvidado continente para reencontrarse con su marido, un rico hacendado, terrateniente. Pero el conflicto se abrirá en otras direcciones y un "explosivo acercamiento" tendrá lugar entre ella y un hombre de mediana edad, de nombre "El capataz" (en el original "The Drover"), encargado de arriar el ganado. Frente a la longilínea distinción del personaje, que interpreta una siempre asustada Nicole Kidman, está él, rudo granjero, con barba de varios días, camisa leñadora y seducción a flor de piel.

Un hombre y una mujer de diferentes culturas pondrán en marcha una travesía, deberán enfrentarse a situaciones hostiles, tal como tenía lugar en el film de John Huston, La reina africana, del 51, ambientado en la zona del lago Victoria, en Africa, en los umbrales de la Primera Guerra, entre una misionera soltera y un marinero cuyo rasgo fundamental era la borrachera. Film admirable por su tono humorístico y sus reflexiones sobre lo imprevisible, sobre el Destino, que puede continuarse con aquel del 57, del mismo director, El cielo fue testigo.

Pero si en aquellos films la adversidad iba despertando un juego de amores sublimados y una tensión que se manifestaba en una latente sensualidad, aquí nada de ello ocurre, pese a que su director insista con este realizador y con estos títulos, incluidos David Lean y Sergio Leone. Agradecemos a Baz Luhrmann el hecho de hacernos revivir desde sus declaraciones a estos tantos magistrales films, pero no podemos reconocer la huella de estos clásicos en su cine.

Sí, en cambio, me parece más que destacable que el punto de vista del relato descanse en la voz serena, pero igualmente angustiada, de un niño mestizo, de nombre Nullah, nieto de un rey y mago de una antigua tribu, quien en su historia irá haciendo asomar elementos de su cultura; él, uno de los tantos desplazados de "una generación perdida". Ni blanco ni aborigen parece no encontrar un lugar en ese mundo. Y en el año 1939, verá llegar a la que será "El Ama" y conocerá a "El Capataz".

Que Baz Luhrmann puso el acento en la idea de espectáculo es algo que no se puede dudar. Hay una constante manía en el de repetir tomas aéreas -a la manera de Africa mía-, de subirse a la grúa y de trabajar con el ralenti o bien como se dice "de rodar en cámara lenta", recurso dominante, sea para mostrar una carrera de canguros o bien para mostrar como camina la Kidman o cabalga Hugh Jackman; quien por cierto logra uno de los momentos más sensibles del film, ya como actor dramático, en la secuencia en la que en la taberna del lugar defiende los derechos de un nativo, ante la presencia del mismo.

Por momentos, ante Australia, uno tiene la impresión de estar participando por la vía del western... cinco minutos después estamos ante un film bélico y mientras tanto allí esta la comedia romántica. De a ratos el melodrama intenta ser tal -algo que jamás se logra- con heroína a la manera de Scarlett O'Hara, quien dirá en uno de los parlamentos "volveré a darle vida a Faraway Dawns". Recordemos que si cambiamos el nombre de esta localidad por Tara estamos ante una secuencia emblemática de Lo que el viento se llevó, el primer gran colosal del cine estadounidense, el film más visto de todos los tiempos.

Y como estamos en 1939, no podía faltar la mención a El mago de Oz, a los zapatitos rojos de Dorothy, el personaje que interpreta Judy Garland, a la melodía "Over the rainbow" que funciona como un previsible leit-motiv. Pese a sus citas literarias y cinéfilas, Australia, película de buenos y malos, no logra ofrecer una relectura de aquellos films.

Con escenas que parecen calcadas de Pearl Harbor, y con inicio a lo Casablanca, en el final no pensado en un primer momento por su director, entre los contados méritos Australia nos vuelve a traer al actor australiano David Gulpilil, como el Rey George, el abuelo, quien había logrado en La última ola del 77, de Peter Weir, de origen australiano, una de sus más destacadas composiciones actorales.

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Nicole Kidman interpreta una rica estanciera inglesa que se enamora del capataz (Hugh Jackman).
 
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