Lunes, 26 de enero de 2009 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. EL SUSTITUTO NO LLEGA AL NIVEL DE OTRAS PELíCULAS DE CLINT EASTWOOD
La última película del director de Río Místico tiene momentos logrados, pero no toma vuelo. La tensión dramática está en personajes secundarios, pero la historia se construye a partir de la heroína que se enfrenta a una institución corrupta.
Por Emilio A. Bellon
El sustituto. Changeling, EEUU, 2008
Dirección: Clint Eastwood
Guión: J. Michael Straczynski
Fotografía: Tom Stern
Intérpretes: Angelina Jolie, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Colm Feore, Amy Ryan, Michael Kelly, Gattlin Griffith.
Duración: 140 minutos.
Salas: Monumental, Showcase y Village.
Calificación: 7 (siete)
A mediados de esta semana se dieron a conocer las nominaciones para el premio Oscar, (para el mundo mediático el más grande acontecimiento del cine) y pudimos leer y escuchar que El sustituto recibió tres nominaciones en diferentes rubros: "mejor actriz principal", "mejor fotografía" y "mejor dirección artística". Respecto del primero de ellos, siento un particular malestar por ver en un mismo renglón a Meryl Streep por su rol en La duda y a Angelina Jolie, alguien a quien forzadamente, tras sus pasos por un serial de films ultraviolentos, el realizador Clint Eastwood quiere transformar en actriz dramática. Y desde mi punto de vista no lo logra pese a sus continuos y poco convincentes llantos.
Basado en una historia real, que tuvo lugar en marzo de 1928 en Los Angeles, cuando ese territorio estaba controlado y dominado por una corrupta policía, que ya hizo historia, el nuevo film de Clint Eastwood trata de sostener el tono de crónica, con leyendas informativas incluidas, que el guionista fijó en su trabajo inicial. Pero el desplazamiento que opera Eastwood hacia la figura de la primera actriz, por momentos, apunta a transformar el relato en una historia de una heroína que si bien no se vale aquí de armas mortales, si lo hace con sus ataques de histérico desborde. Sin olvidar otro desmedido subrayado, ese que presiona la parte inferior de su rostro: su gigantesca e inflamada boca, siempre colorada en un fluorescente rouge, producto de largas sesiones de botox.
Cuando un film como éste nos lleva a estar atento hasta el mínimo indicio no puede quedar disimulada esta observación. La técnica de intervención facial, propia de nuestro "tiempo líquido", rompe con un verosímil de época. Y esto, ya a esta altura -como lo comparte igualmente Nicole Kidman en Australia- no es una mera cuestión de maquillaje.
Eastwood le otorga, le regala (sin que lo merezca) a Angelina Jolie continuos primeros planos y lejos de acercarse a lo que sería una "Madre Coraje" a cara descubierta, la transforma en una glamorosa star. La actriz, aún en los momentos más cruciales, pestañea, abanicando y sus reacciones intentan hacernos creer que lo que estamos viendo es un melodrama. Pero el film, pese a su partitura musical compuesta por el mismo Eastwood, y por algunos momentos emotivos -a cargo de otros actores- no llega tampoco a definirse como tal. Como ocurría, a mi parecer, igualmente en Australia.
La trama argumental de este film de denuncia y de relevantes actores "secundarios" nos lleva a recomponer aspectos de la filmografía de Eastwood como director. Y es así que reconocemos en esta historia, (el secuestro de un niño, hijo de una madre separada que trabaja como telefonista, su reacción al descubrir que el hijo devuelto no es el suyo y posteriores acciones), temáticas comunes a algunos de sus films: la infancia violada y ultrajada, la lucha del individuo contra un poder manipulador y su visión sobre la pena de muerte, pese a que Eastwood, ciudadano estadounidense de filiación republicana, en algún momento haya adherido a otro tipo de opiniones.
Director de films progresistas en su mayoría, no tanto en su participación publica, Eastwood logra en El sustituto algunos momentos destacables, en particular todo lo que compete a la labor de John Malkovich, como el reverendo presbiteriano Gustav Brieglev, quien lejos aquí de su rol de villano, esgrime todas sus fuerzas contra el sistema organizado de la política, las perversiones del accionar policial y los intereses de la institución psiquiátrica. En su intento de recuperar a su auténtico hijo, el personaje de la Jolie deberá enfrentar a estos órdenes y hasta llegará a ser internada en un asilo para enfermos mentales que somete a sus pacientes a terapias violentas de electroshock y otras practicas aberrantes para silenciar, para callar verdades.
En este asilo oficial donde entrara en contacto con una de las internas, Carol Dexter, interpretada por Amy Ryan, quien la alerta sobre el destino de las pacientes y le expresa en un momento determinado: "Si tratas de ser normal aquí parecerás mas anormal; si sonríes sos esquizofrénica, si no sonríes más estas deprimida; si permaneces seria estas cerrada emocionalmente o sos una potencial catatónica".
El planteo inicial del secuestro, que para las autoridades se debería haber cerrado en agosto del mismo año, va abriendo a otras historias en las que queda al descubierto la figura de un homicidio múltiple que abre hacia una compleja y sangrienta vertiente, no siempre lograda, ya que Eastwood no puede escapar a ciertas presiones de los géneros conocidos por él. Y es en este cruce de la historia donde la niñez, como en Un mundo perfecto del 93 y en Río Místico del 2003, pasa a primer plano narrativo, desde una óptica humanista y de fuerte denuncia.
Son, en realidad los personajes secundarios los que mantienen la tensión dramática, sean los que componen el capitán Jones, el jefe de policía James E. Davis y el detective Lester Ibarra. Y en tanto film que apunta a marcar, que finalmente la justicia puede triunfar, hay sesiones de juicio abierto y algunas sanciones.
Relato clásico, hecho a la "manera de entonces", dotado de un sólido crescendo narrativo, pero con guiños al golpe efectista y a la Academia de Hollywood, no sólo porque la Jolie en un momento señala cual será el film ganador de la edición de 1935 (momento en el que cierra el film, año del New Deal), El sustituto abre a un final esperanzador, necesario en estos tiempos y que tal vez, coincide con el inicio de una nueva etapa en el mundo de la política interna e internacional, desde la presencia de una gestión y de un nombre, alguna vez inimaginable para el pueblo de los Estados Unidos.
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