CULTURA / ESPECTáCULOS
El experimentado contrabajista Horacio Fumero y el pianista
santafesino Francisco Lo Vuolo, vienen funcionando como dúo
desde hace tiempo. Mañana a la 22 tocan en el bar de Mendoza 862
A pesar de que tan sólo unos meses separan a la última presentación del dúo en Rosario de la que este fin de semana ofrecerán en el Café de la Flor, la cita vuelve a parecer ineludible. Es que a la inherente cualidad de imprevisibilidad que impregna al género que ambos cultivan, esta vez se suma un grado de conocimiento mutuo que ha ido solidificándose en las funciones que el experimentado contrabajista Horacio Fumero y el sorprendente pianista santafesino Francisco Lo Vuolo vienen ofreciendo en Buenos Aires, y que ya quedara registrada en Isoca y Kuchiku, sus respectivas últimas producciones. Como valor agregado al concierto que mañana desde las 22 se llevará a cabo en el local de Mendoza 862, esta vez participará como músico invitado el notable guitarrista Carlos Casazza, completando así una de las formaciones que mayor placer le generan al histórico acompañante de Tete Montoliu, quien así lo reconoció en diálogo con Rosario/12, entrevista en la que además delineó las cualidades de esta nueva visita a la ciudad: "En principio la idea es tocar en dúo con Francisco y sumarlo a Carlos como invitado en otros temas. El mismo show que vamos a presentar en Rosario es el que estamos haciendo con Francisco en Buenos Aires".
Sin embargo, Fumero destacó además la profundización del vínculo con el pianista santafesino desde la última actuación que ambos ofrecieran en el Centro Cultural Parque de España en el mes de octubre. "En esto que nosotros hacemos de alguna manera siempre es lo mismo pero siempre es diferente. No sé con qué se lo puede comparar, pero tiene características que son las mismas y a la vez distintas. De hecho algunos de los temas serán los mismos, pero no todos, por supuesto. Y eso también es un poco en función de cómo responda la gente. En esta música también el concierto lo crea el oyente. Según la reacción del público decidimos por dónde va a transcurrir", sintetizó.
Mientras tanto, una vez incorporado Casazza, Fumero se encontrará inmerso en una formación que le resulta más que agradable. "Me gusta mucho la formación de trío --admitió--. De hecho en Buenos Aires lo estoy haciendo con Juan Cruz Urquiza, y ahora me dispongo a disfrutar de Carlos. Adrián Iaies me ha hablado muy bien de él, y no hemos tocado juntos, pero en esta música otra de las particularidades es que realmente el conocerse es el comenzar. Muchas veces he tocado no sólo con gente que no conocía antes de subirme al escenario, sino inclusive con gente con la cual no me entendía hablando. Trabajé alguna vez con polacos, rusos que hablaban su idioma, pero tampoco era un problema. Justamente lo maravilloso del jazz es eso, que es un lenguaje que poco a poco se ha ido tornando universal. Es una especie de aquel viejo sueño del esperanto. En música popular de alguna forma eso lo está consiguiendo el jazz".
- Con la particularidad de que además se está empezando a valorizar el abordaje de músicas regionales desde el jazz, lo que lo hace muy interesante.
- Claro. Yo creo que el jazz siempre fue una música abierta a otras músicas. De hecho es una evidente fusión de muchas músicas. Quizás lo que ha hecho del jazz una música tan universal sea la apertura que tiene. Si decimos que el jazz empezó con el blues, con un elemento totalmente folclórico... y folclórico de alguna manera también puede ser leído como caprichoso. Por ejemplo, el blues tal como se toca hoy en el jazz no fue así siempre. Al principio la estructura dependía bastante de la letra, un poco como funcionan los cantautores, donde lo que importaba era el mensaje hablado. A eso se le ponía música y, desde el punto de vista musical, eso podía ser bastante caprichoso, porque tenía que acompañar a las palabras. Desde ese blues primitivo al que actualmente rige en el jazz con una estructura muy precisa, de 12 compases, muy clara, ha habido un gran camino y el hecho de que se haya estandarizado quizás sea porque el blues se empezó a tocar con mucha gente que no conocía las letras de los antiguos bluses y empezaba a componer sin letra.
- De hecho eso queda claro recorriendo Isoca, donde el jazz impregna todas las interpretaciones.
- Exacto, es más una manera de hablar que el material en sí.
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