El Teatro de la Manzana (San Juan 1950) anuncia la reposición de la obra "La Temperatura", escrita y dirigida por Gustavo Guirado que podrá verse todos los sábados de marzo a las 22 y los domingos a las 21. Este último trabajo de este reconocido creador local, vuelve sobre alguna de sus obsesiones que han caracterizado su poética teatral y retoma un antiguo texto de su autoría para confrontarlo con ese otro texto que inscriben sus actores en escena. La dramaturgia apela a un cruce de lecturas que remiten al género gauchesco y al imaginario de los orígenes de un país que se funda a partir de la confrontación entre las diferentes mitologías de los que se consideraron dueños de su destino y las que se forjaron los sectores históricamente postergados.

El lugar simbólico por excelencia donde transcurre la historia de "La Temperatura" es la pampa, y el sitio de la espera podría recordarnos aquella espectral tapera con la que se encuentra Martin Fierro al regreso de su exilio. Allí La Señora, Marcial, el Coronel Lampedusa y Fierro, esperaran becketianamente el retorno del circo al que pertenecieron y al que extraviaron en alguno de los intrincados recodos de la historia argentina.

Parientes lejanos quizás de aquellos esperpénticos integrantes del Circo Ambulante del Arca, con los que el escritor argentino Haroldo Conti resistió a los regímenes oficiales en aquella inolvidable "Mascaró, el cazador americano". Y por ese rastro de personajes emblemáticos como el Príncipe Patagón que fue el disparador de la historia de Conti nos encontramos con Orllie Antoine de Tounens, que vino a recuperar su reino de la araucanía y que inspiró al director Carlos Sorin, para rodar "La película del Rey" en la década del 80.

Y en "La Temperatura" hay una especie de homenaje a todos los seres funambulescos que soñaron un país más allá de las construcciones de colonizadores y los proyectos de las políticas oficiales.

La historia que intenta contar Gustavo Guirado puede resultar más potente y metafórica cuando uno no se deja llevar por los trazados de una escritura que por momentos se torna reiterativa en algunos recorridos que vuelven sobre si mismos sin ahondar la tensión dramática.

La puesta lumínica es uno de los recursos que sirven para crear esos climas tan del estilo de algunas escenas de "Nazareno Cruz y el lobo" y el "Moreira" de Favio, películas que también trabajan sobre la búsqueda de algunos mitos argentinos.

Los objetos escenográficos creados por Andrea Garbosa, Marcos Sepulveda y Leandro Ferraro se suman a la puesta de luces para construir un tejido poetico que envuelve al espectador y lo incluye como protagonista de una historia que le pertenece.

Detrás aquellas viejas consignas: "Civilización o barbarie", "gobernar es poblar" y el peronismo, ese gran mito que vuelve a esperar la temperatura justa para procrear como La Señora de la obra,o como Evita, Isabelita o la propia Cristina.

Para esta travesía teatral, Guirado contó con un heterogéneo y sólido elenco que integran Claudia Schujman, Miguel Bosco, Edgardo Molinelli y Guillermo Becerra, pilares de una experimentación que se sostiene en gran parte por el despliegue creativo de los mismos.

Todos sorprenden por el compromiso con el que se plantean el manejo de un espacio riesgoso, con utilización de objetos de difícil manipulación y en circunstancias poco comunes como las que aborda Guillermo Becerra encerrado literalmente en un lavarropas durante gran parte de la obra.

Para recordar la labor de Claudia Schujman, cargada de matices y con un peso protagónico ganado a partir de una gama de recursos en uno de sus mejores trabajos para la escena local.