CULTURA / ESPECTáCULOS › AL MUNDO NADA LE IMPORTA, DE LA ANTROPóLOGA ROSARINA ISABEL HERNáNDEZ
Autora de prestigiosos ensayos, la escritora dio el salto a la ficción. "Aparte de ser catártica, es también una manera de protegerme de un mundo que no me gusta", dijo la autora de los cuentos considerados "impecables" por Juan Sasturain.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Para Juan Sasturain, los veinte cuentos que componen Al mundo nada le importa son, sencillamente, impecables. "Relatos morales penetrados por la Historia --de la Guerra del Desierto a los setenta-- y situados tanto en espacios vírgenes y abiertos como en ciudades contemporáneas, donde sus personajes lidian con el mundo en todos los sentidos", describe el periodista y escritor desde la contratapa del nuevo libro de Isabel Hernández, publicado por el grupo editor latinoamericano Nuevo hacer. De ser rigurosos, no es éste un debut para la rosarina. Derechos humanos y pueblos indígenas de 1992, Identidad enmascarada (Eudeba, 1993) o la más reciente Autonomía o ciudadanía incompleta: el pueblo mapuche en Chile y Argentina son algunas de las publicaciones de la antropóloga. Con una bisabuela de origen comechingón, Isabel Hernández filtra esa mirada amplia, crítica, cultivada, en una serie de cuentos que ya se distribuyen en las librerías locales.
Nacida en Arroyito, especializada en antropología en la carrera de Filosofía y Letras, Hernández llegó a Chile en 1969 para realizar un master en Flacso en el área antropológica y socio-cultural. Como miembro de Naciones Unidas recorrió el mundo centrándose fundamentalmente en los pueblos indígenas de América Latina, hasta que su retiro temprano le permitió volcarse de lleno a la ficción y cerrar así el círculo. "Por más que siempre he sido bien activa en temas de escritura, y un poco soy conocida por el tema antropológico, esto de pronto es nuevo, es volver a lo que quiero, a lo que de alguna forma elegí", explica Hernández desde Chile, donde avanza con su novela Insensatez, ambientada a mitad del Siglo XIX, en los tiempos en que se intentaba imponer fronteras a través de la alineación de fortines.
-En algunos cuentos se hace evidente su formación y experiencia como antropóloga, pero hay también textos con carácter más político, otros policiales. ¿Busca la diversidad, intenta abordar distintos estilos o subgéneros del cuento?
- Sí, me interesa mucho. Inconscientemente, porque aparecen voces de historias vividas, que tienen una gama tremenda, desde el amor no correspondido y rituales domésticos hasta algo que a nuestra generación nos ha impactado mucho, el tema de todo lo vivido en América Latina en los últimos años. Entonces aparecen temas de exiliados, de desaparecidos. Y también los policiales, que no son thrillers, sino pantallazos de historias donde la locura y la criminalidad se juntan, pero que son también parte de lo contemporáneo. Surgen temas que me movilizan, que me emocionan, y de alguna manera lo plasmo.
- En una entrevista al diario La Nación de Chile dice que el de la ficción es el mundo en el que elige vivir. ¿Es una forma de canalizar la crudeza de una realidad a la que se fue enfrentando mientras recorría el mundo?
- Sí. Con mucho esfuerzo nuestra generación ha construido un mundo de afectos muy presentes. La amistad para mí tiene un valor muy importante, lo mismo que la familia. Ellos son, dentro de este otro mundo, el único escudo que uno tiene para enfrentar tantas pérdidas, tantos duelos. Creo entonces que la ficción, aparte de ser catártica en mi caso, es también una manera de protegerme de un mundo que no me gusta. El incentivo de este mundo y sus tremendas contradicciones te lleva a que puedas recrearlo como te gustaría que fuera. Sin ser idealista ni tampoco proselitista, pero tal vez vivir en un mundo que a uno le gustaría que fuera un poco más armónico que el mundo en el que realmente se vive, cuya incomprensión es una de las cosas más graves que tenemos. Si se habla todo el día del stress en realidad es porque lo que vivimos es una tremenda incertidumbre, que de alguna manera te lleva a guardarte, protegerte. Y una forma es vivir a través de los personajes de la ficción, que son mucho más lindos que los de la realidad, y uno termina queriéndolos mucho.
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