Dom 24.05.2009
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. LA OBRA "NO DESEARáS", DE ANALíA AUCíA SE REPONE EN EL CULTURAL DE ABAJO

El deseo más allá de los mandamientos

La trama presenta a cuatro mujeres alojadas en un espacio de clausura, cuatro seres desprovistos de libertad para poder diseñar sus vidas de acuerdo a lo que sueñan y a lo que pretenden hacer con su destino.

› Por Julio Cejas

La Compañía Teatral Absurdo Berretín o Viceversa, sigue presentando todos los viernes a las 21 en el Cultural de Abajo (Entre Ríos y San Lorenzo) la obra "No desearás", dirigida por Ignacio Mansilla. Este trabajo escrito por Analía Aucía fue estrenado el año pasado y lleva adherido al título un sugestivo comentario: "cuando el deseo va más allá de lo esperado". Y si hablamos del deseo que mejor que cuatro mujeres para hablar de algo que parecieran conocer o a veces como en esta puesta, padecer. Las cuatro mujeres son cuatro jóvenes actrices: Anahí González Gras, Cecilia Di Santo, Marina Lorenzo y Melisa Nelly, todas enfundadas en sugestivos ropajes que irán mutando a lo largo de este divertimento dramático. Presentada de esta forma la obra nos invita a pensar en esas ya agotadas pero siempre muy taquilleras versiones de mujeres que se encuentran para discurrir acerca del sexo, de sus desvelos y por supuesto de los hombres.

Lo femenino no está allí, no hay nada menos femenino que ese tipo de espectáculos que alardean de hablar de "temas de mujeres", cayendo en lugares comunes y con la única intención de no profundizar para no defraudar a un público que agradece semejante tratamiento.

El proyecto nace precisamente de estas cuatro actrices que parten del texto elaborado por Aucía y de esta manera se arma el grupo que convoca al actor y director Ignacio Mansilla, responsable de la dirección.

Mansilla recordado por su trabajo actoral en "Territorio falso" de Juan Hessel tiene en su haber dos buenos trabajos de dirección previos a "No desearas", los dos basados en obras del dramturgo Leonel Giacometto: "Santa Eulalia" (2004) y "Arritimia"(2006).

Cuatro mujeres alojadas en un espacio de clausura, cuatro seres desprovistos de libertad para poder diseñar sus vidas de acuerdo a lo que sueñan y a lo que pretenden hacer con su destino.

Poco importa el lugar en el que están,hay muchos sitios parecidos en una sociedad que no acepta ciertas formas de pensar o de soltar la imaginación y tratar de ser antes que parecer.

Ya el prestigioso filósofo Michel Foucault hablaba en su "Historia de la Locura en la Era Clásica" (1961) de esas instituciones que preservaban a las sociedades de la "contaminación" con los que portaban la peste y que fueron incluyendo a un catálogo cada vez más numeroso de personas a las que había que redimir y alejar de las ciudades.

Y precisamente el deseo seguía pugnando por quebrar esas mordazas de los que ingenuamente pensaban que encerrando y flagelando los cuerpos de los "impuros", se podría contenerlo hasta erradicarlo definitivamente.

Aquí estas mujeres se lo pasan hablando de todo lo que harían si sus deseos pudieran llevarse hasta los límites de lo permitido,y entablan una especie de ritual donde se intercambian los roles de poder.

Por momentos parecieran niñas jugando a ser mujeres y en otros el tiempo las encuentra como añorando esa edad en la que podían sentirse despojadas de tanta madurez y tantas proscripciones.

Hay mucho de fetichismo en la puesta, mucho despliegue de telas y vestidos, esa indumentaria que se transforma en la otra piel de la mujer ,una piel que bien puede servir para seducir o para amortajarla.

Por eso se inventan juegos para intentar ahuyentar la muerte o la soledad que en estos sitios suelen ser sinónimos: juegan a las cartas, juegan a interpretar las patéticas protagonistas de algún culebrón televisivo,hasta que alguna se aburre y se va.

No casualmente aparece en boca de una de ellas, las citas de personajes femeninos de la tragedia o la mitología clásica: Medea, Medusa, Cleopatra o Pandora.

Todas podrían tener algo de cada una,mujeres llevadas por el deseo, devoradas por las pasiones, hasta que alguien advierte que esas mismas pasiones podrían arrastrarlas como en el caso de Edipo a "arrancarse los ojos".

El juego del deseo contenido siempre termina en tragedia parecieran decirnos estos cuatros seres extraviados en un lugar adonde han sido depositadas o han llegado por propia decisión.

El tratamiento de la historia y de los personajes pareciera por momentos no animarse a tensar la cuerda de esa tragedia que por momentos aparece en escenas como la de la mujer que es sumergida en un fuentón de agua y que nos recuerda a tristes prácticas de torturas instituidas durante la dictadura militar.

Por momentos la reiteración de los tonos elevados y cierta dinámica corporal del grupo suelen desdibujar algunas escenas mejor logradas y que requieren un espacio de equilibrio para escuchar las voces profundas de los personajes.

Las cuatro actrices despliegan una energía que se apropia del espacio escénico donde hay muy pocos objetos que son utilizados en función de los requerimientos de la puesta y de una dirección precisa.

Todos los personajes tienen características bien delimitadas y son un hallazgo de este dúctil elenco femenino que se las ingenia para trazar un recorrido de auténticas heroínas venidas a menos con las que el público termina por identificarse.

El título de la obra finalmente nos remite al tono sentencioso de aquellos sagrados mandamientos con los que ciertas religiones pretendían "encauzar" el deseo siempre tan esquivo, siempre tan incontrolable y que para la Iglesia de otros tiempos, estaba encarnado precisamente por la mujer, esa especie de demonio que perturbaba el sueño del hombre.

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