Si algo no es extraño para Zamba Quipildor, es la Misa Criolla. La cantó por primera vez en 1974, ante Ariel Ramírez, que la había escrito una década atrás para dos voces. Cuando Ramírez escuchó la ductilidad de Zamba supo que la había escrito no para dos voces, sino para una voz como esa. Al año siguiente, incorporado a la compañía, el joven cantor se presentaría con gran suceso en el Festival Internacional de Sorrento y, luego, acompañado por el coro de los Madrigalistas de Bucarest, recorrería las principales capitales europeas en una gira que culminaría con una actuación en la Basílica de Santa Sabina de Roma.

Desde entonces, muchas presentaciones saldrían de esta afortunada asociación artística. El Teatro Lírico de la Zarzuela, el Carnegie Hall, el Bolshoi. De Suecia a Nueva York, de Leningrado a Salta. Los más importantes escenarios han acogido esta bellísima plegaria cantada. La más reciente de ellas en diciembre del año pasado en Villa Hortensia, donde desde hace ya varios años, el jujeño entonó con pasión el tradicional "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres" ante miles de almas.

Y fue justamente en esa ocasión que el músico hizo un inesperado anuncio: tenía la posibilidad concreta de llevar ese espectáculo a El Vaticano. Inquieto enterpreneur cultural de la ciudad, Marcos Abiad, responsable de que la Misa se ponga en Rosario cada fin de año, pensó una alternativa más ambiciosa todavía. "¿Por qué no llevarla también a Israel, y hermanar dos capitales espirituales como Roma y Jerusalem?", cuenta el propio Abiad. "Y enseguida pensé: ¿y por qué no desde Rosario? La Misa Criolla es un canto a la vida, es más, es un acto ecuménico. Y es que la letra de esta obra realmente nos cabe a todos".

Con diez "misas" producidas en la ciudad, sin querer Abiad ha roto un récord. "Soy el empresario que más veces puso este espectáculo en el país. Mi padre nació en Jerusalem y para mí será un profundo orgullo llevar una obra de este peso hasta ese lugar. La idea sería que Zamba viajara con sus músicos y allá armar un equipo argentino-israelí para la puesta en escena". La idea de los organizadores es concretar este sueño antes del 30 de septiembre de este año, cuando se festeja en Israel el año nuevo, para las tradicionales celebraciones de Rosh Hashaná.